Testigo directo

La otra Supercopa en Arabia: el ‘Decathlon’ de Hossam, la paella con flamenco y la cerveza como peaje para el Mundial 2034

En Riad el fútbol está en todas partes, pero no solo el extranjero, también el local; ambos se consideran estratégicos en el plan Saudi Vision 2030 de diversificación de la economía

Salmán bin Abdulaziz, actual rey de Arabia Saudí, protagonista de un cartel en Riad sobre el plan Saudi Vision 2030 de diversificación de la economía del país.

Salmán bin Abdulaziz, actual rey de Arabia Saudí, protagonista de un cartel en Riad sobre el plan Saudi Vision 2030 de diversificación de la economía del país. / Denís Iglesias

Denís Iglesias

Hossam tiene una pequeña tienda enfrente de las instalaciones del Al-Nassr, la ‘casa’ de Cristiano Ronaldo, donde en los últimos días han entrenado los equipos de la Supercopa de España disputada en Riad (Arabia Saudí). En ‘Sports Center’, como se llama el establecimiento, hay sudaderas y ropa deportiva, pero lo que llama la atención son las notas de color que aportan las camisetas de equipos como el Al-Nassr, Al-Hilal, Al-Ittihad o Al-Ahli, los cuatro grandes del país. 

También hay alguna elástica de clubes más pequeños y extranjeros, aunque cercanos. El ejemplo es el Al-Ahly de Egipto, el país de Hossam. El fútbol es un idioma universal y para establecer contacto rápido con los clientes, el vendedor cita a Mo Salah. Sin embargo, a uno le viene a la cabeza rápidamente el nombre de otro gran jugador egipcio: Hossam Mido, ex del Ajax o del Celta. Ojalá la memoria que tiene mi generación para acordarse de los jugadores de los 90 y 2000 la tuviésemos para todo.

Hossam, por detrás, en su tienda, pidiendo el arreglo exprés con el que se transforma, en cuestión de minutos, una camiseta de manga larga en una corta.

Hossam, por detrás, en su tienda, pidiendo el arreglo exprés con el que se transforma, en cuestión de minutos, una camiseta de manga larga en una corta. / Denís Iglesias

Camiseta corta con sastre instantáneo

Esa referencia enciende la mirada del comerciante, que dice “¡Yo también Hossam!” en un inglés parecido al nuestro. A veces nos preguntamos si en países como Arabia Saudí hablan el idioma de comunicación global. Lo hacemos como si fuéramos becados por Cambridge, cuando realmente lo único que todas las partes necesitamos es entendernos rápidamente. Por eso, al pedir una camiseta infantil, hay que hacer el gesto señalando la altura. Él se activa rápidamente y trae una caja llena de prendas amarillas del Al-Nassr. 

Son de manga larga, pero se puedan hacer cortas al gusto. Verán cómo. El dependiente pega un silbido y aparece un sastre de otro local que, en un abrir y cerrar de ojos, ha hecho un dobladillo perfecto. Aquí no hay ni ‘slim fit’ ni 'authentic' ni parches... Se busca la practicidad instantánea. Una tónica que caracteriza a todos los estratos del país, desde los más altos a los bajos, aunque desde la desigualdad de los recursos que cada uno posee. 

La tienda de Hossam es uno de los múltiples bazares que tienen referencias futbolísticas. La liga saudí, cuyo objetivo estar en el ‘top 10’ mundial, todavía está en fase de crecimiento. Le falta el envoltorio que da el marketing y que convierte cada camiseta en una pieza de lujo frente a los escasos 10 euros que cobra Hossam por cada casaca. No hay regateo posible, el precio no puede ser más ajustado. Su pequeño ‘Decathlon’ es una muestra de que el fútbol saudí forma parte de la vida de sus habitantes.

Una de las múltiples fotos que hay en la galería de trofeos del Al-Nassr, el equipo de Cristiano.

Una de las múltiples fotos que hay en la galería de trofeos del Al-Nassr, el equipo de Cristiano. / Denís Iglesias

Arabia quiere rendimiento, no jubilados

Les gusta la Premier, donde ya controlan el Newcastle, pero sobre todo los grandes clubes de la competición saudí. Por eso buscan llevarse a algunos de sus jugadores para verlos en directo y reivindicar su historia, como hace el Al-Nassr en sus instalaciones. Hay una galería de trofeos y una secuencia de fotos del pasado que evidencian la dimensión de un club que, pese a Cristiano Ronaldo, está todavía lejos del Al-Hilal, su rival en Riad y el equipo a batir en Asia. 

Porque el fútbol en Arabia, a diferencia que lo sucede en Qatar o Emiratos Árabes Unidos, que también atrajeron en su día a jugadores, es una realidad desde hace décadas y los aficionados lo son primero de sus equipos. Por eso quieren jugadores competitivos y no veteranos en sus últimos servicios. El 60% de la población tiene menos de 30 años. Eso también influye en el pensamiento y la revolución generacional que se está produciendo.

