Las fiestas populares de es Canar terminaron en el día de ayer con actividades alternativas a las habituales en ediciones anteriores, aunque no aportaron mayores ingresos a los pequeños empresarios de la zona, tal y como confirma Cristino Marín, dueño del restaurante La Perla: «El viernes fue la fiesta principal y gané menos dinero que el día anterior». (Mira aquí las imágenes)

Carolina Marí, dueña junto a su marido de la Cafetería Montemar, explicó que ayer reabrieron el local y confesó que se plantearon tenerlo cerrado todo el verano durante los meses más duros del estado de alarma. Sin embargo, señaló que ahora comienzan con ilusión pero también con incertidumbre, ya que entre su clientela, además de residentes, se encuentran británicos, franceses e incluso americanos, nacionalidades que apenas visitan este año el municipio. En parte, debido al cierre de los hoteles de la localidad.

En cuanto al programa de las fiestas, el tradicional concurso de paella se sustituyó por la denominada Feria Mundial de la Paella, que por otra parte no tenía el carácter de un concurso y en el que se repartieron 500 raciones.

Así, se optó por servir este plato mediterráneo en 10 restaurantes, bares y cafeterías de la zona, explicó Juan Carlos Roselló, concejal de Sant Carles: «El objetivo es evitar grandes aglomeraciones en la vía pública». En esta línea, las actuaciones musicales o de entretenimiento para los pequeños se celebraron también en el interior de los locales. Roselló anunció que este cambio se deberá mantener en los próximos años.

El concejal recordó que es Canar sufre las consecuencias de la falta de turismo debido a su dependencia del mercado británico, por lo que «algunos negocios han decidido no abrir». «Y tampoco soportarían un segundo confinamiento», confirmó. La mayoría de las terrazas abiertas de bares y restaurantes presentaban ayer muchas mesas vacías y los clientes llegaban a cuentagotas.

Eulària Colomar, una de las propietarias del restaurante Las Arenas, indicó que sólo tenían dos reservas para comer la paella de su local, donde actuaba uno de los grupos musicales. Pero finalmente grupos de extranjeros y residentes se animaron y entraron y los platos de paella comenzaron a salir hacia las 14.30 horas.

Ariadna y Julia, dos jóvenes extranjeras que residen en la isla, coincidieron en que es notable la diferencia de turistas con respecto a años anteriores, aunque Julia matizó que prefiere el ambiente que se vive ahora en la isla: «No me gustan mucho las discotecas y me parece muy bien que se ofrezca música en vivo en el pueblo». Ambas explicaron que eligieron Las Arenas por eso.

Precisamente, a dos mesas de distancia se sentó un grupo de ibicencas de es Canar y Santa Eulària. Una de ellas, Marilina, mostró su preocupación por el actual contexto económico: «Claro que a los que somos de aquí nos apetecía tener esta tranquilidad», confesó, «pero tampoco podemos perder de vista que la falta de turistas supone un drama para muchos comercios y locales del pueblo y del resto de la isla».

En la mesa se sentó Fina Marí Guasch, concejala del grupo socialista en el municipio. Defiende que se debe hacer todo el esfuerzo posible para no perder la temporada: «La economía de la isla mejoró mucho hace años y fue gracias al sector turístico», recordó. También indicó que entiende que el de es Canar es un turismo «tranquilo y respetuoso con el pueblo».

Eulària Colomar dijo que apuesta por alargar la temporada: «Si fuera por mi hermana y yo, estaríamos aquí hasta diciembre, pero estamos pendientes de cómo evolucione el virus».

Por su parte, Lázaro Muñoz, propietario del restaurante Miranda, explicó que tanto el jueves como el viernes contaron con actuaciones musicales, además de con un espectáculo de magia para los niños en el segundo día de fiestas. Ellos, a diferencia de otros locales, aseguran que sí han notado una mejora con las fiestas.