«Platja d'en Bossa está vacía. Otros años había un montón de gente por las aceras», señala una hotelera de la zona. Aun así, ya en 2017 vivió el primer aviso de que el turismo no iba tan bien como aparentaban las estadísticas: «El año pasado tuvimos unos descensos de facturación del 7%. Pero este año será mucho mayor ese porcentaje», augura. Como otros empresarios, intenta mantener precios «a base de añadir gratis masajes, copas de todo con tal de aparentar que no se bajan... pero se bajan». En las agencias de viaje 'on-line' ya son frecuentes las ofertas para la temporada alta ibicenca, algo impensable hace sólo dos años, pero que ya en 2017 se convirtió en una batalla diaria entre los hoteles con tal de salvar la temporada en julio y agosto.