No es la primera vez que un cine

Me leí el libro cuando lo reeditó Rafael Azcona en los 90 con Tusquets, me gustó y me sorprendió mucho que nadie lo hubiera adaptado. Luego me contaron que no sólo Berlanga la quiso llevar a la gran pantalla en los 60 sino que también Sogecine tuvo la idea de hacer la adaptación con José Luis Cuerda. De alguna manera ha sido una novela que ha estado rondando en la cabeza de mucha gente, pero, por unas cosas o por otras, no se había llevado hasta ahora al celuloide.

¿Le pareció que era difícil su adaptación cinematográfica?

Cuando la leí no, pero al ponerme a trabajar me di cuenta de que sí que era complicado. Tiene una estructura muy rara, es muy ambiciosa y muy operística, en el sentido de que cuenta con una enorme cantidad de cosas que están en un aparente segundo plano, pero que al final tienen mucho más peso de lo que tiene un segundo plano en una novela normal. No es una adaptación obvia, no la lees y piensas que está lista para rodar, hay que tomar un montón de decisiones y elegir lo que entra y lo que no. Probablemente algún fan de Azcona se preguntará cuando la vea por qué hemos prescindido de determinadas cosas. Lo hemos hecho sencillamente porque todo no cabe.

¿Qué es lo que más le interesaba reflejar del libro?

Lo que me resulta más atractivo de la novela es la idea de corrupción emocional, de cómo el paraíso dura muy poco. El amor, la amistad, el cachondeo... Las partes más lúdicas de nuestra vida inevitablemente se terminan y eso deja luego un poso un poco amargo, porque nos dejan tocar todo eso con los dedos, pero luego nos lo quitan. Es un poco, en términos políticos, lo que nos ha hecho Europa. Nos han invitado a una fiesta, nos hemos comprado un esmoquin y, al final, hemos descubierto en mitad de la celebración que el esmoquin era de camarero. O sea, nos dejan tocar un poco la civilización con los dedos, pero, paradójicamente, estamos muy lejos de Europa todavía.

¿En qué sentido?.

En el sentido antropológico de que no nos lo creemos. Los complejos que tenemos los españoles no nos van a permitir nunca, por ejemplo, hablar idiomas. Si los hablamos muy bien nos da vergüenza y si los hablamos muy mal, también. Nunca nos vamos a permitir triunfar, ni nos vamos a perdonar fracasar. Arrastramos una especie de pecado original en España en el que no somos dignos. Nos pasamos el día despreciando España y al mismo tiempo ofendiéndonos si alguien la desprecia.

Ha dicho de 'Los europeos' que es la historia de una oportunidad perdida...

En realidad casi cualquiera de las película que me gustan, 'Bienvenido, Mister Marshall', 'El verdugo', 'El pisito', 'Entre dos aguas'... retratan la historia de una oportunidad perdida. Parece que estamos siempre persiguiendo la zanahoria en el palo y no llegamos, o, por lo menos, esa es la sensación que da. Llega la oportunidad de pertenecer a Europa, lo que implica formar parte de una comunidad más grande, y ahora resulta que Cataluña lo que quiere es irse y ser Albania. Qué pena, no llegamos nunca.

Hablemos de los protagonistas masculinos, que interpretan Juan Diego Botto y Raúl Arévalo. Aparentemente tienen caracteres opuestos, pero las apariencias engañan...

Juan Diego Botto hace de Antonio, señorito franquista, vividor y desalmado, y Raúl Arévalo, de Miguel, un chico de provincias que parece más sensible. Luego te das cuenta que ni uno es tan descarnado ni el otro, tan bondadoso. Al final, nos parecemos todos bastante más de lo que nos gustaría. Yo creo que lo chicos malos no son tan malos y los chicos buenos no son tan buenos. Me lo aplico a mí mismo, hay una parte de deshonestidad en los chicos que vamos de sensibles, sensatos y leídos porque luego nos podemos comportar tan mal como el peor de los canallas. Y resulta que un canalla puede ser más honesto, más valiente e ir más de frente que nosotros.

Ha trabajado ya con ambos en cine

La verdad es que he vuelto del rodaje con una sensación de mucha pena porque ha sido como ir a un campamento con mis amigos. Nos lo hemos pasado pirata, hemos estado como adolescentes jugando a hacer cortos. No es sólo que me parezcan muy buenos actores, que lo son, sino que además entran muy bien a jugar, se arriesgan, prueban, cambian cosas y sufren mucho en el buen sentido, en el de un actor integrado al que le apetece que quede la película lo mejor posible. Han sido dos estupendos cómplices de asesinato, generosos, majos y trabajadores, no les puedo poner ni un pero.

¿Y qué tal ha sido trabajar con Stéphane Caillard, la protagonista femenina?

Ella también ha jugado, ha improvisado y se ha entregado. Creo que está extraordinaria en la película, pero sí que es verdad que con alguien francés siempre tienes una distancia y no llegué a tener la misma complicidad que con Raúl y Juan.

