Desconozco en qué momento exacto de su historia la parroquia de Sant Josep contó con un coro que participara en las funciones litúrgicas. Ya el 'Llibre del Roser', que publiqué en 1986, nos dice que el 21 de diciembre de 1732 se fundó una Cofradía en honor a la Virgen del Rosario con sede en la citada Parroquia de Sant Josep y que tenía su lugar de culto en la capilla que está en la dicha iglesia al lado del Evangelio, es decir, sa capella fonda. Entre las obligaciones de los clavaris, que eran los miembros destacados de la cofradía, se lee: 'Seran obligats los Clavaris de dita Confraria de assistir a totes les professons y goig que es faran i cantaran tots los primers diumenges de mes, festivitats de Nostra Senyora y pagaran al Señor Retor vint lliures de velló cascun aÿñ'. Por tanto estos cánticos, es gotxos, en honor a la Virgen ya se pudieron escuchar en Sant Josep a principios del siglo XVIII cuando se levantó la iglesia.

A finales del XIX, o probablemente mucho antes, ya se debía cantar la llamada missa pagesa. Mi padre, que nació el año 1898, me contaba que cuando era niño la escuchaba todos los domingos. Soy testigo de que en mi infancia, allá por la década de los cuarenta, con motivo de la festividad del día de Sant Joan y gracias al interés de mossènyer Coques, oí como mis tíos de can Jeroni, can Graó y can Pep Xica, en compañía de Bartomeu Guimó, Vicent d'en Pujol y Jaume d'en Plana de Benimussa, juntamente con tu abuelo, Joan, cantaron esta misa. Todavía sabría entonar el 'Kirye eleison', porque alguna vez le pedí a mi padre me cantara aquellas hermosas melodías de claras cadencias medievales. A esta missa pagesa siguió otra de música gregoriana, llamada De Angelis que, en algunas ocasiones, todavía podemos escuchar.

También a finales del XIX, debió llegar a Ibiza una bellísima canción que el coro josepí ha incorporado a su repertorio y que se conoce con el título de Riguent, de cuya letra es autor el poeta catalán Jacint Verdaguer que la escribió pensando en Montserrat y su Moreneta. La música la compuso L. Ginestà. Como nota curiosa, añadir que mis tías María, Catalina y Francisca, nacidas, respectivamente, en 1895, 1901 y 1906, me decían que la cantaban en su niñez.

Con 'sonadors'

Releyendo la biografía del maestro josepí Pere Escanellas, escrita por Josep Marí Ribas, Reiala, he encontrado una noticia que me ha producido especial alegría y que, para ratificar la antigüedad de nuestro coro, recojo con satisfacción. El Diario de Ibiza del día diez de enero de 1905 publicó un artículo titulado 'Epístola desde San José' que, firmado por Un convidado, entre otros extremos dice: «Galantemente invitado por mi amigo y condiscípulo, el tan simpático como virtuoso joven sacerdote Don José Ribas Ferrer ( Costera) tuve el gusto de asistir a la fiesta celebrada ayer con motivo de la visita del mencionado amigo a éste su nativo pueblo, después de algunos años de estancia en Tucumán (R. Argentina) donde se halla colocado. Dicha fiesta consistente según costumbre estereotipada del país, en Misa solemne, sermón y procesión, resultó por todo extremo lucida. En la Misa ofició el recién venido sacerdote, ayudándole a cantar, en unión del señor Cura de la parroquia, un nutrido coro de los mejores aficionados, y amenizándola con varias tocatas una cuadrilla de escogidos sonadors. Del sermón estuvo encargado el señor cura de la parroquia, el cual se esmeró para que éste y demás actos y pormenores de la fiesta revistieran la brillantez y solemnidad posibles».

Como escribo en otro lugar de estas memorias, a finales de los años mil novecientos cuarenta, en San Josep había un grupo de mujeres cantoras dirigidas por el maestro Castelló. La agrupación coral tenía su sede en el colegio de las monjas establecidas en la localidad a principios de aquella década. Su repertorio era casi exclusivamente religioso y, naturalmente, tenía sus actuaciones en el marco de la iglesia. Cuando don Ernesto se trasladó a Vila, decayó el ánimo en el grupo musical pero sor Magdalena, religiosa agustina destinada en la localidad y que hacía sus pinitos con los teclados, se hizo cargo, más o menos, de la agrupación musical.

