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Servicios sociales e inauguración centro de sa Joveria

«Este invierno va a ser duro en Ibiza»

Cáritas alerta de la «complicada» situación en la que se verán muchas familias de la isla por la inflación

Una de las habitaciones de mujeres, con cuatro literas y con un espacio para que cada usuaria pueda dejar objetos personales Vicent Marí

No son Stark, pero en Cáritas saben muy bien que el invierno se acerca. Y que va a ser duro. Mucho. La buena temporada es un espejismo ya pasado y se preparan para la crudeza de los próximos meses. Y eso que la temperatura de las calles de Ibiza no es la de Invernalia. «Es verdad que este verano ha habido mucho trabajo y nuestros servicios de empleo se han quedado sin personas a las que recurrir cuando nos llamaban empresas, pero sabemos que la inflación, la guerra y, sobre todo, el alquiler han hecho que personas que solían ahorrar para pasar un invierno relativamente tranquilo no hayan podido hacerlo», avanza Gustavo Gómez, coordinador de Cáritas Diocesana en el enorme salón del nuevo centro temporal de baja exigencia de Sa Joveria, inaugurado ayer. Con un intenso olor a precampaña. Mientras los numerosos políticos recorren las instalaciones, charlan en corrillo y disfrutan con el piscolabis.

Las redes familiares, que fueron la salvación en la crisis de 2008 «se han agotado», continúa Gómez, que vaticina un «duro» y «complicado» invierno. La consellera insular de Bienestar Social, Carolina Escandell, señala que las 56 plazas del centro provisional se han calculado tomando como referencia las entre 50 y 60 personas que durante el confinamiento pernoctaron en el pabellón de Sa Blanca Dona. «Harían falta más plazas», considera Gómez, quien reconoce lo difícil que es saber cuántas personas sin hogar hay en la isla. «Son una población flotante y no hablamos sólo de personas que estén viviendo en un banco o debajo de un árbol, sino de quienes están en infraviviendas, como quince personas metidas en una habitación o donde no tienen los servicios mínimos de agua o calefacción», indica el coordinador, visiblemente contento por la puesta en marcha del ansiado recurso, que permitirá a más de medio centenar de personas no sólo contar con «cuatro paredes y un techo», que también, sino «tener algo a lo que llamen hogar, aunque sea una habitación compartida, algo que realmente sientan suyo y a partir de lo que puedan ir paliando sus necesidades».

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Galería de imágenes: así es el nuevo albergue temporal de Ibiza Vicent Marí

Mirando al sur

Habitaciones que compartirán, cuando estén llenas, ocho personas. Cada una cuenta con cuatro literas «con un rincón para poder dejar sus objetos personales», explica Pepe Torres, arquitecto de los servicios técnicos del Consell de Ibiza que desgrana, tras los discursos en el porche y el protocolario descubrimiento de la placa, los detalles de las instalaciones durante la visita guiada. Una visita que comienza con parte de las profesionales que atenderán el centro, completamente vestidas de azul (prácticamente todas son mujeres) y rectas frente al mostrador principal, saludando a las numerosas autoridades.

No hace falta que Torres explique las habitaciones y el salón miran al sur. La luz que se cuela hasta el último rincón ya lo deja claro. La zona norte es para todo lo demás: los vestuarios, los servicios, la lavandería, las salas de atención... El objetivo, explica, era conseguir un espacio confortable, reconfortante, cálido, pero al mismo tiempo duro y de batalla, resistente. «Como un instituto», compara Torres tratando de hacerse oír por encima de las parlanchinas autoridades, que lo comentan absolutamente todo.

Desde lo bonitas que les parecen las paredes grises de los vestuarios, donde se percatan de que falta un espejo —«tendría que ser de plástico», les contestan— a lo cómodos que parecen los sofás de la zona más tranquila del salón, diáfano, en el que, además, están las mesas de comedor y un pequeño office con hornos, microondas y bandejas para la comida. El arquitecto destaca la agradable temperatura de las habitaciones, por cuyas cristaleras se cuela el sol. Se ha procurado, explica, que el edificio no consuma mucha electricidad. «La calefacción y el aire acondicionado se tendrán que encender poco. O con poca fuerza», asegura mirando al techo.

«Se puede salir directamente al jardín», comentan en una de las habitaciones previstas para mujeres (separadas por la zona central de las de los hombres) segundos antes de que el arquitecto les explique que no, que por las características del recurso todos los usuarios tienen que entrar y salir por el acceso principal, donde se encuentra el mostrador, en el que siempre habrá un profesional controlando. «Puede haber personas que sólo estén una noche, otras que pasen más tiempo, puede que alguien esté alterado...», comenta. Hay muchas más plazas de hombres (40) que de mujeres (16) una distribución que se ha hecho teniendo en cuenta los datos de personas sin hogar y posibles usuarias del espacio, detalla la consellera.

Que se trate de un centro de baja exigencia no significa que las personas sin hogar puedan llegar a él directamente. Serán los servicios sociales los que derivarán a los usuarios. Eso sí, matiza la consellera, si alguien llega al centro por su cuenta porque necesita ayuda se le derivará a los servicios sociales. Se prevé que la mayoría de los beneficiarios del centro sean de Vila, el municipio con más población. «Sant Antoni y Santa Eulària tienen también un volumen de personas sin hogar que no es precisamente pequeño», apunta. Unos datos que cuadran bastante con los que poco antes barajaba el coordinador de Cáritas: «A los desayunos, que son abiertos, vienen unas 50 personas cada mañana y al comedor social unas 40, y porque no caben más. Pero hay quince más en los comedores de Cáritas en Sant Antoni y Santa Eulària».

El centro ofrece, además de un sitio en el que dormir, desayuno, comida, merienda y cena. También ducha y lavandería, que podrán usar personas sin techo aunque no tengan una plaza residencial en Sa Joveria «siempre que haya capacidad y que vengan derivados por los servicios sociales municipales, que son los que conocen la casuística de las personas, si tienen el perfil o no», matiza la consellera, que recuerda que al ser un centro de baja exigencia habrá usuarios «con problema de consumo de sustancias, con enfermedad mental o con patología dual». El coordinador de Cáritas destaca la importancia de ofrecer servicios como las duchas y la lavandería: «Para cualquiera de nosotros puede parecer algo insignificante, pero es muy importante tener un sitio en el que poder lavar la ropa». Ducharse, poner una lavadora, sentarse en un sofá, tomarse un café sin tener que sentarse en el suelo. Cosas sencillas para la mayoría, un lujo imposible para quienes viven en la calle. Una calle que, quizás, no lleguen a abandonar. «Lo que tenemos muy claro porque nos lo dicen los informes desde hace años es que cuando hay una crisis, del tipo que sea, hay personas que caen y no vuelven a recuperar su vida. Y con la pandemia hay muchas personas que han caído en exclusión y en exclusión severa», señala Gómez

«Llega el frío y comienza el mal tiempo», apunta Miguel Ángel Riera, delegado episcopal de Cáritas en su discurso. «El invierno se prevé duro y largo», insiste el presidente del Consell de Ibiza, Vicent Marí. El termómetro marca 21 grados, pero la Invernalia de la que hablan no está en la temperatura.

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