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Ignacio Aldecoa. La épica de lo cotidiano

Dejó los mejores cuentos escritos en su época y cuatro novelas. Biblioteca Castro renueva la vigencia de Aldecoa con la publicación de sus cuatro novelas

Ignacio Aldecoa

Ignacio Aldecoa

Javier García Recio

Su muerte temprana a los 44 años truncó el futuro del que debió ser el gran novelista español del siglo XX. En ese corto tiempo Ignacio Aldecoa ya estaba entre los grandes referentes de la Generación del 50, los niños de la guerra; un maestro del relato neorrealista que plasmó en cuatro novelas y especialmente en unos relatos de excepcional genialidad, que hicieron de él uno de los grandes cuentistas españoles del siglo pasado. Ahí quedan para atestiguarlo relatos como ‘Los pájaros de Baden-Baden’ o ‘Young Sánchez’, ambos llevados al cine por su amigo Mario Camus.

Relató con fe literaria las gestas silenciosas de los hombres anónimos. Lo hizo con el rigor literario de los grandes autores, con un lenguaje lleno de riqueza y de musicalidad que le llevaron a firmar una obra poderosa y vigente.

Ahora Biblioteca Castro renueva esa vigencia de Aldecoa publicando sus cuatro novelas en un volumen singular. Lo hace con el sabio análisis de Hipólito Esteban, uno de los mayores especialistas en la obra de Aldecoa. Todo un lujo. Siguiendo a Hipólito Esteban conoceremos al gran escritor y su mundo interior.

El mar fue su gran pasión, su «desazón permanente». Se enroló en barcos de pesca de altura y bajura; también en balleneros, sardineros, boniteros o bacaladeros. Pero también sentía una atracción especial por el mundo de los toros y del boxeo. Entendía el hecho literario como un ensanchamiento y una realización de su vida y usó el realismo como materia para volcarlo: «Yo escribo de lo que conozco en profundidad, de lo que tengo cerca». La novela así es un «trozo de vida»; su alimento es la imaginación: «Yo invento, la vida me da elementos y yo los elaboro».

Proyectó su literatura hacia la épica de lo cotidiano, de los seres de vida gris, de los oficios manuales más humildes. Descubrió en ellos la excepcionalidad del vivir. Su técnica se basa en eliminar lo accesorio para dar a lo cotidiano relieve dramático y hasta épico, y suscitar una emoción sin retóricas. Es la renuncia a lo superfluo y la búsqueda de la intensidad.

La condición humana será por ello la clave de bóveda de su literatura. Crudeza en la descripción de la realidad exterior y ternura al dibujar el mundo íntimo de los personajes.

Siguiendo a Hipólito Esteban, este nos cuenta que Aldecoa tenía programadas sus novelas hacia el futuro en tres trilogías que la muerte temprana se encargó de impedir.

La primera trilogía retrataría la España inmóvil, la que no cambia: la de la Guardia Civil, la de los gitanos y la del mundo taurino. De ella escribió dos: ‘El fulgor y la sangre’ y ‘Con el viento solano’ y quedó sin escribir ‘Los ojos del toro’.

Una segunda trilogía dedicada al mar, a los pescadores. También quedó inconclusa pues solo pudo escribir dos novelas: ‘Gran sol’ y ‘Parte de una historia’ y quedó en nada ‘Viejas anclas’.

IgnacioAldecoaLa épica de lo cotidiano

Ignacio Aldecoa Novelas completas Editorial: Biblioteca Castro Precio: 50 euros

La tercera trilogía, que dedicaría al mundo del trabajo, especialmente el metalúrgico, quedó enterrada con él.

‘El fulgor y la sangre’ es su primera novela, que publica en 1954. En un viejo castillo adaptado como casa-cuartel, cinco esposas de guardias civiles y sus hijos aguardan la llegada del cadáver de uno de ellos, que ha muerto en acto de servicio en un tiroteo con gitanos, sin saber cuál de ellas ha quedado viuda. Aldecoa, en compañía de su amigo el escritor Jesús Fernández Santos, había recorrido pueblos perdidos de España para empaparse de la atmósfera de esos cuartelillos. En la espera tensa y dramática, las mujeres van relatando su oscuro y humilde día a día bajo el signo de la soledad, la espera y la desesperanza.

Un año después publica ‘Con el viento solano.’ La continuación desde el lado opuesto de ‘El fulgor y la sangre’. Es el gitano Sebastián Vázquez, que huye tras el encontronazo con la Guardia Civil asesinando a uno de ellos. La huida se inicia un lunes de Santa María Magdalena y dura una semana, semana de pasión, hasta su detención y cuando le toman declaración en que «por la ventana, ascendía un rumor de domingo».

La tercera es ‘Gran sol’, Premio de la Crítica de 1957 y Virgen del Carmen de 1958. Es una novela del mar, no del mar de aventuras sino del mar del trabajo. Aldecoa no narra de oído sino que él mismo se embarcó durante un mes en el verano de 1955, a bordo del pesquero vasco ‘Alir’, que hacía pareja con el ‘Uro’, y vivió la intensa experiencia de la pesca de altura en uno de los caladeros más peligrosos del mundo. Cuenta la travesía de los dos barcos arrastreros, para realizar una habitual marea de cuyo éxito depende la vida de los marineros y de sus familias. Durante la travesía destacan la grave avería del ‘Uro’, al engancharse la red en su hélice. La otra, el aciago accidente mortal del patrón del ‘Aril’, que obliga a los barcos a volver

Diez años después Aldecoa publica ‘Parte de una historia’, su última novela, también del mar, esta vez sobre la pesca de bajura. Está ambientada en una pequeña isla canaria, posiblemente La Graciosa, de la que Aldecoa se enamoró. Narra la vida desenfrenada de un grupo de turistas americanos en esa pequeña isla que desembocará en tragedia al ahogarse uno de ellos.

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