Morir en un hospital en otra isla

Desalojados de la hospedería apenas unas horas después de la muerte de un familiar, dietas insuficientes, gastos que no saben si cobrarán, la repatriación del cuerpo... Son algunos de los problemas a los que se enfrentan quienes pierden a alguien ingresado fuera de la isla

Detalle de una cama de Cuidados Intensivos.

Detalle de una cama de Cuidados Intensivos. / Toni Escobar

Hace apenas unas horas que su padre ha muerto. Ha sido de madrugada. En la habitación de un hospital desconocido hace unas semanas, demasiado familiar ahora. En otra isla. Casi 200 kilómetros de mar le separan de sus seres queridos, de su gente, de abrazos de consuelo. Hace apenas unas horas que su padre ha muerto y se toma unos minutos, en su habitación de la hospedería para familiares, para contestar mensajes, agradecer condolencias, resolver dudas, iniciar algunos trámites, intentar descansar algo tras unos días agotadores y llorar. También llorar.

Hace apenas unas horas que su padre ha muerto, en un hospital (Son Espases) en otra isla (Mallorca), cuando le llaman de algún departamento administrativo para desalojarle de la habitación. Apenas puede creérselo. El mismo hospital que aún no ha solventado todos los trámites de la repatriación del cuerpo de su padre le echa de la habitación de la hospedería. «No hay paciente, no hay habitación», es la deshumanizada respuesta que recibe cuando, pensando (iluso) que quien le habla no es consciente de su situación, trata de explicarle eso, que hace nada que ha fallecido su padre. «No hay paciente, no hay habitación».

Solos y lejos de casa

Ésta es, quizás, la situación más descarnada que sufren las familias de las Pitiusas cuando un ser querido fallece mientras se encuentra ingresado en un hospital de Mallorca. Si tener a alguien hospitalizado en Can Misses ya es difícil para las familias, que tienen que organizarse para estar a su lado atendiendo al mismo tiempo al trabajo y las obligaciones familiares, cuando el ingreso es en otra isla se parece mucho al infierno. A la inquietud y la preocupación por la persona que se encuentra enferma se suman la soledad de estar lejos de todos los apoyos, el desconocimiento del entorno y, en muchos casos, el descalabro económico. No sólo porque las familias insisten en que las dietas que perciben no alcanzan para los gastos de todo un día sino, y sobre todo, por los desplazamientos (vuelos y transporte) cuando se tienen que turnar como acompañantes porque sus obligaciones no les permiten quedarse más de unos días.

Una familia de la isla ha vivido esta situación recientemente. Un familiar que ha estado más de dos meses ingresado en Son Espases. En plena temporada y con todo el mundo trabajando, se han ido relevando en la cabecera de la cama del enfermo. Han asumido el coste de una media de dos o tres vuelos por semana, dependiendo de los días libres y las posibilidades.

Como norma general, Salud únicamente paga un viaje de ida y uno de vuelta al acompañante del enfermo. Sin embargo, desde el Área de Salud pitiusa aseguran que en casos especiales, esto es, cuando los ingresos se alargan o en condiciones familiares o sociales concretas, se asume el coste de esos trayectos intermedios. De algunos, al menos, más alla de ese primer vuelo para llegar a Son Espases y del último para regresar a casa cuando el paciente recibe el alta o, desgraciadamente, fallece lejos de casa.

Morir en un hospital en otra isla

Detalle del traslado de un paciente en el helicóptero sanitario. / M. T. M.

A la familia de Ibiza en ningún momento, y a pesar de varias visitas al departamento de Traslados del hospital de referencia, les informaron de esta posibilidad. Desde la gerencia sanitaria de las Pitiusas señalan que para que se tenga en cuenta este tipo de situaciones especiales hay que plantearlas, justificar los cambios de acompañante y solicitar que se abonen los traslados intermedios. «Todo es revisable, pero como son situaciones que se salen de la norma hay que solicitarlo», indican.

La mayoría de las veces los pacientes trasladados se recuperan. Reciben el alta o, dada su mejoría, se les vuelve a trasladar al Hospital Can Misses. Sin embargo, no siempre estos desplazamientos tienen un final feliz. Algunos pacientes fallecen durante el ingreso, para desconsuelo de sus familiares, que se encuentran, de golpe, en una situación devastadora en un entorno hostil y, en la mayoría de las ocasiones, solos. Sin apenas tiempo para digerir la desgracia porque hay que iniciar todos los trámites para el traslado del cuerpo.

