La torre del Puig des Savinar, con es Vedrà en el horizonte, está protegida como Bien de Interés Cultural (BIC) y es una de las estampas más conocidas de Ibiza. De ahí que sea una imagen recurrente para todo tipo de promociones, publicitarias e institucionales, y una ubicación deseada para eventos al aire libre. Pero así como mucha gente ignora su nombre y la llama torre del Pirata, también desconocen que se trata de una propiedad privada y que invaden el espacio impunemente, incluso para hacer negocios.

Para sus propietarios, que prefieren mantener el anonimato, el respeto a sus terrenos se ha convertido en una batalla que dan por perdida y que, encima, «se extiende por toda la isla, especialmente en los espacios protegidos, porque son más atractivos y pueden vender sus productos haciéndolos pasar por ecológicos».

Allanamiento

Así, esta misma semana una empresa británica de «excursiones secretas» por la isla, que ofrece visita a la zona con copa de cava incluida, mostraba en su galería de imágenes una foto de cuatro hombres subidos encima de la torre con los pantalones bajados y el trasero a contraluz. Uno de ellos era el responsable de la empresa, que, al igual que otros visitantes del lugar, allanó una torre privada cuya propietaria «casi cada semana» se encuentra con el candado reventado. Esa misma empresa ofrece servicio de cenas al atardecer al aire libre, tanto en terrenos privados de cala d'Hort como en otras zonas privilegiadas.

«No sólo rompen el candado, sino que lo cambian por uno de los suyos y yo no puedo entrar». «Hace poco intentamos poner una barrera para que no pasaran coches, porque siempre hay muchos quads y vehículos 4x4, pero al día siguiente ya lo habían tumbado todo», lamenta. «Hay gente con una mentalidad que piensa que hay que poder llegar a cualquier lado con el coche, acampar y montar una fiesta ,se creen que eso es una vida alternativa», critica.

La pesadilla no sólo se limita a los desperfectos en los bienes materiales, sino que en los últimos años abundan las personas que eligen la explanada que hay debajo de la torre para celebrar todo tipo de actos, desde bodas a encuentros de meditación en grupo.

De hecho, la propietaria ha recopilado numerosas conversaciones de Facebook o Whatsapp en las que una persona que ocupó una cueva debajo de la torre alquilaba los terrenos para bodas y otros eventos. No obstante, algunos de los actos que allí se organizan pueden desarrollarse legalmente a través de la abogada de la propiedad, según aclara, aunque «sólo piden permiso una o dos veces al año».

«Cualquier persona que tenga algún lugar con interés turístico tiene que aguantar todo este tipo de molestias y nadie les apoya», se resigna. «Pero, en cambio, si quieres ayuda para vigilancia o limpiar terrenos, las administraciones se desentienden e, incluso, te amenazan con multarte si no mantienes la propiedad en buenas condiciones para que no se deteriore», lamenta».