El mes de agosto trae consigo la vendimia. Según los arqueólogos, el origen de la producción de vino en las Pitiusas data del siglo VII a.C., con la llegada de los fenicios, y han sido los payeses, tan pacientes como perseverantes, los que han mantenido viva esta tradición que vincula al hombre con la tierra que habita.

A pesar de que producir vino a escala familiar es habitual en muchas casas, en Formentera hay tan solo una bodega que lo hace a escala comercial, Terramoll, en la Mola. Cuatro, en cambio, son los productores en Ibiza: Can Maymó y Sa Cova, situadas en Sant Mateu d'Albarca, Hacienda Agrícola César, en Santa Eulària, y Can Rich, en Sant Antoni.

De todas ellas, Can Rich era la única pitiusa que contaba con una producción ecológica, un objetivo que Terramoll también perseguía. «Este año toda la producción, tanto de uva como de vino, va a tener certificación ecológica», explica José Abalde, el enólogo de la finca de la Mola.

Este año, la cosecha bajará en general alrededor de un 30%, aunque eso no mermará la calidad del vino; al contrario, los bodegueros aseguran que será «excepcional».

En la Mola empezaron a vendimiar el 6 de agosto, cuatro días más tarde que el año pasado. Mientras la vendimia se ha adelantado en otras regiones vitivinícolas de España como Montilla-Moirles, dónde empezó el 21 de julio, la zona de Castilla-La Mancha o incluso en la isla vecina, Mallorca, en las Pitiusas se ha retrasado. ¿El motivo? «Hemos tenido la primavera más fría de los últimos 33 años, afectando a la maduración de la planta», explica el propietario de Can Rich, Joan Riera, donde aún esperarán unos días para empezar. Una demora que, en su caso, se sitúa entre una y dos semanas respecto al pasado año, según la variedad de la uva.

Todo ello, efectos colaterales del cambio climático que en Terramoll han notado «Hace diez años recogíamos la uva a mitad de agosto. Cuando vienen dos o tres años de sequía incluso tenemos que empezar en julio», explica Abalde.

También en Can Maymó ha empezado la vendimia, el 9 de agosto, sobre las mismas fechas que en 2018. Coinciden en que bajará la cosecha pero no solo por la sequía sino también por las palomas torcaces, una gran amenaza para los agricultores de las Pitiusas por su predilección por las uvas y los higos. Un problema que también sufren en Terramoll al encontrarse cerca de zona boscosa de la Mola.

Sobre el estado sanitario de los viñedos, Antoni Costa, de Can Maymó, señala que «roza la perfección. Si no hay lluvia no hay muchos problemas». Can Maymó es una pequeña bodega de carácter familiar que entró en funcionamiento en 1995. Tienen ocho hectáreas de viñedos de variedades autóctonas (Monastrell y Malvasía) y esperan recoger entre 30.000 y 35.000 kilos de uva este año. El año pasado elaboraron 20.000 litros entre vino blanco, rosado y tinto.

A pesar de que adelantar cómo será esta añada es complicado, todos los productores coinciden en que la calidad de la uva esta temporada es muy buena, aunque la producción es menor que otras anteriores debido al clima.

De hecho, en Terramoll terminaron de recoger la uva blanca ayer y confirman una caída de la producción del 35% respecto al año pasado. Estiman que lo mismo sucederá con la uva tinta; ha sido un año seco. La ventaja es que «tanto los racimos como las uvas son pequeños. Esto hace que haya menos litros de mosto pero con más porcentaje de pieles y pepitas y por ello salen unos vinos con mucho tanino y antocianinas, muy estructurados y envejecidos, de buena calidad en general», explica Abalde. En Terramoll son necesarias diez personas para vendimiar la uva blanca, que es la que tienen en mayor cantidad, y ocho para seguir con la tinta. A diferencia de otros productores, toda la recogida se realiza a mano y la posterior selección de los racimos también. Estrujadora, despalilladora y prensa están mecanizadas.

La finca tiene un total de 12 hectáreas en propiedad, que empezaron a plantar en el año 2000, y otras dos alquiladas. El año pasado recogieron 33.000 kilos de uva y obtuvieron 16.000 litros de vino.

Han mantenido las plagas a raya. «La viña tiene menos ramas y menos hojas, los racimos están más aireados y por ello la influencia de las enfermedades, sobre todo los hongos, es mucho menor», explica Abalde. Algo difícil de conseguir en las producciones ecológicas en las que los únicos insecticidas permitidos son los naturales.

El calor y la humedad

El calor y la humedad

«En Ibiza nos ataca mucho el hongo oidio, ya que su caldo de cultivo es el calor y la humedad. Conseguir que ninguna variedad esté afectada por esta plaga es muy difícil, pero este año se ha dado», explican en Can Rich, los mayores productores de Ibiza. Empezaron su actividad en 1997 y construyeron la bodega dos años más tarde. Un total de 17 hectáreas con variedades tradicionales y foráneas hacen que su producción se sitúe alrededor de los 80.000 litros por cosecha, entre todas las variedades de vino. El proceso está mecanizado y entre cinco personas lo hacen todo: «Eso nos permite recoger tres toneladas en 15 minutos, aunque después repasamos los racimos a mano. Así ganamos calidad en cuestión de oxidación; estamos haciendo la vendimia en agosto, a 30 grados», explican.

La combinación de clima seco, sal y sol tiene como resultado vinos con personalidad robusta que recogen la esencia mediterránea. Para describir el vino de Terramoll, José Abalde explica que «debido a que los terrenos son muy pobres, salinizados y el clima es seco y con alta insolación, obtenemos vinos muy estructurados, con mucho cuerpo, bastante grado alcohólico y un toque salino muy particular».

Mientras los vinos rosados y blancos saldrán al mercado a principios de 2020, para los tintos habrá que esperar un poco más. «Hay que contar con unos dos años de retraso respecto al año de vendimia cuando se trata de tintos. Hay un tiempo de crianza en barrica y luego en botella», comentan en Can Rich.

Para todos los productores, alrededor del 80% de sus vinos tendrán salida principalmente en Formentera e Ibiza. Otra parte se repartirá en el mercado nacional, especialmente en Mallorca y Catalunya, en el caso de Terramoll, y la pequeña parte restante se exportará al extranjero. Mientras Teramoll vende en Alemania e Italia, Can Rich lo hace en Suiza, Alemania, Países Bajos y Austria. También hay un hueco para su vino espumoso en el mercado asiático, hasta Japón.