El 83% de los menores atendidos en el curso 2015/2016 por drogas en el Centre d'Estudi i Prevenció de Conductes Addictives (Cepca) del Consell de Ibiza consumían cannabis, de acuerdo con los datos facilitados por la responsable del servicio, Belén Alvite, que detalla que corresponden al programa de asesoramiento familiar que llevan a cabo y en el que durante el curso pasado atendieron a 177 familias.

«Se llama programa de asesoramiento familiar porque, aunque veamos a menores, a ellos hay que abordarlos desde la propia familia», comenta Alvite, quien destaca que el objetivo es hacer un seguimiento individualizado a los adolescentes y dar pautas a las familias.

De las 117 personas atendidas, el 67% eran chicos y el 33%, chicas. Sobre sus edades, el 84% eran menores de 18 años y el 16% contaban con la mayoría de edad. «Muchas veces la gente viene siendo mayor y lo que hacemos es remitirlos a los servicios necesarios si vemos que tienen un problema», dice.

Entre los menores, el pico de casos se da a los 16 años, con un 28% del total. Asimismo, el 14% de menores tenían 13 años; el 22,9%, 14 años, y otro 22,9%, 15. De esta manera, se ve que la edad de los usuarios crece hasta llegar a los 16. Y a los 17 desciende; el curso pasado estos eran el 11,4% del total.

«16 años es el pico de la adolescencia, donde aparecen problemas; muchos de los problemas aptitudinales están concentrados ahí», resalta Alvite, quien apostilla que aunque no saben la razón por la que a los 17 años bajan los jóvenes atendidos, puede estar relacionado con que a esa edad no es tan fácil hacerles ir al servicio.

En cuanto a la procedencia, los adolescentes residen (por orden) en Sant Antoni, Ibiza, Santa Eulària, Sant Josep y Sant Joan. Y si la mitad de las familias llegan al Cepca «por decisión propia», sin que nadie les haya recomendado acudir al servicio, el 27% lo hace al ser derivados por los centros educativos y un 6% a través de los Servicios Sociales. «El resto, proceden de diferentes servicios», agrega.

El 79% de casos, de drogas

Sobre el motivo de la consulta, el 79% eran por consumo de drogas, el 16% por «otras conductas adictivas básicamente relacionadas con nuevas tecnologías» y un 3,4% corresponden a «problemas comportamentales» que, dice Alvite, no pueden atender en el servicio. «A lo mejor el niño ha fumado un día un porro, pero el problema no es el porro», afirma.

De los atendidos por consumo de drogas, el 83% tenían problemas con el cannabis; un 6%, con la cocaína, y otro 6% por consumo de varias sustancias. «Sólo» un 2% llegó por consumo de alcohol y otro 2%, por tabaco.

Esto no significa que los menores no beban alcohol; al contrario. Lo que sucede es que las familias no creen que deban pedir ayuda en estos casos para controlar el consumo, tal y como pone de manifesto Alvite: «Las familias no vienen aquí por problemas de alcohol. De la misma manera que al enterarse de un consumo puntual de cannabis vienen a ver qué pasa, ante un consumo puntual de alcohol la normalización que tenemos de la sustancia no hace decir: 'Voy a ver a alguien que me dé pautas'; lo gestionan las familias solas».

Dos perfiles distintos

Los adolescentes atendidos en el Cepca por consumo de cannabis -que mayoritariamente es marihuana- son de dos perfiles distintos, comenta Alvite de manera general. Por un lado se encuentran los «consumidores esporádicos», que se están iniciando, y por otro, los «profesionales», aquellos que fuman a diario desde hace tiempo.

De los primeros señala que son chicos y chicas que hacen un consumo «muy experimental, muy de vez en cuando», y que no cuentan con útiles para la manipulación, por ejemplo, del cannabis. «Vienen porque los han pillado en su familia o el instituto, o han tenido alguna cosa con la Policía», afirma la responsable del Cepca.

En estos casos, el trabajo consiste en hablar a los adolescentes de las consecuencias del consumo y dar pautas a los padres para un mayor control sobre lo que sus hijos hacen. «A veces se les pide que hagan análisis de orina para ver si dan positivo o negativo. Entonces tenemos chicos que empiezan a dar negativo y al final es un alta. Y otros que siguen dando positivo y cuyo consumo se estabiliza y a veces, en algunos menores, va a más», cuenta la experta.

En cuanto a los segundos, explica que son aquéllos de más edad, de 16 ó 17 años. «En nada cumplen los 18 y dejan de ser sujetos nuestros y pasan a serlo, en el futuro, del CAD», sostiene Alvite, que detalla que éstos cuentan «con su propia parafernalia» en relación a básculas y demás útiles.

Con ellos, se centran sobre todo en «el trabajo psicológico individualizado que necesitan» en relación a «intentar darse cuenta de cuáles son las consecuencias de sus consumos». «En muchos casos son conscientes, pero su propia vida les hace pensar que necesitan seguir manteniendo el consumo, y en otros no lo son», resalta.

Preguntada sobre si el consumo de cannabis entre los jóvenes crece, Alvite señala que en el Cepca lo que han notado es que la demanda de casos aumenta «años tras año». «Pero puede estar muy relacionado con que el programa es más conocido; por tanto, es lógico que cada vez llegue más gente», afirma.