Abusos a menores: La importancia de decir «no»

La psicóloga y fundadora de la Asociación para la Sanación y Prevención de Abusos Sexuales en la Infancia, Margarita García, ofrece una charla a los alumnos del instituto Algarb, en Ibiza, para «prevenir» y «detectar» situaciones de abusos entre los menores

La psicóloga y fundadora de Aspasi (Asociación para la Sanación y Prevención de Abusos Sexuales en la Infancia), Margarita García, le quita unas gafas de vista a uno de los alumnos del instituto Algarb y se adueña de una goma de pelo de una de las chicas que se encuentra sentada en una de las últimas filas de sillas colocadas con precisión en la biblioteca del centro. Empiezan las risas y García continúa y se apropia de una mochila que otro de los jóvenes tiene entre sus pies. Ninguno de los tres se queja. Ni protesta. Y, mucho menos, reacciona.

Al ser cuestionados por García por el motivo que les ha llevado a no oponerse a su actitud, la joven a quien le ha arrebatado la goma de pelo se limita a responder un inofensivo: «No sé».

La fortaleza del agresor

«Esto es lo que les pasa a los niños que no saben reaccionar y de eso se aprovechan los abusadores, de los menores que se quedan en shock», apuntó García en la charla que tuvo lugar ayer en el instituto de Sant Jordi, organizada por la comisión de convivencia, bienestar y protección del alumnado del centro.

La psicóloga Margarita García, durante la conferencia en el centro educativo de Sant Jordi. | VICENT MARÍ

La psicóloga Margarita García, durante la conferencia en el centro educativo de Sant Jordi. | VICENT MARÍ / Bea Roselló

García se ha trasladado al Algarb para ofrecer una conferencia a los alumnos sobre abusos en el entorno juvenil. Estas charlas, según explicó la coordinadora de la comisión de convivencia, bienestar y protección del alumnado, María Fos, se ofrecen no solo a los jóvenes que están en Secundaria sino también a los que están cursando cualquiera de las modalidades de FP, que se imparten en el centro: «Porque serán futuros profesionales que podrán hacer una detección precoz de estos casos al trabajar con menores».

Poner límites

En otro momento, García se sienta al lado de otra de las alumnas de segundo curso de la Secundaria. Poco a poco se acerca a ella, mientras continúa hablando al resto. Invade el espacio, y la silla, de la menor. La alumna se retira un poco, aproximándose a sus amigas, con las que comparte fila. García se acerca un poco más y la menor se vuelve a retirar. Y así hasta en tres ocasiones, mientras el resto de compañeros se ríen de la situación.

La fundadora de Aspasi se muestra clara, especialmente con las chicas: «Me has demostrado que puedo abusar de ti porque me tienes miedo. Tienes que decir un no muy alto, pero nunca apartarte», le indica. En este punto es cuando la psicóloga, que se dirige a la treintena de alumnos que asisten a la charla, les insiste en la importancia de «saber poner límites y decir que ‘no’. Decir muy alto ‘no’», reivindica.

En caso de apartarse, tal y como ha hecho la joven, el «depredador entenderá que eres vulnerable y los abusadores se valen del poder que tienen sobre ti».

En la charla, que se prolonga por espacio de una hora, García alienta a los alumnos, la mayoría chicos, a diferenciar los tipos de abusos y a manifestar quién, en algún momento, ha sufrido algún abuso físico y quién lo ha ejercido sobre otras personas. En ambas preguntas, no faltan las manos alzadas.

Mientras la psicóloga continúa el relato sobre la importancia de contar «enseguida» cualquier abuso sufrido, los alumnos van lanzando preguntas al aire que la psicóloga responde. «¿Y si no lo ves más [al abusador]?». «¿Y si alguien cuenta un abuso y es mentira?».

Agresores conocidos

En el momento que la fundadora de Aspasi desvela que la mayoría de los abusos se dan en los entornos familiares, el silencio se hace entre el adolescente público. Esta cercanía con el abusador hace, según García, que los menores se resisten a contarlo y a exteriorizar el caso.

«No te van a creer porque eres menor y los mayores tienen la razón», «no se cuenta por miedo o por inseguridad» o porque «no se quiere volver a pasar por esa experiencia» son algunas de las motivaciones que dan los alumnos para justificar a aquellas víctimas que no lo verbalizan.

Las risas y chascarrillos vuelven al auditorio con la pregunta que lanza la psicóloga: «¿Quién ha visto pornografía?». Varias manos se alzan, algunas tímidamente. «La pornografía son violaciones», sentencia García. Una afirmación que da paso al silencio más absoluto entre el público. Pocos segundos después llega la sorpresa. «Pero, ¿qué dices? Si les pagan», protesta uno de los menores.

Y a partir de ahí, la psicóloga tiene que reiterar, por activa y por pasiva, que la pornografía es una «sexualidad muy sesgada y no es sana». «La mayoría de la pornografía son abusos a mujeres y estáis aprendiendo a violar, no a hacer el amor», repite.

Ante la estupefacción del alumnado, García les hace dos precisiones: «El pene no dura tanto tiempo erecto». Y, dirigiéndose a las chicas, les advierte que no deben imitar: «Lo que sale no es una sexualidad saludable».

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