Armería Balanzat: otro local tradicional de Ibiza que cierra

Después de permanecer abierta durante 55 años, echa el cierre la Armería Balanzat, uno de los últimos negocios tradicionales del paseo de Vara de Rey. Dos de los tres fundadores, los hermanos José y Jaime Balanzat, viven las últimas horas de la tienda

Cada vez quedan menos locales emblemáticos en el Paseo de Vara de Rey. Desde la desaparición de la librería Vara de Rey, el 9 de febrero de 2018, es un goteo continuo, imparable. Ayer le tocó el turno a la Armería Balanzat, que abrió por última vez sus puertas de 10 a 14 horas tras haberse inaugurado hace 55 años, en 1968. «Cierre por jubilación», se leía en los carteles que Ramón Balanzat Escandell, su propietario, y su esposa, Cati Valdés, habían pegado en el escaparate: «Qué, me venís a ver el último día, a llorar un poco, pues venga, que tengo el mocador aquí», recibía Valdés a unos clientes de toda la vida a primeras horas.

A lo largo de la mañana, muchos pasaron por allí para despedirse de sus dueños y del local, incluso dos de los tres fundadores: «La tienda la inauguraron mis tíos y mi padre. Eran tres hermanos: Ramón, Jaime y José. Mi padre, José, era el más pequeño. Tiene 93 años. Ahora viene en coche. Sí, parece difícil de creer, pero aún conduce. Jaime tiene 95 años y Ramón, mi padrino, falleció hace tres meses, con 97 años», cuenta Ramón Balanzat.

De la carnicería al autoservicio y la armería

Pero la armería y tienda de deportes no fue el primer negocio de los Balanzat: «Originalmente tenían una carnicería situada al lado de sa Peixateria que se llamaba Hermanos Balanzat. Pero eran inquietos. Primero, donde estaba el supermercado Spar, fundaron Fred Ibiza Spar, unas cámaras de congelación. Fueron los primeros que empezaron a traer merluzas congeladas a Ibiza para venderlas a los hoteles. Por entonces eran socios con Paco Verdera, el director de Es Diari, pero fue por poco tiempo, pues Paco se quitó de en medio pronto y se lo quedaron ellos». Poco a poco aparcaron los congelados y dieron mayor espacio al supermercado Spar, que es historia desde hace pocos meses.

La familia era muy aficionada a la caza: «Mi padre tenía el gusanillo, porque la caza le encantaba, de tener una armería. Cuando vio la posibilidad, la montaron los tres hermanos. Primero, de alquiler. Luego tuvieron la oportunidad de adquirir la propiedad del local».

Fachada de la Armería Balanzat.

Fachada de la Armería Balanzat. / Toni Escobar

Al principio los hermanos eran socios de los tres negocios (carnicería, súper y armería), pero con el tiempo, conforme los hijos se fueron haciendo grandes, se los repartieron: «El tío Jaime se quedó la carnicería; el tío Ramón, con el Autoservicio Spar, y mi padre, con la armería».

De caza con el tío Ramón

José Balanzat estuvo al frente del negocio de Vara de Rey hasta el año 90: «Aunque yo ya era el responsable, él siempre estaba por aquí, hasta que un día me dijo que se quitaba de en medio, que era para mí, que me apañara». No fue un problema para Ramón, que empezó a atender a la clientela desde que era un chaval: «Estudié Turismo, que nunca ejercí, durante las tardes y las noches, pero por la mañana trabajaba aquí», recuerda. También él sentía pasión por la caza: «Iba con mi tío Ramón, porque Jaime era más de mar. Tenía once años y me dejaba coger la escopeta grande para cazar codornices. Hoy en día sería imposible».

Ramón Balanzat lleva dos años jubilado, «pero activo, para aguantar un poco más». Resistió hasta el pasado mes de febrero, cuando dijo «hasta aquí hemos llegado». Tomó la decisión de desprenderse del local e incluso canceló algunos pedidos para evitar almacenar más género. Ayer quedaba poca cosa en la tienda, y lo que aún había lo liquidaba con descuentos del 20% al 50%. Ya no le quedaban navajas y vendía los «últimos cartuchos», un cajón de 250 unidades, a 85 euros.

