Enfermedades

El SIBO, una alteración del intestino que se ha hecho viral

Muchas personas se autodiagnostican de este trastorno al descubrirlo en los perfiles de muchas "influencers", lo que puede acarrear consecuencias negativas para la salud

Una persona se queja de dolor en el abdomen.

Una persona se queja de dolor en el abdomen.

Montse González

Las redes sociales han puesto de moda la alteración intestinal llamada SIBO. Muchas influencers han relatado en sus cuentas que padecen un exceso de bacterias en el intestino delgado en áreas donde normalmente debería haber menos presencia bacteriana. De hecho, SIBO son lsa siglas de Small Intestinal Bacterial Overgrowth (sobrecrecimiento bacteriano en el intestino delgado) y quienes lo padecen producen hidrógeno en exceso debido a la fermentación de los carbohidratos consumidos. Los síntomas más habituales son dolor y distensión abdominal, hinchazón, diarrea o estreñimiento, continua sensación de indigestión y pérdida del apetito.

“Se estima que afecta hasta a un 15% de la población, principalmente a mujeres de 30 a 50 años, según la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria. Pero se eleva hasta el 70% en pacientes con condiciones médicas subyacentes. Sin embargo, las cifras respecto a Galicia podrían variar y requerir estudios epidemiológicos específicos para su determinación precisa”, apunta Diana Vázquez Fontenla, nutricionista del Centro Médico Millenium La Coruña de Sanitas.

Sus causas más comunes incluyen enfermedades subyacentes, como enfermedades inflamatorias intestinales, enfermedad celiaca, cirugías gastrointestinales, enfermedad de Crohn, diabetes, el uso crónico de medicamentos como omeprazol que disminuyen la acidez gástrica, alcoholismo, deficiencia de inmunoglobulina A, o la toma de antibióticos. También puede afectar a personas con defectos anatómicos intestinales como problemas en la integridad de la válvula que comunica el intestino delgado con el grueso”, añade.

El SIBO se manifiesta principalmente a través de síntomas gastrointestinales, que pueden variar en gravedad y duración. “En general, indican un desequilibrio en las bacterias intestinales. Además de los síntomas digestivos, algunas personas experimentan fatiga, pérdida de peso no intencional y deficiencias nutricionales debido a la malabsorción de nutrientes”, explica la Diana Vázquez Fontenla.

“El SIBO puede mermar la calidad de vida si se cronifica porque no se ha diagnosticado y tratado de manera adecuada”, advierte Andrea Calderón, profesora de Nutrición de la Universidad Europea. “Aunque se conoce desde los años 90, ahora parece que se ha puesto de moda, lo que está llevando a muchas personas a autodiagnosticarse, con las consecuencias negativas que ello puede conllevar para su salud”, advierte.

Además de derivar en una serie de problemas de salud, como deficiencias nutricionales debido a la malabsorción de nutrientestambién puede contribuir a síntomas gastrointestinales crónicos como “la intolerancia a la fructosa o a la lactosa, la deficiente absorción de las vitaminas liposolubles A, D, E, y K, la malabsorción de proteínas y la malabsorción de la vitamina B12. Todo esto suele afectar negativamente a la salud general”, dice la nutricionista.

En cuanto al tratamiento, “generalmente implica abordar el exceso de bacterias en el intestino delgado”, dice Vázquez Fontenla. Lo que implica: “Uso de antibióticos, siempre y cuando estén recetados por un profesional médico para reducir el exceso de bacterias en el intestino delgado”. También una “modificación en la dieta”: “Suele ser necesaria una dieta específica como parte del tratamiento. Por ejemplo, son recomendables dietas bajas en carbohidratos fermentables (FODMAPs) y eliminar los azúcares no reabsorbibles, como el sorbitol, la sacarina y el aspartamo, para reducir los síntomas. Este tipo de dietas se realizarán aproximadamente de 6 a 8 semanas como máximo”, explica. “Cuando la sintomatología vaya remitiendo, se reintroducirán poco a poco los alimentos que han sido retirados previamente. Además, una dieta rica en fibra y alimentos probióticos es recomendable para promover un equilibrio saludable de bacterias intestinales”.

