El PP pide el voto «en masa» para no depender de la «ultraderecha»

Los candidatos del Partido Popular animan a la movilización de sus votantes para alcanzar la mayoría absoluta en su fiesta de final de campaña en el paseo Vara de Rey ante afiliados, simpatizantes y transeúntes

Isaac Vaquer

Isaac Vaquer

El ritmo latino servía ayer para calentar motores en la fiesta de cierre de campaña del PP. Las pruebas de sonido se hicieron con el clásico ibicenco ‘Jo tenc una enamorada’, en la versión de Ressonadors, pero a medida que se acercaba el inicio del acto iban sucediéndose las canciones de Nicky Jam, Feid o Quevedo. Precisamente al ritmo de Quevedo y Bizarrap en su Music Session 52 se lanzaron los candidatos populares a sus puestos. El público que ocupaba todos los bancos y rodeaba de pie el espacio habilitado en el paseo Vara de Rey se arrancó a dar palmas.

El PP pide el voto «en masa» para no depender de la «ultraderecha»  |

El PP pide el voto «en masa» para no depender de la «ultraderecha» | / I. Vaquer

«Me han dicho que suba a cortaros el rollo», arrancó José Vicente Marí para romper el hielo, o más bien para apagar el fuego. «Joe», se oía entre el público en tono de broma.

El presidente insular del partido animó «a votar en masa al PP y apostar por la concordia y por construir Ibiza entre todos y hacer juntos el camino del progreso». Un apoyo «muy mayoritario» para poder gobernar sin los condicionantes de «la ultraderecha, los regionalistas ni los nacionalistas». Reivindicó el voto como «una apuesta por seguir progresando, por la estabilidad y el buen gobierno con las políticas que benefician a todos y que protegen a todos como las del Consell de Vicent Marí», alejado de «los líos de pactos de socialistas y podemitas con su política del tot aturat».

«Gracias a todos por estar en este paseo de Vara de Rey, que va a volver a ser lo que fue hace mucho tiempo», indicó el candidato por Vila, Rafa Triguero, al inicio de su discurso. ¿Una rotonda? No. «Una plaza con vida, que sea punto de encuentro de las familias y de la gente».

Tras sacar a todo su equipo, a los 35, e incluso al equipo de prensa y organización, pidió «un voto útil» que huya «de pruebas y experimentos» para un equipo «preparado para devolver el orgullo de ser ciudadano de la mejor ciudad del mundo».

Sanidad y vivienda

Toni Costa saludó en catalán antes de pasar al castellano. «¿Alguien aquí concibe la posibilidad de cuatro años más de Francina Armengol?», preguntó al público, que se había apagado un poco. Repitió la pregunta y los noes sonaron con más ánimo. Como en la película 'La vida de Brian' se preguntaban «¿qué han hecho los romanos por nosotros», Costa fue preguntando por lo que ha hecho el actual Govern en sanidad, educación o vivienda. «Si tenemos un conseller que ha desalojado a más gente que a la que ha dado casa, recordáis todos el caso de...». Silencio. «Los Don Pepe, ¿no?». Tanto tiempo en Mallorca parece que ha distanciado algo al diputado.

Prometió que en los primero 100 días de gobierno Marga Prohens bajará impuestos y eliminará el impuesto de sucesiones «entre cónyuges, ascendientes y descendientes». Actualmente la imposición es del 1% con estos grupos, aunque sube hasta el 20% en función de la cantidad heredada. Cerró su discurso en catalán.

Finalmente le tocó el turno a Vicent Marí. El público se puso en pie al grito de «presidente, presidente».

Puso el acento en dos temas: sanidad y vivienda. «Los problemas que más preocupan en Ibiza». En materia de sanidad reclamó «más médicos, no más lingüistas» y aseguró que un gobierno del Partido Popular pondrá el catalán «como mérito, no como requisito». Respecto a la vivienda apuntó como principal problema la falta de seguridad jurídica que lleva a mucha gente a tener pisos vacíos. «Tienen más derechos los okupas que los propietarios», consideró.

Aseguró que en un hipotético Govern del PP habrá «una presidenta que entiende a los ibicencos» y «un ibicenco que tendrá las llaves de la caja» (en referencia a Toni Costa como conseller de Economía y Hacienda) que revertirán «estos ocho años de abandono». Con eso se despidió y empezó a sonar flamenco.

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