La patronal CAEB le enmendó ayer la plana al Govern balear, que recientemente elevó su previsión de crecimiento económico de las islas para este año desde un 3,5% a un 4% alegando los buenos resultados del primer trimestre.

Según la citada organización empresarial, ciertamente la economía del archipiélago ha mostrado durante los tres primeros meses de este ejercicio un mejor comportamiento que en el cuarto trimestre del pasado año, al crecer un 3,8% en la entrada a 2016 frente al 3,6% del último tramo de 2015, pero con señales de que esa velocidad tiende a estabilizarse. Los empresarios reconocen que la economía muestra señales de una notable fortaleza, pero sin alcanzar las cuotas de optimismo del Ejecutivo autónomo, por lo que la CAEB sitúa la estimación de crecimiento para este año en el tramo que va del 3,1% y el 3,4%, con un apreciable recorte frente al último pronóstico lanzado por el Gabinete de Armengol. Pese a ello, sigue suponiendo una mejoría en relación a 2015, que se cerró con un crecimiento del 2,9%.

La presidenta de CAEB, Carmen Planas, reconoció que esta tendencia a estabilizar los ritmos de crecimiento económico en Balears no tiene un carácter negativo, sino que supone entrar en una fase «más madura», a medida que se vayan diluyendo los «vientos de cola» positivos que han ayudado especialmente a Balears, como un bajo precio del carburante, unos tipos de interés mínimos o una política monetaria expansiva.

En cualquier caso, la economía sigue creciendo y lo hace a mayor velocidad que la media española y europea, lo que explica que las expectativas de negocio de los empresarios del archipiélago sean mejores que las del resto del país.

Dos son los motores que actualmente elevan la actividad en las islas: el comportamiento del sector servicios, en el que se enmarca la actividad turística, y el consumo.

Respecto a este último, también son dos los factores que están impulsando su aceleración (ha crecido un 3,4% durante el primer trimestre del año frente al 3% del último de 2015).

En primer lugar, se señala la recuperación del mercado laboral, que permite a las familias elevar su nivel de gasto a medida que sus miembros acceden a un nuevo puesto de trabajo. Y en segundo, se recuerda que en un contexto de precios a la baja, el poder adquisitivo de los residentes se ve reforzado. A todo ello hay que añadir el impacto turístico, con un aumento tanto en el número de visitantes como en el gasto que realizan.