La historia reciente del voleibol de las Balears es la negra crónica del despilfarro de gran parte de los 4,2 millones de euros que los clubes del archipiélago firmaron con el Govern en concepto de subvenciones a lo largo del período 2007-2012. Además de la consecución de algunos títulos nacionales, la herencia dejada por entidades como el Palma Volley masculino (hoy, C.V. Pòrtol) o el Oxidoc femenino es nula. Acostumbrados a nadar en la opulencia durante los años del Ejecutivo que presidió Francesc Antich, que delegó la gestión deportiva a políticos de Unió Mallorquina en el primer tramo de su legislatura, las dos formaciones palmesanas pasaron de codearse con la élite a tener que renunciar a ella en el corto lapso de cinco años. Los progresivos recortes de las ayudas públicas de la Fundació Illesport dejó sin plan B a los dos colosos del voley autonómico para devolver la pelota al otro lado de la red y continuar compitiendo en lo más alto.

Sin haber ahorrado un céntimo y con una base inexistente, los dos cuadros no tuvieron colchoneta que amortiguara su caída cuando se cerró el grifo. Su bajada a los infiernos, hace justamente un año, arrastró a otros equipos mallorquines como el CIDE femenino o el CJ Petra masculino, que se habían movido por la Superliga 2 a base de trabajar la cantera y confiar en los jugadores locales durante ese lustro prodigioso en el que las arcas del Govern manaban euros sin exigir que los fondos dejasen herencia para el futuro. Pese a haber recibido 841.320 euros entre 2007 y 2011, el Oxidoc (antiguo Ícaro de Alaró) lleva doce meses desaparecido. Por su parte, el Palma Volley recaudó 1,3 millones de euros -el Govern solamente les dejó a deber 59.008 euros- y malvive hoy en día en la Primera Balear.

Paradójicamente, en medio de ese solar ha conseguido florecer la rosa amarilla del Club Voleibol Eivissa. El club ibicenco creó su equipo sénior en la temporada 2008/2009. Siempre entrenados por Toni Gino y manteniendo en el presente a la mitad del equipo que logró el ascenso de Primera Balear a Primera Nacional, este núcleo ha conseguido cuatro ascensos en sus cuatro campañas como club. Una subida imparable hasta tocar con la cabeza el techo de la Superliga masculina, donde debutará el sábado. ¿El ´precio´ del milagro en subvenciones autonómicas? 113.841 euros, de los cuales Illesport todavía debe abonar más de la mitad, 58.749, correspondientes a deudas contraídas en las temporadas 2010/2011 y 2011/2012. «Estamos aquí porque somos un equipo que no ha acumulado deudas externas. Los impagos del Govern han generado deudas internas, aceptadas por el cuerpo técnico», argumenta su presidente Javier Escandell, que mantiene como máxima la idea de que «la aventura del C.V. Eivissa no hubiera tenido sentido sin jugadores ibicencos».

La resistencia del C.V. Ciutadella

A la vez que los pétalos dorados del Ushuaïa Ibiza Voley han ido adquiriendo fuerza, en Menorca, la rosa roja del Club Voleibol Ciutadella -Valeriano Allés, de nombre comercial- intenta no marchitarse después de unas campañas de esplendor en las que las campeonas de las dos últimas Superligas femeninas han ingresado más 1.058.272 euros.

Los tijeretazos institucionales han cambiado la filosofía de la entidad que preside Cati Moll. Acostumbrada a fichar lo más granado del panorama nacional y de dotar a la plantilla de alguna perla internacional, Moll ha tenido que rediseñar un equipo en el que las jugadoras menorquinas pasan de tener carácter ornamental a ser una fuerza real dentro del conjunto. «Seguimos por el apoyo de nuestro patrocinador principal, de nuestros socios y de nuestra base, formada por nueve equipos. No podremos competir por los títulos como estos últimos años, pero queremos sobrevivir. Los clubes mallorquines dependían demasiado de las subvenciones públicas, nosotros no», sostiene Moll, quien, por contra, ha quedado muy tocada por la negativa del Ayuntamiento de Ciutadella a renovar su convenio de colaboración con el Valeriano Allés.

