«Especialmente preocupantes». Así califica las raves el artículo 'Pros i contres del turisme d'oci a Eivissa' incluido en el 'Anuari del Turisme de les Illes Balears'. El texto, escrito por Josep Ramon, profesor de la Escola Universitària de Turisme d'Eivissa, y Carmen Azpelicueta, profesora de Economía de la Empresa de la UIB, destaca que la zona de es Amunts «es la más propensa» a este tipo de fiestas ilegales «por la mayor presencia de zonas deshabitadas». «Estas raves se han convertido en un problema importante para el municipio de Sant Joan y la única solución que tienen es la acción policial», añade el documento, que detalla que el origen está en los años 50 y 60: «Ya se celebraban en casas de campo, playas y zonas rurales, pero es a partir de los años 90 cuando adoptan grandes dimensiones y aumenta su frecuencia». De la misma manera, explica que los organizadores escogen la zona norte de la isla porque buscan «costas vírgenes».

El artículo de Ramon y Azpelicueta recuerda el pasado hippy, que aún sigue presente: «En los años 60 y 70 las fiestas promovidas por la comunidad hippy toman una presencia importante y algunas de ellas se convierten en una tradición que aún perdura, como es el caso de la fiesta de los tambores en Benirràs o la celebración de la puesta de sol en esta playa así como en Punta Galera». También destaca que los problemas en el West End de Sant Antoni tienen su origen en los años 80 y afirma que supone el «lado negativo» del crecimiento de la bahía de Portmany: «La primera zona en desarrollarse turísticamente, pero también la primera en degradarse».

De los 'hippies' al 'beach club'

El texto destaca los cambios que ha vivido la oferta de ocio nocturno de la isla desde su nacimiento. Si en las primeras discotecas de la isla la motivación de los clientes era «interactuar» entre ellos y todo era «espontáneo», en estos momentos «la gestión es mucho más planificada y no queda espacio para la improvisación». El artículo señala que los discjockeys son rockstars, que el trato VIP está vinculado a «precios desorbitados» y surgen los «beach clubs, hotel clubs y party boats». A pesar de ser el sostén de la economía de la isla, el documento señala que se trata de un sector en el que son numerosos los «fracasos empresariales» motivados por «la complejidad de un producto incontrolable» y la «falta de seriedad de algunos empresarios».

El estudio señala las diferencias del sector entre las dos islas pitiusas: «Ibiza se ha especializado en la noche y Formentera, en el día». Y la rutina de los megayates en verano es la forma más gráfica de apreciarlo: «Por la mañana abandonan las marinas de Ibiza para dirigirse a ses Illetes y por la noche regresan a la isla para disfrutar del ambiente nocturno». Curiosamente, el artículo 'Formentera, un turisme particular' (escrito también por Ramon y Azpelicueta), asegura que el origen de la oferta turística de la Pitiusa del Sur, a pesar de las diferencias, también está en los hippies: «Las dos islas han aprovechado elementos considerados herederos de este movimiento para diferenciar su oferta, pero no han enfatizado los mismos elementos».

Pero no todo es armonía en el sector turístico en Formentera. El estudio destaca «el gran volumen de oferta no regularizada» de alojamiento turístico y las quejas de los residentes «por las dificultades de conseguir billetes para viajar a Ibiza durante el verano», debido a la saturación de la isla.