El trabajo que muestra Pam Spitz (Munich, 1975) es un proyecto que nunca tendrá fin. Se trata de los retratos de sus amigos y padres de amigos y familia de Formentera, donde vivió parte de su infancia. Ella lo define como «un proyecto muy personal» y cercano y confiesa que tenía muchas ganas de exponer en la sala municipal de Sant Francesc, donde sus imágenes se pueden ver hasta el próximo 17 de julio.

Spitz llegó a la isla en 1986. Su madre decidió, ese año, huir de la nube radioactiva de Chernobil que amenazaba Munich y optó por regresar a Formentera con sus tres hijas. Aquí estuvieron viviendo durante cinco años.

La relación de Spitz con la fotografía comenzó en el año 2000 casi de forma casual. Pam quería ser periodista pero finalmente se decantó por la fotografía de prensa. Una buena escuela para su formación fue trabajar durante tres años como asistente del reconocido fotógrafo Alberto García Alix. Tras esa experiencia regreso a Alemania, a Berlín y comenzó a trabajar para el edición germana de Vanity Fair como editora de fotografías. Sus últimos reportajes también se han podido ver en El País Semanal, con el que colabora habitualmente.

La exposición que presenta en Formentera abre el programa de fiestas de Sant Jaume y en ella se pueden ver los retratos de artistas y amigos. A nadie se le escapa el dominio que demuestra de la luz y el encuadre, pero además sus imágenes están siempre relacio nadas con el entorno más próximo del retratado. Armada con su Hasselblad aprovecha sus veranos en la isla para seguir con ese proyecto personal. Es la única vez al año que se dedica a este estilo ya que, según confiesa, prefiere el reportaje fotográfico en el que también se siente muy cómoda.

Su estilo marca su personalidad y afirma que lo que le guía, a la hora de apretar el disparador de la cámara, es «la intuición». Reconoce que no sabe muy bien lo que persigue cuando aborda el posado de una persona pero siempre se guía por la luz del momento.

A pesar de su juventud y de su trabajo gráfico profesional, relacionado con los medios de comunicación, señala que es una firme defensora de las cámaras analógicas, dice que no es lo mismo trabajar con una digital. Aunque también usa este formato para determinados proyectos, afirma que prefiere su cámara de negativo, sobre todo si se trata de retratos.

Las fotos de la exposición están presentadas sobre papel rugoso y todas son en color. Llama la atención el juego de sombras con el que pretende reflejar la personalidad de la persona que tiene en frente. Además, siempre aparece relacionada con algún objeto de uso cotidiano o con paisajes propios de la isla.