«Hay un interesado por la tienda. No puedo decir para qué, pero será una tienda. De esto no"

«Hay un interesado por la tienda. No puedo decir para qué, pero será una tienda. De esto no. Esto es un negocio imposible hoy en día con Internet. Internet lo ha matado todo. Nosotros salíamos adelante porque éramos dos [él y Cati Valdés], sin empleados, el local es nuestro y, por tanto, no pagábamos nada por él. He vivido siempre bien de esto, pero cada vez era más complicado», explica Ramón, cuyos hijos se dedican «a otras cosas», de manera que no es posible que continúen con el negocio.

Internet y las grandes superficies están acabando con el pequeño comercio, según Balanzat: «Empezamos vendiendo artículos deportivos, pero los fuimos dejando poco a poco desde que llegó Decathlon. En esa gran superficie vendían la raqueta de Rafa Nadal más barata que al precio que yo la compraba a la casa que la producía. Pelear frente a ese tipo de comercios es misión imposible».

El paseo de la tentaciones

Como les ha ocurrido a otros muchos comercios de la zona, en los últimos años han sido tentados por inversores dispuestos a pagar cantidades formidables para hacerse con el local: «Nos han tentado, sí. Y te pongo un ejemplo. Manuel, de Casa Domingo, del que soy muy amigo, hace años, cuatro o cinco, pidió mi opinión. Alguien le había ofrecido 10.000 euros al mes por su local. Tú qué harías, me preguntó. No alquilárselo porque no te pagará, le respondí. Tú tienes una tienda y sabes lo que da esto de sí. Qué vas a vender que te rente como para pagar esa cantidad al mes. La gente se ha vuelto loca».

A lo largo del medio siglo de vida de la tienda, Ramón Balanzat ha conocido a clientes ilustres, como a la actriz Romy Schneider, a la que llevó a su casa diversos utensilios para hacer submarinismo, y a Terry Thomas: «Fui con mi tío Jaime a montar una cama elástica (una cosa rarísima en aquel tiempo) a la casa que tenía entonces en Sant Carles. Qué mala leche tenía el hombre, con lo simpático que parecía en sus películas [‘El mundo está loco, loco, loco’, ‘Aquellos chalados en sus locos cacharros’], que eran comedias. Todo lo contrario que el actor Fernando Rey, que era encantador. Tenía casa en Santa Eulària y venía a la tienda con su mujer y sus hijos».

Intento de robo

En la entrada de la Armería aún se puede ver la cerradura de la primera alarma que les obligaron a instalar: «Fue sobre el año 1975 y tuvieron que venir de Palma para activarla. En aquella época, en Ibiza nadie tenía ni pajolera idea de lo que era eso». Y gracias a esa alarma, el único intento de robo que han sufrido en 55 años acabó con los dos ladrones en la cárcel. Sucedió a las 11.30 horas del 8 de mayo de 1980, cuando «sonó con estridencia» la alarma, tal como se describió en la portada de Diario de Ibiza: «Los cogieron allí —señala Ramón Balanzat al portal que hay al lado de la tienda—, dentro de la escalera. Entraron por una ventanita que había entonces en el cuarto de baño». Al sonar, se asustaron y huyeron, «dejando abandonados diferentes utensilios y herramientas».

La Armería Balanzat era, hasta ayer, uno de los últimos comercios tradicionales del Paseo de Vara de Rey: «Da pena, pero llega un momento en el que, aunque esto te guste, y a mí me gusta, es cada vez más ingrato. Te viene un montón de gente que es catedrática, que gracias a Internet sabe más que nadie y que te explica cosas que cuando le replicas que no es así, la respuesta que te da es que lo ha leído en la red». Y luego están «los clientes de toda la vida que ya son como de la familia», los que saben que a esa tienda llegaron «las primeras zapatillas Adidas».

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