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La memoria viva de 61 comercios de Sant JosepFamilia del comercio

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La memoria viva de 61 comercios de Sant Josep, en Ibiza

Las periodistas Bea Roselló y Luciana Aversa recogen en un libro el legado de decenas de tiendas a través del testimonio de sus fundadores o herederos

Nadie duda que los comercios de proximidad, los de ‘toda la vida’, son un elemento clave para la vida de una comunidad y para su historia. Tanto que en ocasiones fueron mucho más que una tienda y funcionaron como puntos neurálgicos de un pueblo, de encuentro entre los vecinos. Esto es algo que queda reflejado en el libro ‘Comerços històrics del municipi de Sant Josep de sa Talaia’, de las periodistas Bea Roselló y Luciana Aversa, que se presentó este jueves en el Centro de Cultura Can Jeroni. Es el resultado de un trabajo de campo (encargado por el Ayuntamiento josepí y editado por Miquel Costa Editor) que ofrece una recopilación cualitativa del legado de 61 pequeños comercios y tiendas (todos de los que se ha encontrado constancia) del municipio desde finales del siglo XIX hasta la actualidad.

Las autoras, a través del testimonio de los propietarios de estos negocios, de sus descendientes o, en algún caso, de testigos que conocieron dichos comercios, han logrado reconstruir decenas de historias que son memoria viva del municipio. Para ello, Roselló y Aversa han realizado cantidad de entrevistas. Se pusieron manos a la obra a finales de 2021 tras un encargo del Ayuntamiento de Sant Josep, a raíz de una moción presentada por el concejal Josep Antoni Prats para recopilar esta memoria histórica de los comercios históricos.

«Este libro nos permite tener el retrato de una época, de sus costumbres y tradiciones, y también viajar un poco en el tiempo para conocer cómo era la sociedad de Sant Josep en ese momento», valora, en una conversación con este diario, Luciana Aversa, quien define a estos comerciantes como «emprendedores» y destaca que entre ellos «también había muchas mujeres».

La presentación del libro forma parte del programa de fiestas de Sant Josep 2023 en una iniciativa de la concejalía de Comercio. El libro ha sido coordinado por Antonio Viñarás como delegado de Patrimonio del Ayuntamiento.

Concretamente, se citan once tiendas de Sant Josep, 10 de Sant Agustí des Vedrà, tres de es Cubells, 24 de Sant Jordi de ses Salines y otras 13 de Sant Francesc de s’Estany. El 45% abrieron sus puertas antes de 1950 y, el resto, a mediados del siglo pasado. La tienda más antigua documentada en ‘Comerços històrics de Sant Josep de sa Talaia’ es la de Can Sifre, que abrió sus puertas alrededor de 1870. La más joven es la tienda Es Codolar, que nació en 1983. No se han incluido las diferentes modalidades de nuevos comercios detallistas como supermercados ni aquellos que han sido más bien negocios de hostelería y restauración. Únicamente aquellos considerados la ‘tienda de barrio’, sea esta su única actividad o no. Se trata de decenas de negocios, colmados y tiendas de comestibles. Can Tomàs, Can Jordi, Can Pep Xica, Can Cala, Can Frare, Can Xocolata, Can Bellotera, Ca na Ribes, Es Daus, Can Toni Jordi o Can Botín son algunos de los ejemplos que se documentan, a través de las correspondientes entrevistas, en este libro. En algunos casos, acompañadas por imágenes históricas de los negocios cedidas por las familias propietarias.

Una vida en los comercios

Aversa señala que el libro sirve para conocer «cómo se relacionaba la sociedad josepina, sobre todo a principios del siglo pasado», cuando el municipio «estaba bastante incomunicado». Estos comercios ofrecían múltiples servicios a los vecinos: «No eran sólo colmados en los que poder comprar productos de alimentación, sino que también funcionaban como bar, en el que la gente se reunía para tomar el café, hacer la tertulia de los domingos o jugar a las cartas». Así, de alguna manera también eran «centros sociales», en algún caso incluso ambulatorios (cuando el médico que iba hacia Ibiza paraba un par de veces a la semana para atender si había algún enfermo en aquella zona) y también centros de comunicación: «Algunos recibían el correo y lo repartían entre los vecinos, y ya hacia los 70, con la llegada de hippies y extranjeros, ofrecían servicio de teléfono para que se pudieran comunicar con sus familias, con el exterior».

Pilar Ribas, teniente de alcalde en Sant Josep, presentó el libro en Can Jeroni junto con las autoras y destacó que se ha saldado «una deuda» con todos estos negocios: «El pequeño comercio local ha tenido un papel importante en la vertebración de nuestro territorio y a menudo ha sido el punto de encuentro en el que se relacionaban los vecinos de un municipio tan disperso y diverso como Sant Josep».