El taxista de uno de los viajes realizados en una ciudad en la que el transporte público es prácticamente inexistente (una circunstancia que deberá cambiar con el Mundial 2034) es un hincha que no oculta sus colores. En su Toyota (la marca más vendida del país, como sucede en la mayoría de los estados de la zona) luce una insignia del Al-Nassr, a la que le da un toque para que tintinee. Así, los extranjeros que viajan en su coche se den cuenta de su filiación.

Un concesionario con marcas de lujo en Riad, capital de Arabia Saudí.

Un concesionario con marcas de lujo en Riad, capital de Arabia Saudí. / Denís Iglesias

Taxistas que podrían conducir en el Dakar

Trabajan de sol a sol. O más, porque en Arabia Saudí oscurece pronto. Un chofer paquistaní relata que su jornada laboral es de 16 horas y que no descansa un solo día. Así, durante un año y medio hasta que gana lo suficiente para estar varios meses en su país. No tiene reparos en hablar de su situación.

Vive con otras diez personas en una casa cuyo alquiler vale un plato sencillo en cualquier restaurante. Porque sí, Arabia Saudí camina a velocidad de crucero. Para ello se necesita una base importante de clase trabajadora. Nada nuevo. A pesar de lo futuristas que son algunas instalaciones, la Inteligencia Artificial no suplanta a la mano de obra, inmigrantes en su casi totalidad. 

Los conductores podría participar en el Dakar que en las últimas jornadas ha atravesado la capital. Los semáforos son meramente orientativos y cruzar una calle se convierte en un deporte de riesgo. Se intercambian destellos de luz como si fueran ovnis y no para hacerse ver. El más rápido tiene que estar siempre por delante. ‘Apártate de mi camino’, vienen a decir cuando sacan las manos por la ventanilla. Hasta las ambulancias se suben por las aceras, para riesgo de los pacientes.

Una las calles del barrio de Ad Diriyah, Patrimonio de la Unesco.

Una las calles del barrio de Ad Diriyah, Patrimonio de la Unesco. / Denís Iglesias

Talento extranjero para desarrollar el fútbol

“¿Barça o Madrid?” ha sido el diálogo corto más habitual durante los días que ha durado la Supercopa. Ellos mismos también se posicionan, como ha ocurrido en el torneo, donde el ganador del mismo, el conjunto blanco, suscita mayor interés, sobre todo por su estado de forma y la influencia de jugadores como Karim Benzema o Cristiano Ronaldo. Aunque los saudíes siguen entendiendo la dicotomía entre los dos grandes de España con el ‘Messi - Ronaldo’. Ellos y gran parte del planeta.

Así lo demuestran cantando sus nombres y con las camisetas que lucen, todas réplicas. Alguna inverosímil. Por lo que la asignatura pendiente de la mercadotecnia afecta también a los equipos españoles. En los alrededores del Al -Awwal Stadium se ponen vendedores -algunos niños- con bufandas finas. En los palcos de autoridades los invitados llevan una con los dos escudos. Diplomacia, una palabra que se llevan a la boca para explicar que el país ha cambiado tanto en cinco años como en el resto de su historia

Esta referencia la dan los trabajadores extranjeros cualificados, tanto los ocasionales como los fijos. Porque para avanzar Arabia Saudí ha reclutado a especialistas de todos los países. Pasa con el CEO de la competición, Carlo Nohra; o con su director deportivo, Michael Emenalo, exjugador del Chelsea. El personal foráneo se encuentra en muchos puestos de alto valor. Hay plena confianza saudí en el exterior.

El puesto de paella que la organización de la Supercopa montó en la 'fan zone'.

El puesto de paella que la organización de la Supercopa montó en la 'fan zone'. / Denís Iglesias

Mejor un hummus local que una mala paella

Para los locales, los occidentales no son extraños. Uno pasea con total libertad por Riad (también si es mujer y sin necesidad de adaptar la vestimenta), aunque el aire de la ciudad es a veces irrespirable, de ahí que la mascarilla es un elemento habitual. Desde Arabia Saudí se propone un intercambio cultural, algo que indican desde los estamentos del fútbol, alrededor del que se quiere construir un turismo duradero.

En este sentido, todavía están asentados en la visión tópica. En la ‘fan zone’ de la Supercopa había un puesto de paella que espantaba hasta a un gallego como yo. La imagen de los seguidores de Osasuna con flamencos de 'pega' por detrás también contribuyó a la descontextualización. Sería mucho más enriquecedor construir un puente aéreo fluido para los aficionados de los equipos de los torneos que acogen. Una convivencia real y atractiva entre culturas, para evitar la sensación de que simplemente han comprado un torneo y lo han deslocalizado. 

