«Antes de rescatar a una persona o a un animal en un pozo ya sabemos perfectamente qué maniobras llevaremos a cabo. Estos servicios no tienen ninguna dificultad», explica el coordinador del Grupo de Rescate Vertical del Parque del Consell de Ibiza, Bernat Escrivà, un día después de asistir el pasado domingo a dos personas y a un perro que quedaron atrapados en un pozo de la finca des Pla de Can Teuet, en Cala Llonga.

Este bombero insiste en que, como en cualquier otro servicio de este tipo, lo esencial es saber en qué estado se encuentran las víctimas y en el caso de los pozos conocer si hay agua en su interior. La parte positiva de que haya agua es que amortigua la caída, impide que la persona sufra golpes graves. La parte negativa es que existe riesgo de ahogamiento. Y este peligro existió en el salvamento de las dos personas y el perro que quedaron atrapados en la finca des Pla de Can Teuet. Según Escrivà, la principal dificultad es el tiempo, como ocurrió el pasado domingo.

En cuanto al estado de las víctimas, el profesional del Parque Insular asegura que no suelen sufrir claustrofobia ni ataques de pánico o ansiedad ya que, en la mayoría de casos, los accidentes ocurren en las propiedades privadas de los afectados. «Conocer detalles del hoyo calma sus nervios», sostiene Escrivà.

Respecto a las técnicas empleadas, el coordinador señaló que las maniobras para este tipo de servicios no tienen ninguna dificultad. «Durante el año realizamos muchas prácticas para que cuando nos toque enfrentarnos a una situación así sepamos qué hacer a la primera», sostuvo el bombero, que puntualizó que en el lugar del incidente acaban de valorar la situación. Entre los contratiempos que se pueden encontrar en este tipo de intervenciones destacan no poder acceder con el camión hasta el lugar del suceso y que se trate de un pozo con cúpula, lo que complica su acceso. Por último, señala que en el caso de rescate de animales, suelen cubrirlos con una manta para evitar ataques, sobre todo por parte de los gatos. «Son más ariscos que los perros», concluye Escrivà.