«Sigue habiendo masones que mantienen su condición en secreto. Les animamos a que salgan del armario masónico», instó ayer Óscar de Alfonso Ortega, gran maestro de la Gran Logia de España-Grande Oriente España, en Ibiza, donde se encuentra presente estos días para asistir a la instalación del nuevo maestro de la logia 66 Concord en el trono del rey Salomón. El gran maestro de la Gran Logia de España insistió en que la sociedad no aceptará a los masones hasta que estos «no den la cara» y les deje de «avergonzar su condición».

De Alfonso considera que buena parte de la sociedad española sigue mirando con suspicacia a la masonería, herencia de 40 años de persecución y de que el franquismo le granjeara una pésima fama con aquello del contubernio judeo-masónico. Esa imagen, de hecho, ha quedado enquistada, profundamente, en la propia masonería. Antes de comenzar la rueda de prensa de ayer, celebrada en la sede de los sindicatos de Ibiza, el mismo gran maestro preguntaba a los dos periodistas presentes qué pensaban de la masonería y si aún creían que tenían cuernos y comen niños.

La Gran Logia de España-Grande Oriente España celebra este año el tricentenario de la masonería, pero también la del 25 aniversario de su reinstalación en Ibiza, a través de la logia Concord, en noviembre de 1992. Tras unos intentos infructuosos a finales del siglo XIX, durante la República se creó en Ibiza el triángulo Sol Naciente, a cuyo frente se encontraba el maestro Juan Morales Cirer (muerto tras la Guerra Civil en la prisión de Carlet). Poco después se instaló en Formentera el triángulo Orto, de cortísima duración. Su maestro, Lluís Andreu Minguet, fue represaliado tras la guerra.

Desde hace seis años, los masones intentan ser más visibles «a través de las redes sociales y de internet», según De Alfonso: «Conectar con la gente es la solución, estar plenamente integrados». El deseo es «aportar algo a la sociedad», pero de una manera diferente a cómo operó la masonería durante la República. Tras aquella experiencia, tras salir escaldados y después de una especie de (largo) examen de conciencia, tomaron la determinación de mantenerse al margen de la política y la religión para centrarse en «la formación e instrucción» de hombres: «Intentamos ser mejores personas». El fin es «una sociedad más justa y progresista». Progresista, que no de izquierdas, sino en el sentido filosófico.

Más que ONG

Más que ONG

Tanto en el Reino Unido, donde según De Alfonso atraviesan horas bajas, como en España, la masonería «se ha dedicado a ser, casi en exclusiva, una ONG». Las de Ibiza, como Ibiza nº 44, recaudan anualmente unos 6.000 euros, que dedican a causas justas.

Mientras en el mundo anglosajón (donde ir a la logia es de lo más natural, casi como ir al bar a tomar una caña con los amigotes) ha descendido «de manera alarmante» la membresía (de 350.000 a 200.000) en la última década, en España «ha crecido un 25%». En Ibiza ha subido un 50%. En 2009, cuando el gran maestro de la Gran Logia de España, José Carretero, visitó la isla, había medio centenar de hermanos. Actualmente hay unos 75, según los datos aportados ayer por De Alfonso.

Y todos son hombres, al menos en la Gran Logia de España. Solo aceptan a personas creyentes, de buenas costumbres y varones: «Cualquiera puede solicitarlo, pero debe pasar una selección. Para ser admitido, la logia ha de dar su visto bueno por unanimidad. Después pasa por una serie de ritos iniciáticos», explicó De Alfonso. Y hasta ahí puede contar. Los masones no dan detalles de sus ritos ni pueden decir quién lo es, salvo que quien lo es lo diga explícitamente. Es decir, que salga del armario.