Su riquísima gastronomía, tanto en variedad como sabores, es un gran atractivo para explotar. Mejoraría la experiencia y se despegaría del folclorismo que, sin embargo, sí integraron bien en los espectáculos previos a los partidos, muy mejorados con respecto a ediciones anteriores de una Supercopa que se jugará, como mínimo, hasta 2029 en Arabia Saudí.

Las instalaciones en las que entrena el Al-Nassr de Cristiano Ronaldo en Riad (Arabia Saudí).

Las instalaciones en las que entrena el Al-Nassr de Cristiano Ronaldo en Riad (Arabia Saudí). / Denís Iglesias

¿Por qué pitaron el minuto de silencio por Beckenbauer?

Alguna más le tocará a Kroos, abucheado sobre todo en la semifinal por sus comentarios sobre los jugadores que se han ido a Arabia Saudí, donde él no acabaría ni por todo el oro del mundo. En el partido decisivo ante el Barça, su rendimiento y el de sus compañeros diluyó la crítica. Seguirá en el mundo de mira, como Maurizio Sarri, técnico de la Lazio, que jugará este próximo fin de semana la Supercopa de Italia, también en el Al -Awwal Stadium: "Si el fútbol evoluciona así, me alegro de ser viaje".

Por eso es importante una grada multicolor, donde quepan todos los afectos. Salvo la afición de Osasuna, que gracias al patrocinador principal del club (Kosner, de aires acondicionados) armó un desplazamiento nunca antes visto, el resto de equipos no tuvieron el apoyo de los suyos en la grada. Esto indignó a Simeone.

No es para menos, porque jugó completamente de visitante en lo que debería ser un escenario neutral. Igualmente, cabría trazar puentes entre las partes para concluir y explicar situaciones como las que se dieron durante el minuto de silencio por Beckenbauer. Según explicaba un alumno de una academia de fútbol, se debe a que culturalmente este tipo de gestos no caben en el contexto de los estados islámicos. No conciben homenajes en estos términos. 

Esta brecha, sin embargo, fue interpretada, lógicamente, como una falta de respeto hacia una de las grandes leyendas. Sin explicaciones, el público occidental, que es el mayoritario en las retransmisiones y en este deporte, se va con la sensación de que el aficionado saudí no tiene la suficiente cultura futbolística y es un irrespetuoso.

Sin el acuerdo tácito entre los dos mundos no se podrá avanzar hacia un clima de convivencia, como el que demuestran los estadios en los que cada vez más frecuente ver a aficionadas. Igualmente en puestos de relevancia en las federaciones. Son datos que trasladan con vehemencia los organizadores del torneo. ¿'Sportswashing'? Seguramente, como la mayoría del deporte, que, como manifestación masiva que es tiene siempre una intencionalidad.

Un mural en el Boulevard City, uno de los principales centros recrativos de Riad, la capital de Arabia Saudí.

Un mural en el Boulevard City, uno de los principales centros recrativos de Riad, la capital de Arabia Saudí. / Denís Iglesias

Más que ‘sportswashing’ y reticencias al alcohol

Pero desde el ‘sportswashing’ saudí han surgido cuatro equipos nacionales de fútbol femenino (absoluto, inferiores y fútbol sala) y para el año que viene habrá tres divisiones. Una muestra de que el relato se transforma en hechos en un país donde hasta hace nada las mujeres no podían ir al cine o conducir libremente. Desde los implicados en la organización del Mundial prometen que el proceso continuará tras la cita, a diferencia de lo que ha ocurrido con Sudáfrica o Qatar.

Arabia Saudí ha entendido que el entretenimiento es productivo. En Riad se han construido varios parques de atracciones y centros de ocio a los que solo les falta un elemento para ser idénticos a los de Occidente: el alcohol. La respuesta oficial es la siguiente: “Hemos recibido millones de turistas que han repetido”. Es el mismo mensaje que se brinda desde el Ministerio de Turismo. La idea es hacer un entorno lo suficientemente atractivo como para no pensar en una caña bien tirada. Parece difícil que en el país no se vayan a abrir zonas de consumo controlado para que los ‘hooligans’ ingleses y de otras selecciones dejen de tener sed.

En la prensa británica se ha hecho presión para dar por hecho que esto pasará. Mientras tanto, los extranjeros se las ingenian en casa para fabricar cerveza y, según cuentan, en más de una fiesta en medio del desierto puede consumirse un trago. Fue visible también una caja de Estrella Damm entrando en el hotel de la expedición del Barça, aunque con el distintivo N/A (non-alcoholic). Por lo menos, el elemento base ya no asusta. Será la última de las fronteras de un país que ha entendido el carácter limitado del petróleo y camina hacia otra fase del capitalismo donde el fútbol será clave en la diversificación de los ingresos.