Hasta cien personas pueden ir a recoger alimentos a Cruz Roja en las jornadas de reparto, que ha pasado de hacerse un día a la semana antes de la pandemia a llevarse a cabo de lunes a viernes debido a la gran demanda existente, cuenta la trabajadora social y jefa del departamento de Intervención e Inclusión Social, Laura Moreno.

«Cada día vienen unas 100 familias; igual hay días que son 60, 70 u 80. Los listados van variando porque hay gente que se está marchando a la Península o a sus países», resalta Moreno.

Los usuarios tienen asignado un día de recogida de alimentos cada dos semanas y pueden acudir a la sede de la ONG entre las 10 y las 12 de la mañana. Una vez allí, un voluntario las recibe en la puerta y después de comprobar que en efecto ese día les corresponde recoger la comida, pasan a llenar sus bolsas o carros con todos los alimentos que ha preparado el resto de voluntarios.

Leche, arroz, pasta, atún, carne, legumbres, aceite, harina, fruta y verdura, tomate frito, cacao en polvo, galletas o magdalenas son algunos de los productos que se les dan para las dos semanas siguientes. «Y si hay posibilidad de entregar algo que se salga de esto, pues también», apunta Moreno.

El FEAD y donaciones

El FEAD y donaciones

Eso depende de los alimentos que tengan en el almacén y que les llegan por diferentes vías. Por una parte está el Fondo de ayuda europea para las personas más desfavorecidas (FEAD), del que reciben productos cuatro veces al año. Por otra, las donaciones que les llegan de los Carritos Solidarios de Marco Martín -«ahí nos entregan mucho que va muy bien: latas de fabada, albóndigas ya hechas, cosas que a las familias les facilitan bastante [el día a día]», apunta Moreno, quien esta semana explicaba que el miércoles era el día que debían acudir a recoger su «parte» de esta donación o de supermercados como Lidl, donde les dan productos que ya no pueden vender. Y también de las compras que realizan gracias a donativos, a subvenciones y a los socios.

Moreno reconoce que en estos momentos los alimentos se agotan antes de tiempo. «No duran nada», apunta y explica que, por ejemplo, una gran parte de la tercera remesa del FEAD que les llegaba en verano siempre solía quedar para sumarse a la que llegaba en septiembre, pero ya no es así. «Ahora dura un mes si acaso», indica y añade que lo que suelen hacen es «alargarla» con al resto de donaciones, de modo que van viendo qué tienen y sacan lo que por fecha se pueda consumir antes.

Y es que si en años atrás su actividad era intensa entre enero y marzo y a partir de octubre, ahora la situación es muy distinta. «En octubre empezábamos a tener una subida de usuarios, y en noviembre. En diciembre, enero, febrero y en marzo teníamos nuestras cifras más altas. En abril bajaba. Y en verano nos manteníamos con las familias recién llegadas, desestructuradas o no tan resolutivas para desenvolverse en el ámbito laboral», explica la trabajadora social.

Moreno añade que las familias que acuden a Cruz Roja lo hacían directamente en la puerta, por teléfono en la época del confinamiento o derivadas por los Servicios Sociales municipales, ya que éstos no pueden dar una respuesta tan inmediata como tal vez necesitan dada su «burocracia».

En las últimas semanas están llegando algunas con cierta «desesperación» y «nervios» provocados por la impotencia de no tener qué dar de comer a sus hijos. «Cada día vienen personas con esa desesperación. Y es que una cosa es vivir, otra sobrevivir y otra estar en la incertidumbre y en no saber qué va a pasar», dice. Desde Cruz Roja inmediatamente las meten en el banco de alimentos para que puedan recibir comida y después, cuenta Moreno, trabajarán con ellas otras cuestiones y necesidades una vez que puedan hacer la entrevista correspondiente.

Moreno recuerda que durante el tiempo de confinamiento el reparto se hacía a domicilio a través de diferentes rutas y yendo a entre 100 y 150 hogares diarios.

Para los meses que vienen, el objetivo de la ONG es seguir estando y ayudando en todo lo que puedan.