Crisis política

El PP de Formentera cae en su 'maldición': nunca un alcalde completó un mandato

Hasta el gobierno de Gent per Formentera, sólo dos alcaldes socialistas empezaron y acabaron una legislatura

El anterior gobierno del PP, bajo la alcaldía de Juanma Costa, cayó en 2005, después de que Cándido Valladolid, su socio, le diera la espalda y se aliara con la izquierda

Juanma Costa, del PP, con la vara de mando, antes del inicio del pleno, en 2005, en el que se votó la moción de censura. | VICENT MARÍ

Juanma Costa, del PP, con la vara de mando, antes del inicio del pleno, en 2005, en el que se votó la moción de censura. | VICENT MARÍ / Eugenio Rodríguez

El PP asumía el pasado 28-M el mando del Consell de Formentera junto a Compromís amb Formentera, en la coalición Sa Unió, con el independiente Llorenç Córdoba al frente de la candidatura, y ponía fin a 18 años ininterrumpidos de gobierno de la izquierda. Ahora, poco más de seis meses después del cambio, el gobierno de centro derecha tropieza de nuevo con la convulsa historia política de Formentera y abre una profunda crisis de futuro incierto, tras la ruptura del equipo de gobierno en bloque con su presidente.

El divorcio se ha producido por la demanda de Córdoba de incrementar sus ingresos, entre 3.000 y 4.000 euros al mes, según ha denunciado Sa Unió, por los cargos públicos que ostenta y que ya le suponen una retribución de unos 80.000 euros anuales. Este es el fondo, pero lo que ha dinamitado el gobierno de Formentera han sido las formas, cómo Córdoba ha gestionado su demanda económica, con presiones al Govern, de espaldas a su gobierno, a través de comunicados de prensa crípticos en los que ocultaba sus intenciones reales y justificaba que lo hacía en defensa de los intereses de los ciudadanos de Formentera.

El PP revive la pesadilla de 2005

El PP revive ahora la misma pesadilla, pero con una magnitud mucho mayor, nunca vista en la movida historia política de Formentera, que provocó la caída del anterior gobierno municipal del PP en el mandato 2003-2007, justo antes de la constitución del Consell Insular. Entonces, el alcalde, Juanma Costa, perdió la vara de mando después de que el único concejal del Partido Reformista de Eivissa y Formentera (PREF), Cándido Valladolid, le diera la espalda y pactara una moción de censura con la Coalición de Organizaciones Progresistas (COP), con Isidor Torres al frente, que en las elecciones había sido la fuerza más votada.

Hasta el pleno en el que se consumó la caída del gobierno de Juanma Costa, el 28 de mayo de 2005, justo en el ecuador del mandato, el PP había tenido que capear tres crisis previas, por desavenencias con el díscolo Valladolid, concejal de Turismo, con las correspondientes amenazas de moción de censura. Entonces, cuando finalmente se consumó la moción de censura, Costa destacó, justo antes de perder la alcaldía, que se estaba viviendo «un triste episodio de la política en Formentera». «Todos damos un paso atrás», lamentaba, al tiempo que concluía su intervención con un elocuente: «Volveremos».

Casi dos décadas han tenido que pasar, con las mayorías de Gent per Formentera, salvo en el pasado mandato, que tuvo que gobernar y compartir la presidencia con el PSOE, para que se cumpliera el vaticinio de Costa. Pero no podía ser más amarga esta vuelta. De nuevo, con sólo seis meses de vida del primer gobierno del Consell conservador, el independiente en el que el PP y Compromís habían depositado toda su confianza (desde 2019) para dirigir esta nueva etapa, lo ha hecho saltar por los aires con una voladura totalmente descontrolada y de consecuencias inciertas.

Sin una alternativa clara, a diferencia del escenario de 2005, y sin ningún interés de la izquierda por ayudar al centro derecha, respaldando una moción de censura, a salir del atolladero en el que se ha metido, se abre la posibilidad nunca vista en las Pitiüses de que el Consejo de Ministros apruebe un insólito adelanto electoral.

La crisis del PP y el PREF

Valladolid justificó, en 2005, la ruptura con el PP en la falta de comunicación del PREF con el resto del equipo de gobierno, la apertura de las plicas del concurso de las concesiones de las playas sin que hubiera sido informado de ello y, la definitiva, las presuntas irregularidades urbanísticas del entonces alcalde popular Juanma Costa. El dirigente del PREF, ya retirado de la política, exigía al alcalde y socio de gobierno que le mostrara las licencias que demostraran que unas obras ejecutadas por su familia eran legales.

Cándido Valladolid sujeta el brazo de Isidor Torres antes del pleno en el que cayó el anterior gobierno municipal del PP y PREF.

Cándido Valladolid sujeta el brazo de Isidor Torres antes del pleno en el que cayó el anterior gobierno municipal del PP y PREF. / VICENT MARÍ

Curiosamente, igual que ahora aunque con protagonistas y razones muy diferentes, Valladolid denunciaba que el PP y el GUIF estaban «más preocupados por sus intereses particulares que por los generales». También, como ahora, se utilizaba, como arma arrojadiza, la palabra «chantaje». Justo el día que formalizó su salida del equipo de gobierno, el 16 de mayo de 2005, Valladolid declaraba que uno de los motivos que habían acelerado su decisión era que Juanma Costa le hubiera tachado de «chantajista». «Tendré mis defectos, pero no soy un chantajista», recalcaba. Ahora es Córdoba el que acusa al PP de «chantaje» por tratar de forzar su dimisión, denunciando que su interés es el de cobrar un sobresueldo porque está «arruinado».