También es recomendable el “control de enfermedades subyacentes”: “Si el SIBO está relacionado con una enfermedad subyacente, es importante tener esa enfermedad bajo control con la ayuda médica adecuada”. No obstante, añade la nutricionista, “el tratamiento a menudo es individualizado y depende de la gravedad de los síntomas y las necesidades de cada paciente”.

“Es fundamental buscar orientación médica profesional para evitar falsos diagnósticos”

¿Por qué de repente se habla tanto del SIBO? La razón está en las redes sociales, donde varias influencers han difundido que padecen esta alteración que les produce hinchazón abdominal, gases, diarrea, estreñimiento o pérdida del apetito porque prácticamente todo lo que comen les sienta mal. “Si bien la información en internet puede ser valiosa para concienciar sobre la salud, es fundamental que las personas busquen orientación médica profesional y basada en evidencias para evitar preocupaciones innecesarias o diagnósticos erróneos”, advierte Vicente Javier Clemente, miembro del Grupo de Investigación en Psicofisiología Aplicada y del Centro de Excelencia en Salud, Deporte y Ciencias de la Vida de la Universidad Europea. Hay que tener en cuenta, además, que existen otros trastornos digestivos que no tienen nada que ver con el SIBO. “De hecho, es muy habitual que el sobrecrecimiento bacteriano responda a una afección médica subyacente, como la enfermedad inflamatoria intestinal, la enfermedad celiaca u otras, y en todos esos casos se debe tratar la causa subyacente”, insiste Clemente.

El SIBO se suele diagnosticar a través de un test de aliento que mide la curva de hidrógeno y metano tras la ingesta de un compuesto rico en hidratos. La Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen) apunta que el SIBO “ha sido una entidad muy controvertida”, pero a día de hoy ya está aceptada como tal. “Es posible que en el pasado no se tuviera un consenso claro sobre la existencia o la importancia del SIBO como entidad médica, pero con el tiempo y la acumulación de evidencia científica parece que ha ganado aceptación como un trastorno médico real y significativo en la actualidad”, dice la nutricionista Diana Vázquez Fontenla.

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  1. Mantener una buena higiene alimentaria: eludir alimentos crudos o mal cocidos que puedan estar contaminados con bacterias dañinas, así como lavarse las manos antes de comer y seguir las prácticas de seguridad alimentaria correctas.
  2. Fibra y probióticos: consumir una dieta rica en fibra y probióticos para promover un equilibrio saludable de bacterias en el intestino. Ejemplos de alimentos ricos en fibra incluyen alcachofas, arándanos, alubias, avena y cereales integrales. Los alimentos probióticos incluyen el kéfir, kimchi, tempeh y chucrut.
  3. Enfermedades subyacentes: si se ha sido diagnosticado con enfermedades que afectan al funcionamiento intestinal, como la enfermedad de Crohn, enfermedad celiaca o diabetes, es importante tenerlas bajo control con la ayuda médica adecuada.
  4. Limitar el uso de antibióticos: utilizar antibióticos solo cuando sean recetados por un experto, ya que el uso excesivo o innecesario puede alterar la microbiota intestinal y aumentar el riesgo de SIBO.
  5. Evitar el estrés crónico: practicar técnicas de manejo del estrés, como la meditación o el yoga, es beneficioso para mantener un sistema digestivo saludable. También se menciona que trabajar en la gestión del estrés con un psicólogo, ya sea de forma presencial o a través de videoconsulta, es recomendable para evitar que el estrés se vuelva crónico. 
  6. Enfoque individualizado: si bien estas pautas ayudan a la hora de mitigar los síntomas y posiblemente prevenirlo en cierta medida, es fundamental tener en cuenta que el SIBO a menudo requiere un enfoque individualizado basado en la historia médica de cada persona.

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