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Fiestas en Ibiza: «No todo es lo que creemos»

Doce niños de entre siete y diez años participan en un taller de ciencia en las fiestas de Sant Agustí

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Taller de ciencia para niños en Sant Agustí

Bajo la sombra de granados y enfrente de la iglesia de Sant Agustí, doce niños de entre siete y diez años disfrutaron ayer por la tarde de un taller de ciencia de la mano de Eiviciència, dentro del programa de las fiestas del pueblo y organizado por la Asociación de Vecinos de Sant Agustí.

Mucho antes de que la actividad comenzara, los jóvenes participantes esperaban detrás de la verja deseosos de entrar en el pequeño recinto y empezar ya a experimentar. A las siete y media corrieron para coger sitio en el banco gritando con ilusión: «¿Qué haremos?» y «Tengo ganas de mezclar colores y hacer explosiones».

«Eiviciència ahora cumple diez años como iniciativa de divulgación científica» con el objetivo de «acercar la ciencia a todo el mundo», destacó la organizadora de la actividad, Eva Tur.

Guillem y Bartomeu realizan uno de los pasos a seguir con el zumo de limón. Irene Vilà

La química explicó a los pequeños cinco experimentos diferentes. El primero fue el de superficies mínimas, en el que preguntó a los asistentes: «¿Por qué las burbujas son redondas?»; otro para estudiar el pH con cambios de color ; el siguiente, hacer una lámpara de lava con pastillas efervescentes para ver la densidad; otro fue utilizar la maicena para ver la diferencia entre sólido y líquido, ya que «depende de la fuerza, se comporta como si fuesen arenas movedizas»; y por último, estaba previsto hinchar un globo sin soplar, con «una reacción que es mezclar vinagre y bicarbonato».

Física, química y matemáticas fueron algunas de las materias que se tocaron en el taller. «A los niños les encanta, disfrutan porque es todo manipulativo y ellos poco a poco van aprendiendo. Experimentan ellos mismos y despiertan estas vocaciones científicas», remarcó Tur. «Pienso que enseñar la ciencia tiene que ser con práctica», agregó.

Otros de los jóvenes participantes observan el resultado de la actividad. Irene Vilà

Ana, Unai, Marina, Guillem, Bartomeu, Gerard e Iria eran algunos de los niños asistentes al taller y que se involucraron mucho en este. «¿Puedo probar yo?», «La naturaleza no puede hacer líneas rectas», «Mira, se ha hecho más grande la burbuja y ha explotado», «A mí me sale súper raro», «¿Las lámparas de lava nos las quedaremos?», «Erlenmeyer es un nombre alemán», «Huele mal», «Está muy ácido», «El mago lo hizo de nuevo», «Ostras la reacción, qué guapa» y «Sé que existe esto, pero nunca lo he visto», fueron algunas de las aportaciones más divertidas que iban comentando entre ellos a medida que avanzaban los experimentos.

Roser Marí, madre de Guillem de ocho años, y Maria Rosa Ribas, progenitora de Bartomeu, también de ocho años, observaban cómo sus hijos disfrutaban de esta actividad. Ambas coincidieron en que los niños estaban «a la expectativa» y «con ganas» de ir al taller de ciencia. Además, «tienen ganas de volver al colegio y juntarse con los amigos otra vez», afirmaron.

Al terminar , se les preguntó a los niños por el experimento que más les había gustado y la respuesta general fue que el de la lámpara de lava. También respondieron que habían aprendido «ciencia» y que «no todas las cosas son como creemos», destacó a modo de conclusión Iria, de ocho años.

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