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Entrevista

Gerard Quintana en Ibiza: «El nivel de emoción que estamos viviendo en los conciertos tras la pandemia es increíble»

Sopa de Cabra inicia esta noche en Ibiza la segunda parte de la gira ‘30 anys ben endins’, con la que celebran el 30 aniversario del disco más vendido en la historia del rock en catalán

Gerard Quintana, en un concierto de Sopa de Cabra. Sopa de Cabra

«Que gane el mejor», dice Gerard Quintana (Girona, 1964) ante la cita de esta noche en las piscinas de Sant Josep. No se refiere ni a Sopa de Cabra ni a Joven Dolores, los dos grupos que actúan, sino al Real Madrid y al Liverpool, que juegan a esas horas la final de la Champions League. Quintana no quiere mojarse sobre el resultado de un partido que el público podrá seguir en unas pantallas gigantes en el mismo recinto, para que no haya contraprogramación. Por lo demás, tanto él, como el cantante de los ibicencos, David Serra, prometen emociones. «Se me ponen los pelos como escarpias solo de pensarlo», zanja el cantante medio gironí medio ibicenco.

Sopa de Cabra y Joven Dolores actúan esta noche, a partir de las 21.30 horas en el aparcamiento de las piscinas de Sant Josep, en la XXVI edición del festival Sant Pepe Rock. Joven Dolores dan su primer concierto en la isla de este año y Sopa de Cabra inician la segunda parte de la gira '30 anys ben endins'.

Supongo que para usted es un concierto muy especial, porque Sant Josep es su segunda casa...

O mi primera. Llevo 23 años viviendo aquí. Seguro es la primera casa de mi familia, porque aquí viven mis hijos y mi compañera. Sería mi casa del todo si no tuviera el culo tan inquieto.

Así que sí es especial.

Sí, y lo es por varios motivos. Como te decía es mi casa, el lugar en el que he plantado mis semillas... y también porque es el primer concierto de la temporada de Sopa de Cabra y porque vuelvo al Sant Pepe Rock después de más de 30 años y además compartiendo el escenario con Joven Dolores, que son amigos y queridos... Lo tiene todo.

A lo largo de la historia del Sant Pepe Rock han pasado bandas muy potentes, seguro que también lo ha disfrutado como espectador...

Es un festival con el listón muy alto, por el que han pasado grandes artistas. Es más que un concierto. Y dice mucho que se haya mantenido durante tanto tiempo en una isla en que este tipo de acontecimientos perdieron protagonismo frente a otros como la electrónica, pero que puedan convivir es genial.

¿Cómo fue la decisión de recuperar su disco en directo ‘Ben endins’, que sigue siendo el más vendido de la historia del rock en catalán, para hacer una gira 30 años después?

Decidimos celebrar esos 30 años de un disco que sigue siendo muy especial, como dices el más vendido del rock en catalán. Teníamos la idea de rendirle homenaje, pero no muy claro cómo llevarlo a cabo, y al final decidimos hacerlo en directo porque había muchas cosas que celebrar después de un año tan duro como 2020. Acabábamos de publicar nuevo disco, ‘La gran onada’, cuando se decretó el estado de alarma, justo diez días antes de empezar la gira. Llevábamos dos años preparando el disco y la gira. Así que cuando pudimos volver pensamos que había que celebrarlo.

¿Cómo vivió ese tiempo de confinamiento y de incertidumbre?

Fue muy duro. Pudimos hacer algunos conciertos, muy pocos. Primero eran quince días de parón, luego se fue alargando durante meses. Además decidimos mantener los conciertos como los habíamos programado, con siete músicos. No queríamos renunciar a nuestro proyecto fuera como fuera y lo hicimos, aunque nos pedían acústicos o que redujéramos el número. En ese momento, muchos llegamos a plantearnos si la nuestra era una profesión viable para el futuro.

¿Y cómo fue el regreso?

Cuando volvimos con la gira de los 30 años de ‘Ben endins’ fue una explosión. La respuesta fue increíble. Todos los conciertos con 'sold out'. Supongo que el público tenía ganas de volver a oír y a disfrutar del repertorio con el que había crecido. Fueron conciertos en los que podría no haber cantado. Podría haber puesto el micro para el público y que cantaran ellos. Así que este año decidimos hacer doce o quince más, que empezamos ahora en Ibiza y terminaremos el 26 de noviembre en el Palau Sant Jordi. No puede haber mejor principio ni mejor final.