Sin batuta

Pasaron los años y el párroco de la localidad - mossènyer Coques- y algún predicador de las famosas misiones cuaresmales, aumentaban el repertorio de aquel coro que no tenía batuta. Recuerdo aquellas misas solemnes en las que se cantaba sa Missa d'Angelis y durante la comunión se entonaba una canción de mística voluptuosidad cuya letra empezaba diciendo: «Jesús amoroso, el más fino amante, quiero en todo instante solo en ti pensar. Y en tu llaga santa vivir escondido, de amores herido y en ella morir». La ceremonia terminaba entonando, los jóvenes, el «Juventudes católicas de España, galardón del ibérico solar, que lleváis en el fondo del alma el calor del más cierto ideal. Juventud primavera de la vida, ¡Español! Que es un título inmortal...»

Y la segunda estrofa empezaba diciendo: «Heredero del historial hispano, paladín soy, cruzado de la fe, caballero español y cristiano por la causa del bien lucharé...». Acabado este himno de la acción católica masculina, bajábamos por la escalera de madera que daba a la sacristía y el bueno de mossènyer nos decía: « Molt bé, al·lots, molt bé! «. Y si había procesión, nos invitaba a una copa de moscatel y a unas galletas maría.

Los años iban pasando y, siendo párroco don Vicente Torres Font, el coro mantenía su llama, que avivó un tal Jerónimo, hombre que, al parecer, había sido fraile y que, con buena voluntad, hacía de director y organista, utilizando un armónium de más categoría que había adquirido el cura Serra Marí y que sustituía al viejo instrumento, que pasó sus últimos años tirado y abandonado en el almacén parroquial.

Una pena, porque tenía un gran valor sentimental y su teclado, según había oido contar, era de marfil. Después, la parroquia adquirió un pequeño órgano electrónico, ahora cedido a es Cubells, porque la iglesia de Sant Josep dispone de un magnífico «rey de los instrumentos musicales».

Durante un tiempo se hizo cargo del coro sor Esperanza, agustina del Amparo, que vivía en la comunidad de Sant Jordi. De la música se ocupaba José María, de cas Nét, oriundo de las tierras salineras. Todos hacían lo que sabían y podían. Lo importante era que la llama no se apagara. Esta monja fue reemplazada por una carmelita, sor Feli, de es Cubells, que continuó con la buena labor de sus predecesoras procurando aumentar y actualizar el repertorio del coro al que, hacía años, ya se había incorporado alguna voz masculina. Durante este tiempo, Xisco Prats, de can Benet, era el músico del coro. Este periodo con tantos «directores» lo cerró sor Carmen, también de la orden fundada por el Padre Palau.

Y, ¡por fin!, llegó a Sant Josep Jordi Martí Company, nacido en Alcoy el año 1974. Tiene el título de maestro especializado en educación musical. Está en posesión del grado profesional de armonía, lenguaje musical y piano y direción de coro. Ganó las oposiciones en l997 y obtuvo plaza en el colegio l'Urgell de Sant Josep de sa Talaia.

A base de repeticiones

Está casado con Maribel Roig, funcionaria municipal y violoncelista en la banda y orquesta de la Ciutat d'Eivissa. Desde 1998 Jordi Martí, se encarga, con mucho esfuerzo, profesionalidad y paciencia, del coro josepí. Hace más dificil su labor el hecho de que ningún integrante del coro tiene conocimientos de solfeo. Pero Jordi, a base de repeticiones saca adelante el repertorio incluso, a menudo, polifónico o gregoriano.

Somos un grupo de unos cuarenta. Entre todos vivimos un ambiente de hermandad y alegría, que se ve aumentada con motivo de la onomástica o cumpleaños de sus componentes y con los viajes o cenas de Navidad y final de curso. Para ensayar, nos reunimos una vez a la semana en la casa parroquial, que nos cede el mossènyer, Josep Lluís Mollà. Tenemos actuaciones, en Sant Josep, durante las fiestas del calendario religioso. Todas ellas adquieren especial solemnidad con la música del magnífico órgano, que, copiando al profesor de Salamanca, está «gobernado por las sabias manos» de Jordi.

«Perfeccionamos» nuestras voces, pasando cada año un fin de semana o dos en es Cubells, o en algún hotel de la costa ibicenca, donde recibimos clases de las profesoras de canto Pilar Riera o Lucía Herranz. Hemos volado hasta Montserrat no solo para cantar en su basílica sino, especialmente, para recibir las lecciones que nos imparte el monje Andreu Martínez, o.s.b. También hemos actuado en Mallorca y en la Catedral de Valencia cantamos la misa 'Orbis factor'.

En 2016 viajamos al santuario de Núria, en los Pirineos catalanes. Además visitamos la catedral de Girona y pudimos contemplar el sarcófago de Guillem de Montgrí. En la iglesia de Sant Feliu interpretamos unos cánticos gregorianos y un variado repertorio de música religiosa.