¿Les ha sido complicado encontrar localizaciones para recrear la Ibiza de finales de los 50? Porque la novela de Azcona transcurre básicamente en Sant Antoni y ha cambiado mucho desde entonces...

A Sant Antoni le ha pasado lo que le ocurre a Miguel en 'Los europeos', que se ha corrompido totalmente, el paraíso se fue por la parte inmobiliaria. Hemos rodado allí, en Santa Eulària, en Portinatx, en es Cubells... la verdad es que nos hemos pateado un montón la isla.

¿Han tenido que retocar y cambiar muchas cosas para dar ese toque cincuentero?

Siempre hay cosas que retocar, pero tampoco es una película de época al uso, tiene más que ver con una película indie de época, si es que eso existe. Se trata de contar la historia de unos seres humanos que están en 1958, pero la película no es un retrato de ese año. Es una historia muy intimista, el decorado está en segundo término.

¿Quiere decir que la historia la podría haber situado perfectamente en la actualidad?

Sí, lo que pasa es que el discurso que tiene la película, el que a mí más me gusta, ubicado en la actualidad a mí me interesa menos, porque es la historia de una chica que se queda embarazada y tiene que pensar si aborta o no y yo no quería plantear un debate moral sobre ello, porque entiendo que la película no va de eso y a Rafael Azcona eso no le importaba. El situarlo en los 50 lo lleva a un terreno mucho más humano; el aborto entonces era algo difícil e ilegal.

¿Ha pensado en hacer un preestreno de 'Los europeos' en Ibiza?

Se lo he dicho a mis productores, podría estar muy bien, sobre todo por la gente que ha participado en la película o nos ha visto rodar. Me encantaría ir allí a darles explicaciones,que se enfaden con nosotros y les podamos invitar después a una caña.

¿Opina como su padre (el director

Nos gusta presumir de lo felices que somos pero luego el cine tiene muchas miserias. No tenemos catorce pagas y hay una inseguridad terrible. Yo cuando meto a mis hijos en un colegio no sé si voy a poder terminar el año y pagarlo. Es un oficio muy incómodo y muy áspero. Pero es verdad que te lo pasas bien, que te vas a rodar feliz. Lo que tiene de difícil el cine es el paro, es horrible. Cuando trabajas, estoy de acuerdo con mi padre, es el mejor oficio del mundo, pero cuando no, es el peor.

Siendo hijo de cineasta y de cantante (Rosa León) lo raro es que no se hubiera dedicado a algo artístico.

Bueno, mi hermana es abogada y madruga y, por supuesto, es la oveja negra de la familia.

¿Cómo ve el panorama del cine en la actualidad?

Ahora tenemos las series, que son casi como una burbuja inmobiliaria. La verdad es que están dando mucho trabajo y está muy bien, pero de alguna manera esto está ocultando el hecho de que cada vez se hace menos cine en España, y cuanto menos se hace, peor es. Si haces una lista de las películas españolas que más te han gustado, es posible que haya alguna chiquitita y que otra sea un blockbuster, pero seguro que ocho de diez serán películas intermedias, de Saura, Berlanga, Almodóvar, Trueba...Producciones con un presupuesto medio que son industriales, pero que también tienen algo de filme de autor. Ese modelo de película no se está haciendo y eso es un problema.

¿Ha habido un antes y un después en su carrera tras estrenar 'Selfie'?

Sí, siempre te da cierta visibilidad hacer cosas, por descontado, pero no sólo eso, con 'Selfie' también he notado una especie de reset personal. Esta película me hizo disfrutar más del oficio y dejar de quejarme tanto. Fue como un punto y final de la autocompasión. Porque es verdad que yo empecé en una industria que era más acogedora, que te permitía hacer películas de una manera más fácil, cobrar un sueldo y sentirte muy listo con mucho menos trabajo, pero de repente cambió y se convirtió en algo mucho más hostil. Me pasé unos años diciendo: 'pobrecito yo, con lo guapo que soy y el talento que tengo y aquí estoy parado y nadie me llama'. Con 'Selfie' se produjo un cambio de mentalidad, en plan, coge una cámara y rueda y deja de quejarte porque por mucho que lo hagas no va a cambiar nada, o si lo hace, no va a ser de inmediato. No te puedes pasar el día esperando que ocurra algo.

En 'Selfie', donde retrata con humor negro la situación política en España, no deja bien parados ni a partidos de izquierda ni de derecha. Me pregunto si va a ir a votar...

Sí, claro, aunque sé que al final en estas elecciones lo que va a pasar es lo que ha ocurrido en las anteriores. Los partidos nos van a encender en los próximos meses, iremos encabronados a votar, depositaremos nuestra papeleta llenos de fe y cargados de razón y lo que va a pasar es que habrá empate y que tendrán que pactar todos. La situación dentro de cinco meses va a ser muy parecida a la que hay ahora mismo.