¿Cómo es para un grupo recuperar ese repertorio que ha tocado mil veces, pero que ya en parte ha dejado atrás?

Hubo que vencer una resistencia. Sopa de Cabra ya habíamos tenido un periodo de diez años de inactividad y cuando volvimos, en 2011, nos propusimos seguir siendo un grupo vivo, seguir haciendo canciones nuevas y arriesgar con nuevos discos, no vivir del repertorio del pasado. Pero cuando sacamos estos temas que teníamos guardados en el armario nos dimos cuenta de que nos iban como un guante. La duda era si había que reinventarlos, si seguían siendo válidos.

¿Y los han reinventado?

Lo hemos hecho con mimo. Para nosotros era difícil versionarlos porque los tenemos muy arraigados, era difícil verlos desde otro punto de vista. Así que empezamos a trabajar con productores de otros grupos, de Sidonie, de Izal, de Love of Lesbian... Les dimos total libertad. Luego colaboramos con otros, con Txarango, con David Rossell... Ahora estamos trabajando en otra versión de ‘Mai trobaràs’ con Joan, de Oques Grasses. Y otra con un rollo más juvenil y trap con The Tyets, con Búhos... Seguimos trabajando en ello.

¿Con la idea de un disco?

Ya veremos. Quizás un disco en vinilo para coleccionistas, aún no lo tenemos claro. Hemos vuelto a las canciones, a los singles, y lo que queremos es seguir creando.

¿Saben mejor los conciertos tras la pandemia? ¿Nos hemos dado cuenta de su valor?

Sin duda. Los conciertos, por reunir a gente en un espacio compartido, son de las cosas que más han sufrido las restricciones. Hemos comprendido que la música no es un lujo, que no es algo puramente lúdico. Que en los conciertos vivimos emociones colectivas, que crean comunidad... Ahora se están viendo las consecuencias del aislamiento en la salud mental y la música y los espectáculos nos sacan de ahí. Es increíble el nivel de emoción colectiva que estamos viviendo en los conciertos. Se me ponen los pelos como escarpias solo de pensarlo. La música, el rock and roll, forma parte de la vida de la gente y hay que darle el valor que tiene.

En los últimos años ha publicado dos novelas muy seguidas y por la segunda, ‘ L’home que va viure dues vegades’, ambientada en Ibiza, ganó el Premi Ramon Llull. ¿Cómo llevan la convivencia el Gerard Quintana músico y el escritor?¿No hay una cierta esquizofrenia?

Más para los demás que para mí. De hecho cuando gané el premio todos los medios titulaban: ‘El cantante Gerard Quintana gana un premio literario’. Para mí no existe esa dualidad. He sido escritor antes que músico y de hecho lo de ser cantante me llegó por casualidad. Entré en la música aprovechando la mili. En el cuartel había una banda y el cantante se había licenciado. Buscaban a alguien y conseguí engañarles. Para mí era un sueño. Luego entré en los Sopa de Cabra porque hacía un fanzine y me habían encargado unas letras. Fui al local de ensayo, se las canté y ahí me quedé y llevo 36 años... Pero mi sueño era ser escritor, nací encima de la librería Geli, en Girona, que lleva abierta 143 años y que ahora va a cerrar. La regentaba mi tío, que llegó a acumular 200.000 volúmenes y algo me pegó.

¿Y por qué esperó tanto?

Empecé a escribir libros casi con 50 años, quizás porque pensaba que antes de escribir había que vivir. Pero he estado trentaytantos años escribiendo en la medida más parecida a un poema, que es una canción. Ahora estoy escribiendo mi tercera novela y la compatibilizo con la gira de Sopa de Cabra. Pueden convivir perfectamente. La música y la escritura forman parte del mismo impulso creativo.

¿Y qué quiere ser cuándo sea mayor?

Ojalá pueda ser más cosas. No me cierro a nada. Ahora estoy enganchado a la fotografía. Empecé muy tarde y con la fotografía digital y ya me he pasado a la analógica y estoy pensando en montar un estudio de revelado... Espero seguir aprendiendo hasta el último aliento.

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