Cuando el ministro -ya en funciones- José Manuel Soria se vio obligado a dimitir tras descubrirse que no solo había ocultado a la Hacienda pública parte de su capital en paraísos fiscales, sino que había mentido para intentar salvarse, las Pitiusas -así en general- sonrieron.

Sonrieron todos aquellos, y son una gran mayoría, que se oponen a las prospecciones petrolíferas en el mar balear, de las que Soria fue un firme defensor. Y en el PP pitiuso hasta brindaron, hartos de que los hechos del ministro contradijeran en tantas ocasiones las palabras que lanzaban los populares en contra de los sondeos, y que les dejaban con el culo al aire. El Consell de Ibiza rechazó en 2015, con los votos del PP, reprobar a Soria como pedían el resto de grupos, pero los populares ya estaban hasta las narices de él. De hecho, solo un mes después el aún presidente ibicenco, Vicent Serra, le pidió, a través de una carta, que explicara por qué no había informado de que Cairn Energy había renunciado a una parte de los sondeos antes de las elecciones autonómicas, algo que habría beneficiado al PP local, pero que perjudicaba al PP canario. Queda claro que nadie en las Pitiusas lloró la defenestración de Soria, ni sus correligionarios, así que habrá que ver la cara que han puesto cuando su propio partido le ha propuesto para el cargo de director ejecutivo del Banco Mundial. Y encima nos toman por tontos asegurando que no es una cuestión política.