Tan virtuoso como modesto, Javier Vázquez (Muxía, 1982) niega ser el mejor gaiteiro de Galicia y uno de los mejores del mundo, pero su segundo puesto en el concurso de gaita internacional más importante del mundo, el Trofeo McCrimmon del Festival Interceltique de Lorient en la Bretaña francesa, convierte esas afirmaciones en más que ciertas.

Circunstancias personales le trajeron a Ibiza en 2008, donde decidió formar el grupo Ardello Eixo junto con otros compatriotas. Esta asociación no solo ofrece actuaciones en la isla sino que organiza cada año un Magosto (fiesta de la castaña) e imparte clases de gaita y de otros instrumentos del folclore gallego en Ibiza.

«El Trofeo McCrimmon es el más importante para solistas, de una complejidad alta porque en el mismo concurso tienes que tocar tres sets diferentes: gallego, asturiano y bretón, con lo que hay que controlarlos los tres a la perfección. Incluso puedes utilizar la gaita típica de cada región para cada set. Yo utilicé la gallega para el set gallego y bretón y la asturiana para su repertorio», relata Vázquez, muy contento con el resultado, sobre todo porque es la primera vez que se presenta. Ha ganado varios concursos antes en Galicia, tanto en formación de cuarteto como solista.

«En el concurso lo más importante es la afinación, que cuenta como un 70 o un 80 por ciento. También suma la interpretación en sí misma y que transmitas algo, que estés suelto», describe el gaiteiro que recuerda que no llevan partitura, con lo que deben memorizar todas las piezas.

El segundo puesto fue un regalo porque para Vázquez ya era un lujo estar en el concurso McCrimmon «dentro del festival intercéltico más importante del mundo». Para un loco de la música celta como él fue muy emocionante compartir unos días «con miles de gaiteros de todos los países celtas, Irlanda, Galicia, Asturias, Escocia, Isla de Man... Están todos ahí». Por si eso fuera poco, no faltó la gastronomía típica, la camaradería y como colofón un desfile espectacular de kilómetros con todos los grupos que van «que es impresionante». «Hay actuaciones durante todo el día durante diez días de agosto», relata.

Se emociona recordando la gran experiencia que es el festival, «por la oportunidad de poder escuchar a cracks de la gaita de diferentes tipos de folclore celta».

Gaiteiro vocacional

Entre el trabajo y las obligaciones del día a día, Vázquez dedica dos horas por jornada a ensayar «sobre todo para lograr una afinación perfecta durante toda la actuación», lo que no es nada fácil hablando de gaitas. «Es un instrumento que según va calentando va afinando un poco mejor pero si la actuación es corta no hay tiempo. Vaya, que es muy complicado», afirma.

Su pasión comenzó muy temprano, de niño en su Muxía natal gracias a un vecino, Coque, que era «un poco hippy». «Vivía en un palomar, nos hacía juguetes y arcos y tocaba la gaita», dice entre risas. Tenía como siete u ocho años cuando le escuchó por primera vez y un día le pidió que le enseñara. Así comenzó. Después entró en la asociación Punta da Buitra de Muxía.

Su trabajo como jefe de máquinas en un barco de pesca de altura le llevó a embarcarse a Gran Sol, Escocia, Sudáfrica, Angola o Namibia con lo que dejó de tocar desde los 18 a los 26 años. Después retomó su vocación en A Coruña, en la conocida formación Xacarandaina y así hasta hoy. «Ser gaiteiro no es ser un simple intérprete del instrumento, no somos gaitistas somos gaiteiros, la propia palabra lo dice, lo llevamos muy dentro, si forma parte de tu vida ya no lo puedes dejar», subraya.

Actualmente trabaja en la planta de Endesa en Ibiza. Aunque se siente bien acogido en la isla no duda cuando se le pregunta si quiere volver a Galicia. La respuesta es un ‘sí’ rotundo, ya no solo por sus circunstancias familiares sino por su vocación por la gaita. «Para preparar este concurso me he visto que necesitaba palletas y pallones (piezas de la gaita) porque se estropean. Tienes que pedirlas a Galicia, que te las manden y que resulte que te vayan bien, mientras que si estás allí puedes ir al artesano y lo haces directamente. El abastecimiento de material es un problema». Otro problema es no tener a mano otros gaiteiros de gran nivel con los que ensayar, mejorar, retarse... «A veces lo que hago es tocar, grabarme y escucharme después pero, claro, no es lo mismo, a veces tocando solo te sientes muy raro. No es tan enriquecedor», describe el gaiteiro que antes o después dejará que venza la morriña y regresará a Muxía.