Diario de Ibiza

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Crisis sanitaria

Cuando la UCI Covid está a 148 kilómetros de Ibiza

La unidad de críticos del Hospital Son Espases ha acogido en los últimos días a siete enfermos de coronavirus de Can Misses a los que trasladó por aire, intubados y conectados a un respirador, el 061

El personal de la UCI del hospital Son Espases, con uno de los enfermos críticos de covid. Manu Mielniezuk

Algo menos de 148 kilómetros. En línea recta. Y con el mar de por medio. Es la distancia que separa la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del Hospital Can Misses, en Ibiza, de la de Son Espases, en Mallorca. Esos algo menos de 148 kilómetros son los que han salvado en los últimos días, en el avión medicalizado o el helicóptero de traslados sanitarios, siete enfermos muy graves de coronavirus de Ibiza. Intubados, sedados y conectados a bombas de perfusión. «La UCI de Can Misses estaba en una situación difícil y como hospital de referencia estamos aquí para ayudar. Es un orgullo poder hacerlo», comenta Julio Velasco, jefe de la UCI de Son Espases. Este servicio cuenta con 58 camas, 44 de ellas para pacientes con coronavirus en la segunda planta del bloque B del hospital universitario que, desde que comenzó la pandemia, no ha habido un solo día que estuviera libre de pacientes con coronavirus. «Siempre hemos tenido seis pacientes como mínimo», apunta.

Ahí han estado estos siete enfermos críticos de covid que la unidad de Ibiza, con todas las camas ocupadas y sin capacidad de aumentarlas debido a la falta de personal, no podía acoger. «Los traslados de Can Misses a la UCI de Son Espases son frecuentes, no es algo excepcional», indica Velasco, que destaca que ambas unidades tienen sistemas de trabajo «muy parecidos». Del traslado de los siete pacientes se ha encargado, recuerda el intensivista, el 061: «Se estabiliza en Can Misses y luego los médicos del 061 tienen una labor muy importante durante el traslado. Son pacientes con una especial afectación pulmonar. Su responsabilidad y su buen hacer es fundamental». 

Antes de que llegue el enfermo, los médicos de las dos unidades ya han hablado sobre el paciente, una información que se completa con el informe del facultativo del 061 que se ha encargado del traslado. Ya en la UCI de Mallorca se cambian las bombas de perfusión que se han usado durante el traslado por las del propio hospital. Lo mismo con el ventilador. «El de aquí es diferente, más completo», comenta el responsable de la unidad, que añade que se mantienen, salvo que se produzca una infección, las vías que les cogen en Can Misses. 

"La UCI de Can Misses estaba en una situación difícil y como hospital de referencia estamos aquí para ayudar"

Julio Velasco - Jefe de la UCI de Son Espases

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Lo habitual es que estos pacientes permanezcan entre dos y tres semanas «dormidos», dando tiempo a que la inflamación pulmonar se vaya reduciendo, dejando que el ventilador haga el trabajo y vigilando que los demás órganos (corazón, riñón, hígado...) funcionan bien, que no se produzca un «fallo multiorgánico». «A estos pacientes se les controla al minuto. Se les hacen análisis varias veces al día, pruebas radiológicas, TAC...», indica Velasco. Durante todo este tiempo, hasta que mejoren y sea posible despertarles, vela por ellos un equipo integrado por unos 250 trabajadores de enfermería y cerca de treinta médicos. Además de celadores, que se encargan de cambiar de posición a los enfermos que tienen que pasar mucho tiempo encamados. 

Manu Mielniezuk Detalle de un paciente ingresado en uno de los boxes del Hospital Son Espases.

«Esto es un equipo», reitera Velasco, que detalla que, si todo va bien se va retirando la sedación. «Poco a poco», matiza. «Con calma», insiste. A veces, indica, desintubar, tras varias semanas, no es fácil. «Se hace una traqueotomía», apunta. Algunos pacientes despiertan tranquilos, colaboran, facilitan el trabajo de los profesionales de la UCIde Son Espases. Otros lo hacen agitados y hay que cambiar la estrategia. En el caso de los ibicencos, saben que tendrán que explicarles que se han despertado en Mallorca, no en Can Misses, donde ingresaron y donde les sedaron. 

Al menos uno de los pacientes derivados desde Ibiza a la UCI Covid de Son Espases ya se ha despertado y se ha trasladado a planta. «No salen de aquí y se van a Can Misses», apunta el intensivista, que detalla que pasan unos días desde que se despierta al paciente hasta que se le traslada a planta. En esos días, sin moverse de la cama, comienza el trabajo de Rehabilitación. «Hacen una labor extraordinaria. Los pacientes despiertan con debilidad muscular, hipotonía», comenta Velasco, que califica de «clave» la comunicación con las familias de los ingresados. «Es básico. El paciente está dormido, no se entera de lo que pasa, pero la familia sí», afirma. Intentan que no sea cada vez alguien diferente quien les informe del estado de su enfermo, tratan de crear «un vínculo», que la información sea muy personalizada, que la confianza entre quienes velan por el enfermo y los que sufren por él sea «total». 

"Sabemos lo doloroso que es para los familiares tener a un enfermo en otra isla"

Pilar Fuster - Coordinadora de Atención al Paciente de Son Espases

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A lo mismo dedica todos los esfuerzos el equipo de Atención al Usuario de Son Espases, coordinado por Pilar Fuster. «Sabemos lo doloroso que es para los familiares tener a un enfermo en otra isla. Desde el primer momento el objetivo es que se sientan acompañados», afirma Fuster, que destaca que en el instante en el que supieron que empezarían a trasladar enfermos críticos de covid desde Ibiza reservaron cinco habitaciones de la hospedería del mismo hospital para sus seres queridos. De momento, lamenta, no las han ocupado. Muchos de ellos están confinados por el coronavirus y aún no han podido viajar a Mallorca. «Quieren venir. Aunque no puedan estar con ellos quieren sentirse cerca, estar en el mismo hospital y en la misma isla», indica Fuster, que cree que la semana que viene, pasada la cuarentena, comenzarán a llegar los primeros familiares de estos, de momento, siete ingresados.

Parte de la plantilla de la unidad de críticos de Son Espases. Manu Mielniezuk.

Todos ellos ya saben los pasos que tienen que seguir. Que pueden alojarse allí, que tienen media pensión, que les pueden pedir lo que necesiten y que podrán ver a sus seres queridos. Si han pasado a planta podrán, incluso, estar un rato con ellos después de que un equipo de enfermeras jubiladas, voluntarias, les enseñen y ayuden a ponerse los equipos de protección individual (EPI). 

Si aún permanecen en la UCI también podrán verlos, aunque sea a través del cristal de box en el que están dormidos y en el que, si todo va bien, despertarán. «El primer momento, ver a tu familiar intubado y conectado a las máquinas es duro», reconoce el jefe de la UCI del hospital de referencia de Balears antes de narrar uno de los grandes momentos que viven en la unidad: «Cuando el enfermo ya se ha despertado, ve a su familia al otro lado del cristal y levanta la mano para saludarles...». Ése es el instante que vivirán, si nada se tuerce, los familiares de los enfermos ibicencos ingresados en la UCIde Son Espases. Después de salvar, en avión o en barco, esos cerca de 148 kilómetros que separan las dos unidades de críticos. En línea recta. Y con el mar de por medio. 

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