Para Rosselló ha sido «muy gratificante reconstruir esta parte tan concreta de la historia de Sant Josep, que está muy vinculada a las vivencias de los vecinos, porque todos tenemos un recuerdo entrañable de nuestro comercio de barrio y cantidad de anécdotas que contar, pero al mismo tiempo es un reflejo de la evolución que ha vivido nuestra isla». En cada núcleo del municipio había personas que ayudaron a las autoras a contactar con los entrevistados y conocer nuevos negocios. En algunos casos, acudiendo «a puerta fría» a las casas. «La gente nos ha abierto las puertas y ha sido muy amable y entregada. Se han volcado», celebra Roselló, quien define todo el trabajo de campo como «una clase magistral de tradiciones y también de palabras y de la vida de nuestros abuelos».

«La gente de Can Graó nos contaba que las mujeres, cuando bajaban a Sant Josep para ir a misa, paraban y se acaban de vestir en las mismas tiendas», destaca, como anécdota, Bea Roselló. Can Graó abrió sus puertas en 1929.

En este sentido, Bea Roselló explica que entrevistó a diferentes personas mayores, que eran las propietarias originales de los negocios. Por citar algunos ejemplos, Catalina Tur Marí de Can Guillem, Toni Planells Ribas de Can Cala o Maria Tur Marí de Can Pep Xica. «La verdad es que durante las entrevistas comprobé que esta gente tenía una memoria extraordinaria, te lo contaban todo como si fuese ayer. Lo tenían todo dentro de la cabeza y me sorprendió su vitalidad», afirma Roselló.

Bea Roselló destaca que este estudio ha sido una «clase magistral» para conocer la Eivissa de antes

La coautora también hace referencia a la importancia de que las generaciones nuevas sepan de dónde vienen: «Toda esta información es una muestra de lo que éramos y de cómo hemos cambiado». «Ves cómo antes todas las tiendas vendían de todo y que había una entrega absoluta, porque abrían todos los días a todas horas», añade Roselló.

La periodista también habla de la evolución en el perfil de la clientela: «Tuvimos la industria salinera y en torno a ses Salines había muchas tiendas para dar servicio a los trabajadores. Después, las obras del aeropuerto también trajeron a mucha gente y los hoteles de Platja d’en Bossa cambiaron un poco la clientela». También hubo un gran cambio tras la urbanización de la zona de Cala Tarida: «Los propios entrevistados te cuentan que al principio les venían los obreros de las construcciones que se estaban haciendo en Cala Tarida y que servían bocadillos. Después los clientes fueron los propietarios de estas casas de Cala Tarida». Así, el tejido comercial del municipio se ha visto en la necesidad de ir adaptándose a los nuevos tiempos.

De los 61 comercios de los que hay evidencia en el municipio, ambas periodistas han encontrado testimonios para reconstruir la historia de 56. Sólo en cinco casos no se ha podido hablar con los propietarios originales ni descendientes, y el 57% de todas ellas continúan abiertas a día de hoy. En la mayoría de casos, eso sí, ha cambiado el uso.

Por otro lado, en ocasiones la tienda era también la vivienda de los propietarios, por lo que el horario de trabajo era muy amplio y, de alguna manera, se ofrecía -de facto- un servicio público. Actualmente, sólo el 23% de las tiendas son explotadas por las mismas familias fundadoras, en parte por la falta de relieve generacional.

Más de la mitad de los comercios recogidos en este libro continúan abiertos a día de hoy, algunos con otro uso

«La mayoría de este comercio histórico se dedicaba a los víveres y a la alimentación junto a otros productos, aunque también hay dos que eran exclusivamente carnicerías y una tienda de bordados», explican desde el Ayuntamiento. Muchos comenzaron a cerrar en los años 90, coincidiendo con la irrupción de los supermercados.

Al conversar con este diario, Aversa se muestra entusiasmada con la historia de Can Xocolata. Maria Serra y su hermano, Juan Serra, abrieron esta tienda en la carretera de Sant Josep y a día de hoy es el obrador El Pelut. Aunque no se conoce la fecha de apertura, Vicente Cardona Ribas, de can Tomàs, explica que la casa ya debía existir allá por el año 1900. «Maria Serra hacía de maestra de escuela para los niños de la zona. Parece que para quienes no podían ir a Vila o a Sant Josep para recibir clases, la enseñanza se repartía entre Can Xocolata y otras casas», cuenta Luciana Aversa.

«Parece que tanto ella como su hermano, que gestionaban conjuntamente esta tienda, eran personas muy cultas», apunta la coautora, concluyendo que «cada historia tiene su particularidad y algo bonito que conocer»: «Yo, personalmente, fui sorprendiéndome a lo largo de las entrevistas».

Roselló, en cambio, hace mención a Can Frare, negocio que fue modificando su oferta, pasando de ser una tienda a centrarse en la venta de caracoles y, más adelante, de garroves. «Ahora se habla mucho de emprender y en aquellos años toda esta gente ya era muy emprendedora y nos daba 50 vueltas», concluye Roselló.

Memoria de Sant Josep

Can Jeroni acoge la presentación del libro ‘Comerços històrics del municipi de Sant Josep de sa Talaia’, un encargo del Ayuntamiento para preservar la memoria de estos negocios, que fueron y son fundamentales para conocer la historia del municipio.

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