Con el paso de los años, y de los siglos, y el crecimiento de la antigua villa, el centro de la vida pública se ha ido desplazando desde la estratégica y protegida colina en la que se concentraron los poderes del Estado hasta el llano. Si en cada uno de los pueblos de la geografía pitiusa, la vida social tuvo, y a menudo aún tiene, su centro en la iglesia, el corazón de la ciudad fue la actual plaza de la Catedral, el núcleo donde convergían la Universitat con sus jurados, el Castillo con el gobernador, la iglesia de Santa María con su comunidad de sacerdotes, la Pabordia, la Cúria Reial y la Llotja, instituciones y edificios que en algunos casos ya han desaparecido, o han cambiado sustancialmente, y cuyas funciones son hoy desconocidas para muchos.

En la actualidad, la plaza de la catedral es un lugar silencioso, aislado en lo más alto de Dalt Vila, que recibe pocas visitas en invierno y por la que cruzan, en verano, los turistas que se acercan al mirador, que se asoman por el callejón de la Universitat hacia los baluartes o que visitan el Centro de Interpretación de Madina Yabisa. Siglos atrás debe suponerse que la plazoleta era cualquier cosa menos silenciosa, porque allí existió, probablemente donde hoy se halla el mirador, la Llotja, donde los comerciantes hacían negocios. El edificio fue construido a finales del siglo XIV y desapareció en algún momento indeterminado del XVIII. LaLlotja estaba ubicada entre la capilla de Sant Salvador y una de las torres que aún se conservan de las murallas musulmanas, la que hoy forma parte del Centro de Interpretación Madina Yabisa, que es, en esencia, el antiguo edificio de la Casa de la Cúria o Cort, la sede del poder judicial de Eivissa y Formentera. Después de la conquista catalana y hasta que el sistema cambió en el siglo XVI, las cuestiones judiciales resultaban ser muy complejas porque las islas tenían tres conseñores encargados de dictar sentencias, dos de ellos eclesiásticos, y había tres jurisdicciones diferentes; por ello la plaza de la Catedral también era llamada la plaça de les tres Corts.

Por bula de Pío VI

En un artículo publicado en Diario de Ibiza el 28 de julio de 1991, Joan Marí Cardona, canónigo archivero de la Catedral, explicaba que «la plaza que durante siglos, con el nombre de sa Torreta, había sido escenario de numerosos acontecimientos de la vida isleña, desde 1784 comenzó a llamarse de forma popular y oficial plaza de la Catedral». Y es que la parroquia de Santa María se había convertido en catedral, sede del obispado, después de que, por bula del papa Pío VI, se hubiera constituido la diócesis de Ibiza y Formentera. Y después, también, de que Carlos III declarara oficialmente ciudad la villa de Ibiza.

«Los dos nombres, mezclados, se encuentran constantemente, aquí y allá, a lo largo de todo el siglo XIX. Incluso son muy tardíos los documentos eclesiásticos que, de manera estable y única, admiten el nombre de plaça de la Catedral», continúa el artículo de Marí Cardona. Además, indica otros dos nombres que se han usado para esta plazoleta: «en los padrones parroquiales de Sant Pere, la plaza de la Catedral es nombrada como plaza de la Constitución (1812) y de Ferran VII (1814)».

El otro edificio con el que lindaba la Llotja era la antigua capilla de la cofradía de marineros de San Salvador. En 1702, la capilla se vendió a la Universitat por 2.500 libras que sirvieron para ampliar y reformar Sant Elm, donde se trasladó la cofradía. La Universitat, institución que representó a las islas desde el siglo XIII, se convirtió en Ayuntamiento años después de esta venta y las antiguas dependencias de la plaza de la Catedral finalmente quedaron vacías. A principios del siglo XX el edificio fue restaurado para convertirse en el Museo Arqueológico de Ibiza y Formentera. Hoy, el museo lleva una década cerrado y de nuevo en restauración.

Enfrente se encuentra la Pabordia (pavordía), el palacio episcopal, que fue habitada por el pavorde desde el siglo XIII y que a partir del año 1784 pasó a ser la residencia del obispo; desde entonces se conoce como cal bisbe. La Pabordia se encuentra a los pies del Castillo, donde habitaba el gobernador, y bajo la torre, la torreta, a la que la plaza debe uno de sus antiguos nombres. A su condición de eje de la vida social, de centralización de todos los poderes públicos de las islas, parece aludir simbólicamente su configuración, su pavimento de cantos rodados en porciones separadas por líneas de baldosas que confluyen en el centro de la plazuela, en la alcantarilla que recoge el agua de lluvia

Y, por supuesto, destacando sobre el conjunto que rodea esta plaza algo triangular y dominada por una alcantarilla está la Catedral, auténtico eje de la ciudad, que aunque ya no ejerce en la vida pública la misma influencia que antaño sigue dominando su skyline, su perfil recortado sobre el cielo.

La clave - El museo incierto

La plaza de la Catedral ya no volverá jamás a ser el centro de la ciudad, pero la reapertura del Museo Arqueológico, que, inexplicablemente, sigue retrasándose, puede ayudar a aportar algo de vida al conjunto amurallado de Dalt Vila, sumándose al Centro de Interpretación de Madina Yabisa, al Museu d'Art Contemporani d'Eivissa y al Museo Puget en el circuito cultural de Ibiza.