La UCI de Can Misses, en un ensayo mundial sobre shock séptico

El jefe de la unidad de críticos explica la participación en este estudio en una sesión formativa de los ‘Viernes docentes’ del Colegio de Médicos

Entrada de la UCI del Hospital Can Misses. | VICENT MARÍ

Entrada de la UCI del Hospital Can Misses. | VICENT MARÍ / marta torres molina. eivissa

Coge el dedo pulgar. Lo aprieta. Hasta que la piel, por la presión, se vuelve blanca. Suelta. El color vuelve. «Esto es el relleno capilar, el objetivo de reanimación que se está usando en el ensayo clínico», comenta el jefe de la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del Hospital Can Misses, Gaspar Tuero, cuyo servicio está participando en un ensayo mundial sobre el shock séptico, lo que también se conoce como infección generalizada.

Esta prueba tan sencilla «tan pedestre», reconoce, es la que están usando los hospitales de todo el mundo para tratar de definir los diferentes subtipos de shock séptico —«fenotipos»— en ese ensayo clínico que lideran desde Chile. Un estudio sobre el que Tuero habló ayer en una nueva edición de los ‘Viernes Docentes’ de la junta de Ibiza y Formentera del Colegio Oficial de Médicos de las Illes Balears: ‘Actualización en la reanimación del shock séptico’.

«Dejar el dedo blanco y ver a qué velocidad recupera el color parece una cosa muy tonta, pero nos da muchísima información sobre cómo de bien llega la sangre a los tejidos», apunta el intensivista, que continúa: «Si la sangre llega bien a la piel, llega bien al intestino y al riñón y al hígado. Todo va bien. Mientras que si la sangre no está llegando bien a la piel igual no lo está haciendo al resto de órganos y tienes que seguir intentando conseguir que se normalice». Tuero destaca que, precisamente, el hecho de que la prueba para comprobar cómo llega la sangre a los tejidos sea «algo tan sencillo, tan barato, muy a pie de cama y muy aplicable a todo el mundo» es lo que facilita que el ensayo pueda tener un alcance internacional. Permite, de hecho, que participen en él tanto reconocidos hospitales de Estados Unidos como la Clínica Mayo como centros sanitarios de África que cuentan con muy pocos recursos.

El shock séptico, detalla Tuero, es una infección «muy grave» que se traslada a la sangre y que hace que la tensión arterial baje. «El tratamiento, básicamente, es administrar líquido y vasopresores, que lo que hacen es subir la tensión arterial para asegurarnos de que la sangre llegue a los órganos y sigan funcionando», continúa el especialista, que señala que se ha visto que la respuesta de los pacientes al tratamiento «es diferente» y que hay «fenotipos».

En busca de los fenotipos

«Es decir, que dentro de lo que entendemos que es la misma enfermedad hay como subenfermedades con un comportamiento y una respuesta diferente», añade. Precisamente, buscar estos fenotipos, identificar esos subgrupos de pacientes «en base a parámetros clínicos» es lo que pretende el ensayo clínico en el que participa la UCI de Can Misses. El objetivo es, en el futuro, poder adaptar la administración de líquidos y fármacos al fenotipo que tenga cada paciente: «Conseguir un tratamiento más personalizado, más efectivo».

Cualquier infección, indica el intensivista, puede derivar en un shock séptico si se complica y se extiende por la sangre: «Una neumonía, una meningitis, una infección intestinal o urinaria, cualquiera». Llegados a ese punto, con la infección completamente diseminada, la mortalidad es «muy alta». Puede oscilar entre el 40% y el 60%. De ahí el interés en descubrir la forma de que la sangre, cargada de oxígeno, llegue lo más rápido posible a los tejidos. Corregir y mejorar la perfusión «de la forma más rápida y efectiva posible». Con la tensión baja, «la sangre no alcanza los tejidos, o los alcanza, pero no es capaz de transportar oxígeno y los órganos empiezan a fallar, de ahí esa mortalidad tan elevada», apunta Tuero, que insiste en que mejorar la perfusión de la sangre reduciría la mortalidad entre estos pacientes.