Ir al mirador de es Vedrà a ver la puesta de sol se ha puesto de moda. Siempre lo estuvo, pero ahora el número de visitantes se ha desbocado completamente. Los fines de semana de verano, en hora punta se concentran hasta un millar de personas, los dos aparcamientos habilitados por el Ayuntamiento de Sant Josep se desbordan, los coches se estacionan de manera irregular a ambos lados de la carretera y los visitantes inundan los caminos que conducen hasta los acantilados, en una zona que es ANEI (Área Natural de Especial Interés). La situación se ha descontrolado de tal manera que las concentraciones para contemplar la puesta de sol se han convertido en una especie de macrobotellón en el que al riesgo de caídas e incendios hay que sumar el hecho de ser un potencial foco de contagio de covid.
«Es una situación muy molesta», comenta Bárbara Linares, vecina de es Cubells y cuya familia tiene una caseta varadero en Cala d’Hort. «El pásado sábado tardamos 45 minutos en poder salir de la playa a causa del colapso de coches». Linares comenta que otros vecinos le han transmitido quejas similares: «Es algo que se repite a diario y es muy agobiante».
Un problema que admite la concejala de Medio Ambiente y Espacios Protegidos del Ayuntamiento de Sant Josep, Mónica Fernández: «Lo peligroso es el caos de coches. En esa zona son habituales las caídas en el acantilado… si tiene que pasar por ahí un vehículo de emergencias, lo tiene complicado. Y en el caso de un incendio como el que sucedió en Benirràs, la situación también es muy peligrosa».
Ordenar la zona
Cuando el flujo de visitantes era mucho menor, los turistas podían entrar con su vehículo hasta casi la explanada del mirador, aparcando en terrenos privados. Para disminuir la presión sobre la zona, durante la legislatura anterior el Ayuntamiento cortó el acceso rodado a los caminos y habilitó dos aparcamientos disuasorios, de manera que el acceso se efectúa exclusivamente a pie. Sin embargo, el número de visitantes ha continuado incrementándose y ahora el problema de vehículos se ha trasladado hasta la carretera que une el mirador con el desvío hacia Sant Josep y Cala d’Hort. Pese a las señales de prohibido aparcar, los coches se acumulan caóticamente a ambos lados de la carretera.
«Ponerle puertas al campo es muy difícil. Hemos cortado los caminos para proteger la zona, hemos puesto las señales de prohibido aparcar. Pero si hay gente que se juega la vida por hacer una foto y colgarla en Instagram, cómo no van a aparcar en un lugar prohibido», reflexiona Férnandez, quien recuerda que la potestad sancionadora en esa carretera no corresponde a la Policía Local sino a la Guardia Civil de Tráfico. La concejala también explica que los fines de semana, Protección Civil realiza labores de ordenación del tráfico, aunque no tienen potestad para sancionar.
Incapaz de contener la marea de turistas, el Ayuntamiento de Sant Josep está trabajando en dos posibles soluciones para aliviar la presión sobre la zona. Una es un proyecto de senderos acordonados y de miradores dispuestos a lo largo de la línea de la costa: «Queremos ordenar el paso de la gente y distribuirlos a lo largo de varios puntos para evitar las aglomeraciones». Otra opción es establecer un sistema de autobuses lanzadera para trasladar a los visitantes: «No podemos evitar que la gente venga, pero sí podemos evitar que se acumulen tantos coches, y para eso la solución es el transporte público».
La concejala josepina explica que este proyecto «se está redactando», y ha solicitado la colaboración del Consell Insular para reforzar la conectividad de la zona con transporte público.
