Con Salt d´en Serrà y es Cap des Llibrell al norte y la Punta des Puig Negre y Cala Olivera al sur, es Clot d´en Llaudis es un entrante de mar, una hendidura en el acantilado, dividida por un puente en cuyo centro se abre un gran agujero vertical. Este puente mide alrededor de 16 metros de altura y, visto desde el lado norte, recuerda a un enorme dinosaurio atrapado en la piedra en el momento en el que ramonea en los arbustos y árboles del acantilado. Incluso presenta una cresta sobre la cabeza.

En este rincón desde el que se observa el dinosaurio, se abre una pequeña rada de media circunferencia con un gran escollo triangular en su centro. En ella, bajo el gran puente, una plataforma de roca con menos de medio metro de agua permite una cómoda recalada en kayak o canoa. Impresionan los elevados acantilados, de unos cien metros de altura, y los centenares de gaviotas, prácticamente todas patiamarillas, que descansan en las laderas y nidifican en los huecos, y que se elevan, graznando, en bandadas al observar intrusos en su paraíso escarpado.

En la parte interior del escollo central, la profundidad no alcanza los diez metros y los fondos de roca se alternan con algún pequeño claro de arena. Se pueden ver bancos de sargos y juveniles de un montón de especies que buscan protección en los pequeños escollos que forman las rocas caídas desde la montaña. A poca profundidad se observan ejemplares del cangrejo invasor Percnon gibbosi, un cangrejo araña procedente del Atlántico que fue citado por primera vez en Ibiza en el año 2001 y del que existen referencias anteriores para la isla de Formentera y el resto de islas de Balears.

Actualmente, sus poblaciones se han extendido en las costas pitiusas y es particulamente abundante en el litoral de la zona de Portinatx. Hasta aquí, hasta esta apartado rincón de la costa este de Ibiza, ha llegado también otra especie invasora, el alga Caulerpa cylindracea (antes conocida como C. racemosa). No había sido citada anteriormente en la zona y ahora puede encontrarse, avanzando, a muy poca profundidad, a menos de medio metro e incluso sobresaliendo de la superficie del espejo del agua, sobre la plataforma de roca que se extiende a los pies del dinosaurio de piedra.

El pequeño entrante de es Clot d´en Llaudis forma un saco al que las corrientes arrastran plásticos y otros restos que flotan en el mar. Sobre el espejo del agua destacan también ligeros plumones de gaviotas que acaban uniéndose a hojas desprendidas de posidonia y pequeños trozos de bolsas de plástico. Este rincón costero pertenece a la parroquia de Jesús. Y parece ser que debe su nombre a una antigua finca conocida por el mismo nombre, aunque las referencias existentes la sitúan más cerca de Vila que de Cala Llonga.