Falta más de una hora y media para que dé comienzo la procesión del Santo Entierro y el hormigueo de gente por la Marina ya hace prever que el covid no va a afectar a la masiva afluencia de público. A las siete menos cuarto los más puntuales ya han tomado sitio privilegiado en el Patio de Armas, uno de los rincones más fotogénicos por la dificultad de los pasos tanto a la hora de cruzar su arco de entrada como para salir por el Portal de ses Taules.
El trasiego es más evidente en Santo Domingo, donde buena parte de su agrupación musical espera en la calle mientras los cofrades se enfundan sus hábitos en el interior. Esta iglesia es la sede de la cofradía del Santísimo Cristo del Cementerio, fundada en 1890, la más antigua de Ibiza. Sus dos pasos, el que le da nombre y el Ecce Homo, son los únicos que no parten de la catedral, sino que se suman a la procesión cuando esta llega a su templo.
La plaza de la Catedral ya es un hervidero de gente a las siete y cuarto, cuando el obispo, Vicent Ribas, termina la misa previa a la procesión. La presidenta de la cofradía del Santísimo Cristo del Cementerio y de la Junta de Cofradías, Nieves Jiménez, admite que esta fecha es más especial que nunca, después de que en 2019 se anulara la procesión por la lluvia y el covid impidiera salir con las imágenes otros dos años más.
«Somos cofrades todo el año, pero sí que es verdad que esta mañana sentía una emoción más fuerte que nunca cuando decoraba con flores la peana», detalla Jiménez, antes de partir hacia Santo Domingo para incorporarse a los suyos. El paso del Cristo Cautivo, de la iglesia de Santa Cruz, espera estratégicamente encarado a la entrada de la catedral, ya que será el más puntual en salir y estará guiado, por primera vez, por José Navarro.
«Más ganas que nunca»
«De joven era capataz en la Puebla de Cazalla, así que me han convencido para serlo aquí. Pero más bien soy capatacito», bromea Navarro, aludiendo a su poca estatura. A la cofradía de Nuestro Padre Jesús Cautivo y Resucitado, fundada en 2015, le seguirá la otra más joven, la de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder, creada en 2008 en la parroquia del Roser. Su capataz, Juan Bastida, no oculta su emoción pocos minutos antes de emprender la marcha.
"Hay más ganas que nunca de repartir el amor de Cristo por las calles de Vila"
«Por supuesto que este año es más especial que nunca por muchos motivos. Me estreno como presidente, pero lo más importante es que, después de tres años, hay más ganas que nunca de repartir el amor de Cristo por las calles de Vila», apunta Bastida.
La cofradía del Santo Cristo de la Agonía, fundada en 1959 y la más antigua de la parroquia de Santa Cruz, cargará este año la talla de Jesucristo directamente con cinco cofrades, sin la plataforma. Su otro paso tradicional en el Santo Entierro, la Virgen de la Esperanza, será portado, como siempre, por doce mujeres.
En uno de los laterales de la nave, aguardan los nazarenos de la cofradía de Nuestra Señora de la Piedad, creada en 1954 en la iglesia de Sant Elm y la primera extramuros de Vila. Y, a ambos lados del altar, se encuentran las dos cofradías de la catedral, la de Nuestra Señora de los Dolores, nacida en 1945, y la del Santo Cristo Yacente, fundada un año antes y la primera en salir a procesionar en Dalt Vila.
«En los inicios, se decía que nuestra cofradía era la de la gente casada y la Dolorosa la de los solteros, pero cambió en seguida», recuerda Toni Torres, que con 37 años, saldrá como costalero por vigésimo segunda ocasión. «Pero la primera vez que salí solo tenía tres años», precisa.
La catedral queda vacía tras salir el Santo Cristo Yacente y, en la plaza de España, los cofrades del Santísimo Cristo del Cementerio ya ven acercarse al Jesús Cautivo. Aún esperan el paso del Santo Cristo de la Agonía y la Esperanza para incorporarse a la procesión.