La sanidad pública cubre estos gastos de repatriación. De todos los pacientes a los que haya derivado a otro hospital. Es decir, tanto de los pitiusos trasladados a Mallorca como a La Fe de Valencia cuando son grandes quemados como a centros sanitarios de Barcelona para enfermedades y procedimientos más específicos. Pitiusos, menorquines y mallorquines, obviamente. En los últimos tres años, desde 2021, el Servei Balear de Salud se ha hecho cargo de cuatro repatriaciones de fallecidos de las Pitiusas en otros hospitales, básicamente el de referencia de Son Espases: dos en 2021, uno en 2022 y otro más en lo que llevamos de 2023. El número de fallecidos durante estos traslados sanitarios, sin embargo, son algunos más. Muchas familias, en ese momento tan complicado y con la necesidad de solventar todos los trámites cuanto antes, desconocen que no tienen que asumir ellos ese coste. La mayoría, de hecho, como cuentan con seguros de decesos lo tramitan a través de sus compañías. «Nadie nos dijo nada, no lo sabíamos, no nos informaron», apunta una de estas familias.

«Se pagan estos gastos», insisten desde Salud, que detalla que el coste medio de estas repatriaciones es de unos 4.000 euros. Para poder viajar, el cuerpo tiene que estar embalsamado y, además, en un féretro de zinc. «Se pagan íntegramente», repiten antes de señalar que si alguna familia, por desconocimiento, ha asumido de su bolsillo estos costes tiene un plazo de seis meses para reclamar que se los abonen.

Las dietas perdidas

De regreso en la isla, otro de los trámites que deben realizar las familias es solicitar el pago de las dietas de comida y transporte del traslado. Muchos, en un primer momento, se quedan patidifusos al comprobar el listado de documentos que necesitan para ello, especialmente las fotocopias del certificado de últimas voluntades y del documento que acredite el derechohabiente, esto es, quien deber cobrar ese dinero ahora que el enfermo ha fallecido, como una declaración de herederos o la escritura de aceptación de la herencia. Hace meses desde las asociaciones de cáncer de las Pitiusas se denunció, precisamente, que algunas de estas dietas se quedaban sin que nadie las cobrara por las complicaciones de los trámites. Especialmente cuando la resolución de las herencias es complicada, lo que puede demorar más de un año disponer de estos documentos.

Desde Salud niegan de forma tajante que esto sea así. Aseguran que apenas hay expedientes que no se acaben abonando, aunque entienden que en un momento tan delicado para las familias como es la pérdida de un ser querido, llegar al servicio de Traslados y ver el listado de documentos se les puede hacer muy cuesta arriba. Pasados esos instantes y con el resto de trámites ya rodando, la visión de lo que se pide para abonar las dietas cambia radicalmente. Prácticamente todos los expedientes se cierran «sin flecos». Desde la gerencia señalan que la documentación que se solicita es imprescindible para garantizar que se abonan las dietas a la persona que corresponde, lo que definen como «derechohabiente», una figura que no tiene por qué coincidir con los herederos. «Nos consta la empatía que tienen las profesionales de Traslados del Área de Salud de Ibiza y Formentera y el esfuerzo que hacen para facilitar los trámites a las familias en esos momentos tan dolorosos», aseguran desde la gerencia.

Una afirmación que no puede aplicarse a la profesional de administración de Son Espases que hace apenas un par de semanas escupió lo de «no hay paciente, no hay habitación» a un ibicenco que acabada de perder a su padre y sólo necesitaba unas horas más la habitación de la hospedería. Responder unos mensajes, agradecer condolencias, ordenar sus pensamientos, ducharse y empezar a digerir su dolor. En este caso, desde Salud reconocen que no fue un comportamiento adecuado. Pero lo achacan al desconocimiento. A que esa persona no sabía si al paciente se le había dado de alta, si se le trasladaba de nuevo a Ibiza por mejoría o, como era el caso, si había fallecido. Además, señalan que la hospedería de familiares de pacientes tiene una alta demanda, por lo que se intentan optimizar las habitaciones para ayudar a todas las familias que sea posible. Entienden eso sí, que situaciones como la de este ibicenco no deberían pasar. Y aseguran que pondrán los recursos para que ninguna persona que acabe de perder en Son Espases, lejos de su casa, a un ser querido, tenga que escuchar, cuando aún no ha tenido tiempo ni de llorar lo de «no hay paciente, no hay habitación».

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