Si no puedes con la afición de tu pareja, únete a ella. Eso debió pensar Ana Alberti, vilera de 28 años, al comprobar que Juan Antonio Orvay, su compañero sentimental desde hace diez años, no podía pasar un fin de semana sin que el motor invadiera su vida. «Desde pequeño siempre tuve claro que tenía que conducir un coche de competición», explica este mecánico de Sant Jordi, que en 2003 se decidió a competir en autocross.

Poco después de comenzar a rodar en la tierra del hipódromo de Sant Rafel con un Renault Clio, Juan Antonio preparó un Peugeot 205. Ana decidió ponerse también detrás del volante. «Cuando empecé a ir a verle cada fin de semana, me empezó a gustar el autocross y decidí probar», explica ella.

No obstante, la pareja tenía miras más altas. La ambición del jordienc pasaba por preparar un coche de rallies y salir a competir fuera de la isla. Necesitaba a un copiloto competente y su pareja reunía todas las condiciones para el puesto. «Me picaba la curiosidad», confiesa Ana, mientras el mecánico añade que la mejor virtud de su compañera dentro del coche es la de «no marearse al leer las notas». «Para mí sería imposible», asegura él.

Después de poner a punto otro Peugeot 205, la pareja ibicenca debutó hace unos meses en una prueba del Campeonato de Balears en Manacor, donde no pudieron acabar por avería. En su segunda incursión, lograron un meritorio segundo puesto en el Rally de la Vall de Sant Pere, disputado en plena Serra de Tramuntana.

«Aunque quedamos segundos, me perdí con las notas, el recorrido era complicadísimo», relata Ana. Su pareja sentimental esboza una sonrisa cómplice y recuerda que se les paró el coche en mitad de un tramo. «Pudimos arrancarlo, pero durante unos minutos nos sentimos como Carlos Sainz y Luis Moya», explican divertidos.

Pese a todo, mantener la afición por los rallies no resulta económico. Inscribirse en cada prueba les cuesta entre 250 y 300 euros, a los que hay que sumar el mantenimiento del coche y la estancia en el lugar donde compiten. «Al menos, los desplazamientos están cubiertos por la Federación», apunta esta pareja, que comparte un amor común e irreductible por el motor.