Por su parte, Ernesto Rodríguez fue protagonista principal en la trayectoria de Palma Volley y Oxidoc y hoy sufre en cierta manera las consecuencias de esa política de caros fichajes que pusieron en práctica dos clubes que no se preocupaban demasiado por cultivar su base o aumentar su número de aficionados. «No trabajar la cantera fue el gran error que cometimos, pero a nivel de patrocinios era difícil vender un proyecto sin grandes figuras. Nunca nos imaginamos que Illesport pegase el recorte que pegó», sostiene el actual responsable del Centro de Tecnificación balear de voleibol, que dirigió al Pòrtol en la temporada 2004/2005 para pasar después al Oxidoc, donde se mantuvo hasta el año 2009. Nacido en Argentina hace 43 años, Rodríguez llegó a Mallorca siendo un niño y en los 80 sobresalió en la cantera del Pòrtol hasta el punto que participó con España en los Juegos Olímpicos de Barcelona ´92 y en los de Sidney 2000.

Ilustres pero costosos fichajes

En el caso del Palma Volley, pese a contar con reconocidos (y costosos) jugadores como Miguel Ángel Falasca, José Luis Moltó o Juan Carlos Vega no bastó para encontrar sponsors que suplieran la marcha de Damià Seguí, propietario de Son Amar y «un enfermo del voleibol», como lo define Rodríguez, que decicidó hace seis años dejar de alimentar unos faraónicos presupuestos que sobrepasaban el millón de euros. Esta empresa de ocio ya había financiado las andanzas del Pòrtol en los años 80 (siete Ligas y seis Copas del Rey ganaron los palmesanos en esa década) y entre 2003 y 2006, obteniendo la Superliga en 2006, 2007 y 2008; el torneo copero en 2005 y 2006, y perdió la final europea de la Top Teams Cup en 2006, fracaso que motivó el portazo de Seguí.

Un año después, un tornado arrasó la cubierta de un Pabellón de Son Moix que todavía espera reparación. Aquel desastre fue la escenificación del principio del fin para el Pòrtol, obligado a jugar en el gigantesco Palma Arena, que sacaba a relucir las miserias de un club que había llegado a llenar Son Moix con 3.000 hinchas en los 80 y que, a pesar de jugar en la máxima categoría, atraía solo a 400 personas.

El soporte de aficionados y socios es lo que persigue Escandell para llenar la tesorería del C.V. Eivissa, el superviviente balear, la nota de color en la negrura del incierto presente.

Cide y CJ Petra. Simpatías por el Ushuaïa Ibiza Voley

«No tuvimos a un paladín político que nos apoyara», comenta Toni Figuera, cabeza visible del CIDE, que ha renunciado en diversas ocasiones a la Superliga 2 femenina por falta de fondos. Según Figuera, tanto el Palma Volley como el Oxidoc contaron con «partidas extra que salían de la conselleria de Presidencia de un Govern que no se molestó en cuidar la base». El dirigente alaba el papel que puede tener el Club Voleibol Eivissa en el intento de renacimiento del ´voley´ balear. Por su parte, Juan Rodríguez, excapitán y entrenador del CJ Petra, club que ha pasado en unos años del subcampeonato en la Copa Príncipe (honor que alcanzaron los de Es Viver el año pasado) a contar solo con categorías inferiores, también es de la misma opinión: «En el Palma Volley no había paciencia con la cantera y hemos pagado su despilfarro. Uno de los culpables ha sido la Federación Balear. No puso freno y miró para otro lado. Ojalá que en Eivissa encuentren apoyos para mantenerse arriba. Es vergonzoso que no les dejen tener delegación»