Semana Santa en Ibiza: La Marina y el puerto salen del letargo

Los negocios del casco histórico de Vila se ponen a punto para iniciar la temporada

Josep Àngel Costa

Josep Àngel Costa

Si la imagen del casco antiguo de Vila seguía siendo un páramo la semana pasada, estos días ya va brotando la actividad para abrir las puertas de los negocios de cara a la Semana Santa. Mientras todos comparten las buenas expectativas tras los resultados del año pasado, no son pocos los que echan de menos mayor seguridad ciudadana y apoyo institucional para dinamizar el barrio en invierno.

«La zona es muy bonita, pero también conflictiva», apunta David Quintana, de la coctelería La Lamba, junto al Mercat Vell. Está pintando el interior del local para su segundo año y se ha percatado de que este invierno le han sustraído las bombillas de la luz exterior.

A pesar del robo, la llegada del calor le estimula. «Después del frío, ahora vuelve la vida y tienes ganas de trabajar. Aunque, cuando termine la temporada, estaremos hartos del calor y de la gente», bromea. El año pasado, Quintana preveía trabajar hasta finales de septiembre, acabó alargando la temporada hasta mediados de noviembre gracias a los cruceros.

Los cruceros

Igualmente, Naiara Ortiz y Eva Marcos esperan que el negocio arranque de verdad con la llegada de estos turistas. «A partir del 20 de abril, cuando empiecen los cruceros, ya estaremos a tope», confían. Ellas empiezan su primer día de trabajo de la temporada en las tiendas de ropa Aloha y Aloha Gold en la calle Castelar, aunque la marca cuenta con otra local más antigua en la calle Aníbal. Antes de abrir puertas, aún les toca ir ordenando y colocando las prendas para abrir en Semana Santa, cuando prevén que los turistas nacionales sean predominantes.

En la manzana de enfrente, Nieves Bonet y María Jesús García atienden en el souvenir Més a Prop, uno de los pocos negocios que abre todo el año, salvo del 15 de enero al 15 de febrero. «En invierno tenemos sobre todo clientes holandeses, pero también ha habido franceses», constatan.

La antigüedad de los edificios del casco histórico obliga a que cada año se requiera varios arreglar los problemas de humedades y pintura

La antigüedad de los edificios del casco histórico obliga a que cada año se requiera varios arreglar los problemas de humedades y pintura. Octavio López calcula que necesita «entre 10 y 15 días» para adecuar su tienda de ropa Marma. Puso en marcha su negocio en 2020, en pleno covid («había que ser valiente», así que ahora encara la temporada con plena tranquilidad: «Estos días se nota que empieza la buena energía».

La Mare de Déu

Mientras que en la Marina se observa cierto dinamismo con estos trabajos preliminares, va menguando radicalmente en el extremo oriental de Vila. En el Carrer de la Mare de Déu, apenas se ve movimiento en dos locales. En uno de ellos, el almacén del Il Pavone, Luciana Romaldi no solo encara la temporada del restaurante, sino también un cambio radical.

Esta italiana, que hasta ahora trabajaba para la sección de camiones del Grupo Fiat, se escapaba siempre que podía desde hace ocho años. «Me encanta la gente y vivir aquí, así que empiezo una nueva vida y he alquilado el restaurante», confiesa ilusionada.

Junto a la entrada de Il Pavone en el Carrer d’Enmig, Rebecca Hemsley y Sarah Day llevan trabajando desde enero para inaugurar su tienda de ropa vintage y de segunda mano, Treasure Ibiza. Las dos socias se han fijado un objetivo ambicioso: «Abrir todo el año para dar vida al barrio con la economía circular y sostenible».

Aunque esta histórica calle aún semeja un páramo, Carmen Cardona, de la Boutique Noray, aclara que la actividad se esconde de puertas adentro. «Estamos en el almacén y pintando muebles. Sin darnos cuenta, en Semana Santa ya estará todo en marcha», destaca. En su caso, espera iniciar su vigésima octava temporada el día 3 de abril y alargarla hasta finales de octubre.

El bar De Miedo es el único de la zona que abre durante todo el año

En el puerto hay un único local que abre todo el año, el De Miedo, aunque también hace la temporada: a partir de mayo abre a diario, mientras en temporada baja levanta puertas jueves, viernes y sábados. Ahora, Sergio Fernández está acondicionando su bar para un fin de semana dedicado a la fiesta irlandesa de San Patricio.

«Se hace duro el invierno, porque hay mucho abandono institucional», lamenta. Hasta el punto de que los contenedores de vidrio de la zona «llevan rotos desde octubre. «Permiten una salvajada como la fiesta de Solomun y el resto no podemos tener un cantautor con una guitarra acústica. Deberían ser más flexibles si no quieren que esto solo sea un barrio de yonquis deambulando».

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