Sa Unió busca una moción de censura

Aunque Gent per Formentera y el PSOE ya han adelantado que por ahora descartan apoyar una moción de censura, si Córdoba no dimite mañana, Sa Unió llamará a la puerta de la oposición para intentarlo a partir del martes. Si hubiera acuerdo, sería la tercera moción de censura de la historia de Formentera, y la quinta de las Pitiüses. En la historia de la democracia ha habido dos en Formentera, una en Vila y, la más reciente, aunque hace ya 12 años, en Sant Josep.

El 22 de abril de 1989, que era sábado, el bloque de centro derecha de Formentera se aliaba para apartar al socialista Bartomeu Ferrer de la alcaldía y colocar en su lugar a Vicent Serra, del PP. «De nuevo, el CDS nos ha defraudado. Además, es curioso que a pesar de los pocos votos que sacó, hoy mande en el Ayuntamiento de Formentera», decía el alcalde saliente. La misma situación se produjo, en este caso con el PREF, en 2005, en la segunda moción de censura hasta ahora de la historia de Formentera.

El urbanismo de fondo en la primera moción de censura

En esa primera moción de censura, el portavoz del Grupo Independiente (GUIF), Antoni Serra, justificaba que el urbanismo era «un cachondeo, una chapuza total». «Hay miles de metros construidos sin licencia y, además, el alcalde daba licencias por amistad y paralizaba obras por puro capricho», decía Serra, que también acusaba a Ferrer de que viajaba a Palma para «legalizar sus apartamentos y no para trabajar por Formentera. Se aprovecha del cargo», denunciaba Antoni Serra.

Al margen de las mociones de censura, el gobierno de Formentera, desde el inicio de la democracia, se ha caracterizado por su inestabilidad. Hasta la larga etapa de 12 años de la presidencia de Jaume Ferrer, de Gent per Formentera, que arrancó en 2007 y culminó en 2019, sólo en dos mandatos, desde 1979, acabó el mismo alcalde que lo había iniciado. El primero fue el socialista Víctor Tur, entre 1983 y 1987, y el segundo Isidor Torres, entre 1999 y 2003. Ambos, representantes de la izquierda, habían obtenido mayoría absoluta. También Gent per Formentera, tras tres legislaturas ininterrumpidas de gobierno con Jaume Ferrer en la presidencia, al no lograr mayoría en mayo de 2019, se vio forzado a ceder dos años la presidencia al PSOE. Así, por diversas circunstancias, nunca un alcalde conservador completó un mandato de gobierno en el Ayuntamiento de Formentera. Parece que el actual gobierno de Sa Unió ha caído de nuevo en esta 'maldición'.

El primer alcalde de la democracia, Antonio Calafat, de UCD, fue relevado en 1982 por un enfrentamiento con su partido (por la vía de aplicación de la constitución de la Comunitat Autònoma) y le sustituyó Antoni Serra, aún en AP (antes de marchar al GUIF), el que fue el último alcalde del régimen franquista. Estuvo sólo un año, porque en los comicios de 1983, el PSOE asumió el mando, por primera vez con mayoría, bajo la alcaldía de Víctor Tur. Cuatro años después, en 1987, los socialistas fueron de nuevo la lista más votada, con Bartomeu Ferrer al frente, que cogió el relevo de Víctor Tur. Pero cuando llevaba dos años de gobierno se produjo la primera moción de censura de la historia de Formentera.

Pacto de los menos enemigos

Posteriormente, tras las elecciones de 1991, cuando en Formentera por primera vez se escogían a 13 concejales, se produjo un hecho insólito. De nuevo, el PSOE, con Bartomeu Ferrer como candidato, era la fuerza más votada pero el PP de Vicent Serra y el GUIF de Antoni Serra sumaban mayoría. Sin embargo, los problemas internos entre las dos fuerzas conservadoras provocaron que Serra pactara con Bartomeu Ferrer, al que en la moción de censura de 1989 había acusado de utilizar su cargo de alcalde para legalizar sus apartamentos. Pese a los enfrentamientos verbales que ambos habían protagonizado, Serra prefirió pactar con el PSOE antes que con el PP, en una situación inédita. Acordaron que cada uno de ellos sería alcalde durante dos años.

Tras las siguientes elecciones, en 1995, la lista socialista de Bartomeu Ferrer fue de nuevo la más votada, pero el resultado también era insuficiente para gobernar. En esta ocasión sí pactaron el PP y el GUIF de Antoni Serra, que siguió siendo el alcalde, pero se vio forzado a dejar el cargo tras ser inhabilitado seis años, junto a los miembros de la comisión de gobierno del mandato anterior, por oponerse a conceder la licencia del camping de es Ca Marí.

En 1999, la COP obtuvo la mayoría absoluta e Isidor Torres pudo ser el segundo alcalde en completar hasta entonces un mandato. Luego vino el desastre del PP con el PREF y la larga etapa de Gent per Formentera de 16 años, el último mandato compartido con el PSOE. Y ahora el futuro incierto de Sa Unió y la posibilidad nunca vista ni imaginada de un adelanto electoral.

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