Lo mataron y echaron a un pozo porque les quiso cobrar 25 euros de carrera en su taxi pirata
Los dos sospechosos del crimen de Diakina Fofana admiten que lo acuchillaron durante una discusión motivada porque les pareció cara la carrera en su vehículo sin licencia

Profesionales del Instituto Armado proceden a extraer el cuerpo del pozo de Jumilla; en la foto de la izquierda, el vecino desaparecido. / LA OPINIÓN
Los dos individuos que se encuentran en prisión provisional por, presuntamente, matar y arrojar a un pozo a Diakina Fofana han admitido que acabaron con su vida durante una discusión motivada porque les quiso cobrar 25 euros, cuando ejercía de taxista ‘sin papeles’, para llevarles de Yecla a Jumilla en su vehículo sin licencia, indican fuentes cercanas a la investigación.
Los investigadores descubrieron pronto, antes de que se hallase el cuerpo sin vida del hombre, Diakina Fofana trabajaba en el campo y, además, se dedicaba a veces a hacer de taxista de forma irregular en un vehículo sin licencia para transportar pasajeros.
Siempre según el testimonio de los sospechosos, ambos (cuñados, hondureños y de 22 y 23 años respectivamente) se montaron en el vehículo de Fofana para que les llevase de un municipio a otro. Al llegar a su destino, relatan los sujetos, el hombre les habría pedido una cantidad de dinero que ellos consideraron excesiva.
Los cuñados llegaron a culparse mutuamente del crimen del vecino de 43 años
Entonces se desató la pelea, que fue subiendo de tono hasta el punto que uno de ellos sacó un arma blanca y atacó a la víctima, maliense de 43 años de edad.
"Le pinchamos sin querer"
Los sujetos aseguran que no recuerdan mucho. Sí saben que la riña mortal se produjo fuera del coche de Fofana, al que, llegaron a decir, le habrían «pinchado sin querer». En un momento dado, tras estar ya en el punto de mira de los investigadores, los cuñados llegaron a culparse mutuamente del crimen, aunque acabaron reconociendo que fueron los dos.
Los jóvenes, que no contaban con antecedentes penales, ingresaron el 27 de octubre en la cárcel de Sangonera, donde los pusieron a compartir celda.
Tras atacar a Fofana, y ver que estaba muerto, decidieron ocultar su cuerpo con el objetivo de hacerlo desaparecer. Optaron por un agujero que estaba en un caserío en ruinas. Profesionales del Grupo de Especialistas en Actividades Subacuáticas (GEAS) del Instituto Armado sacaron el cuerpo, en avanzado estado de descomposición, del vecino del fondo del pozo del aljibe del citado caserío en ruinas emplazado en un paraje denominado Término de Arriba, en Jumilla.
El coche con el que supuestamente el maliense se dedicaba a transportar gente fue encontrado, días después de la desaparición del hombre, aparcado en una calle en la que no solía dejarlo, algo que extrañó a sus amigos.
A Fofana, residente en el Altiplano desde hace más de tres lustros, se le buscaba desde hace más de 50 días, después de que se le perdiese la pista al poco de regresar de su Malí natal, donde todavía viven su esposa e hijos y él había pasado unas vacaciones, tras las cuales volvió a la Región de Murcia, para continuar trabajando y mandar dinero a su familia.
Cuando se le perdió la pista, sus amigos (Fofana no tenía parientes en tierras murcianas) pidieron ayuda para localizarlo, puesto que estaban seguros de que la suya no era una desaparición voluntaria.
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