Peligro: limpiezas explosivas

Desde el Parque Insular de bomberos lanzan una serie de recomendaciones a la ciudadanía para evitar accidentes

Los bomberos durante un servicio por una explosión provocada por productos de limpieza.

Los bomberos durante un servicio por una explosión provocada por productos de limpieza. / Bomberos de Ibiza

Productos de limpieza convertidos prácticamente en «bombas domésticas». Agua oxigenada mezclada con cloro, vinagre con bicarbonato, lejía con amoníaco... son algunas de las combinaciones prohibidas que los bomberos de Ibiza alertan de que pueden ocasionar una reacción química si no se almacenan de manera adecuada o si entran en contacto con otros materiales junto a los que pueden causar una reacción exotérmica (o calorífica), terminando en fuego o explosión.

La falta de oxígeno en sitios cerrados del hogar, como las despensas de las viviendas o los lavaderos, donde normalmente se guardan estos productos destinados a la limpieza, son los principales ‘puntos negros’ que hay que cuidar.

Sobre todo, teniendo cuidado en no acumular productos caducados o en mal estado, porque en cualquier momento de descuido pueden «darnos un susto al ser sustancias que reaccionan muy violentamente», explica Bruno Roig, sargento del Parque Insular de bomberos de Ibiza.

El cuerpo de bomberos publicó en sus redes sociales una serie de recomendaciones para que los ciudadanos vayan con ojo y no se encuentren con problemas que quizá «por falta de atención o conocimiento no tienen en cuenta».

Mejor solos...

«Son productos [los de limpieza] que solos no tienen peligro pero dependiendo de los materiales que tengan al lado pueden provocar estos accidentes: explosiones o incendios», detalla Roig.

Por ejemplo, si se deja el salfumán cerca del papel de aluminio dentro de un compartimento cerrado y no puede salir el gas, se provoca un tipo de deflagración y si hay gente cerca que pueda inhalar esos gases, puede intoxicarse.

Por otro lado, en cuanto a hábitos de limpieza, el bombero destaca una mala costumbre muy común por desconocimiento: mezclar lejía con agua caliente. Una unión que a pesar de que aparentemente sea efectiva, lo que provoca en realidad es que el cloro se evapore e irrite las mucosas. Y además, limita que combata tanto la suciedad porque se pierde su efecto desinfectante.

Desde el Parque Insular piden a los ciudadanos (aunque no es la primera vez) que tengan cuidado con los objetos que deshechan al contenedor de basura. «Hemos visto hasta baterías de coche, que tienen ácido», explica el sargento.

«Cuando te acercas para un servicio, corres el peligro de que salga algo desde dentro a velocidad de una bala que pueda golpearte», advierte. Así como que, en caso de que algo se haya prendido fuego, se reproduzca el incendio.

«Hemos aprendido a base de golpes», asegura, «y queremos hacer llegar lo que vemos en nuestro día a día a la ciudadanía. Ni os imagináis lo que nos hemos llegado a encontrar», comenta con respecto a los avisos recibidos en el parque relacionados con este tipo de explosiones químicas.

Como el servicio al que acudió una dotación el pasado 19 de septiembre en una vivienda de Vila donde hubo una deflagración que reventó una cristalera después de que se diera una acumulación de gases producida por una mala higiene y dejadez en la organización de los materiales de limpieza. Afortunadamente, no hubo que lamentar heridos.

Almacenamientos peligrosos

«En otro servicio explotó un bote de laca», algo que, por lo que explica, es bastante habitual. Los elementos que están envasados a mucha presión «en cualquier momento pueden dar un sobresalto» porque en muchos caso, detalla el profesional, se trata de productos inflamables. «En esta ocasión hizo volar un tabique de ladrillo», relata, «es curioso porque un bote pequeño te hace saltar todo un tabique».

Estas reacciones se generan en restaurantes y también en viviendas. Hasta el punto que alrededor del 15% de los avisos por incidentes en domicilios de la isla son de este tipo o bien por otras causas relacionadas con un mal cierre del gas o con chimeneas mal apagadas, detalla Roig.

El sargento del Parque cuenta de forma anecdótica que al acudir en una ocasión al aviso por un incendio en una casa se encontraron con que una de las habitaciones contenía un barril de 200 litros de gasolina a medio rellenar.

Al margen de este caso particular, gran parte de los avisos por explosión o incendio en domicilios esconden el origen en una mezcla desafortunada de productos en las zonas de almacenaje, que se convierten en «trampas» al no tener en cuenta la ciudadanía su peligrosidad, no individual, pero sí conjunta.

«Mucha gente cuando acudimos a estos servicios dice: ‘pero si aquí nadie fuma’ o ‘no hay ninguna toma de corriente cerca’ y después tienen almacenados cientos de productos distintos que terminan explotando», añade.

Suscríbete para seguir leyendo