Alberto Serrano, coordinador de Educación Vial de la Policía Local de Ibiza, lo tiene claro: las bicicletas pueden ser para el verano, para el otoño y para el invierno y la primavera, pero no deben ir nunca por las aceras. No hay ordenanza alguna en Ibiza, asegura, en la que se indique que los velocípedos puedan circular por el mismo lugar que los peatones, salvo en las zonas peatonalizadas. Y en estos casos, siempre a la velocidad del peatón. Absténganse, pues, los pilotos de bicicletas de acosar a los viandantes con los timbres o emular a Contador.

El agente montó ayer un circuito de educación vial en el Día del Pedal para explicar a los pequeños cómo deben conducir. Durante todo el año (de septiembre a junio), imparte clases, él solo, a unos 4.500 alumnos. Antes le ayudaban dos monitores, pero se ha quedado solo, indicó. El tema de la bicicleta se toca con niños de entre 10 y 11 años: «Les explico que no pueden ir por las aceras, pues no hay ninguna ordenanza que lo permita».

Ordenanza anticuada

A su juicio, la actual ordenanza, que data de mediados de la pasada década, «está anticuada». Se necesita una, afirma el policía, que se actualice para recoger la aparición de nuevos y peligrosos vehículos, como los patinetes eléctricos, que no existían en 2004.

Y de paso, la ordenanza debería aclarar y especificar por dónde pueden ir o no las bicicletas en Vila, subraya Serrano, para quien no es correcto juntarlas en el mismo espacio con los peatones». Él lo tiene claro, pero el alcalde de Eivissa, Rafa Ruiz, tenía ayer otra opinión: según él, pueden ir por las aceras de más de 1,5 metros de anchura, y siempre a la velocidad del peatón. Lo de más de 1,5 metros no sale en ninguna ordenanza, asegura Serrano.

El coordinador de Educación Viaria de la Policía Local advierte de que sí hay una eximente: las bicis de los niños que no superen el medio metro de altura, aproximadamente, sí pueden rodar por las aceras porque son consideradas juguetes.

El peligro del patinete eléctrico

Ruiz explicó, poco antes de participar en uno de los recorridos del Día del Pedal junto a su hija, que el Consistorio quiere regular el patinete eléctrico mediante una ordenanza. Se basarán en la ordenanza de Palma. «No hemos detectado accidentes aún, ahora no parece una amenaza, pero es preferible prevenir antes que curar, antes de que vaya a más», comentó Ruiz.

El propósito, según el alcalde, es «evitar que el patinete entre en conflicto con el peatón». En Palma, por ejemplo, «han regulado la velocidad y los lugares habilitados» para su paso. Ruiz cree que deberían ser regulados como las bicicletas, aunque visto cómo campan estas a sus anchas por las calles de Vila, da miedo esa afirmación.

Serrano considera que una futura ordenanza debería distinguir entre los patinetes ligeros y aquellos con ruedas enormes y asiento, que pueden llegar a pesar 70 kilos: «Estos, incluso a 10 kilómetros por hora pueden hacer mucho daño. Eso hay que regularlo».

Frecuentemente, Serrano ha llamado la atención a los ciclistas que usan las aceras para desplazarse. La respuesta que recibe suele ser la misma: «Dicen que es sólo una bici. No son conscientes de que se trata de un vehículo. Otros alegan que si van por la calzada, les pitan los conductores». En efecto, hay algunos, pero pocos, energúmenos que acosan a los ciclistas en las calles de Vila, les pitan e, incluso, les ponen en peligro con maniobras arriesgadas.

«Eso ocurre por desconocimiento de los conductores», dice Serrano. Y por las prisas, si bien el policía recuerda que la velocidad en las calles de Eivissa está limitada a 30 kilómetros por hora. Eso sí, la mayor parte de la señalización horizontal, pintada hace casi una década, se ha borrado de la calzada: «Faltan señales verticales», avisa Serrano.

Un millar de personas, 1.066 concretamente, participaron ayer en la XXXII edición del Día del Pedal de Vila, unas 300 menos que hace un año. En 2017 hubo un incremento del 10% respecto a la edición de 2016. Lluís Lliteras, organizador municipal de esta cita cree que, aunque parezca contradictorio, fue el buen día el que restó participantes. A su juicio, después de tantas jornadas de lluvias y viento, la gente prefirió ir al campo, quizás para coger níscalos, que abundan en estas días.