Los magistrados de la sección segunda de la Audiencia Provincial han condenado al portero de un establecimiento de Ibiza acusado de dejar en coma y causar graves lesiones y secuelas a un cliente a la pena de tres años de cárcel por la comisión de un delito de lesiones. Además, el acusado deberá indemnizar a su víctima, un hombre de nacionalidad alemana, con 323.948,56 euros. Tendrá que asumir el pago junto con la entidades Control de Accesos Seguridad Global VIP S.L. e Inversiones Ibicencas S.A., como responsables civiles subsidiarias, y dos aseguradoras. La sentencia puede ser recurrida ante el Tribunal Supremo.

El acusado, Diego T.I., de 35 años de edad, niega haber agredido al denunciante. El día del juicio, el pasado 30 de enero, en Palma, el ahora condenado, un boxeador profesional para quien la fiscalía pedía ocho años de prisión, aseguró que la víctima fue expulsada del establecimiento por su comportamiento agresivo y trató de volver a entrar. «Vino hacia mí con el brazo levantado, pensé que iba a agredirme. Lo paré con el brazo, tropezó hacia atrás y se cayó», afirmó durante el juicio celebrado en la Audiencia Provincial de Palma. La víctima aseguró no recordar nada del suceso y afirmó que desde entonces padece trastornos psicológicos y psiquiátricos con tendencias suicidas. A raíz de la agresión, en su país se le declaró incapacitado para trabajar y se jubiló, añadió el alemán.

Los hechos ocurrieron en la madrugada del 16 de septiembre de 2013 en el local Blue Marlin, en Sant Josep. El acusado también dijo que la víctima, un alemán de 50 años de edad, provocó varios incidentes en el local y llegó a agredir a una camarera. Fue expulsado, pero intentó volver a entrar. «Nos insultó y nos tiró gravilla. Estaba muy agresivo y eufórico. Intentamos meterlo en un taxi, pero ninguno quería llevárselo», afirmó.

La versión del condenado

La versión del condenado

Según su versión, el hombre intentó después entrar por una puerta de servicio y él y otro portero se lo impidieron. «Nos pusimos delante de él, haciendo pantalla y conseguimos llevarlo hacia atrás. Levantó el brazo derecho y vino hacia mí. Pensé que me iba a agredir. Yo le paré con el brazo, dio dos pasos hacia atrás, tropezó y cayó. Se golpeó contra el suelo», relató.

El procesado explicó que el hombre quedó inconsciente y lo atendieron enseguida. Pidieron asistencia médica y una ambulancia se lo llevó. El acusado dijo que ha participado en combates profesionales de boxeo, pero que ni cuando ocurrieron los hechos ni en la actualidad pelea a ese nivel. Además, reconoció que en 2013 fue condenado en Tarragona por un delito de lesiones, debido a un «incidente en una discoteca».

Otro portero del Blue Marlin afirmó en el juicio que el cliente estaba muy alterado y fue expulsado tras provocar varios incidentes. Este trabajador estaba con el procesado, pero aseguró que no vio el momento en que la víctima cayó al suelo. «Empezó a increparnos y yo me adelanté. Oí un golpe y vi al señor en el suelo y a Diego asistiéndolo», declaró. Sin embargo, atribuyó las lesiones sufridas por el cliente a «un accidente». «En ningún momento se le levantó la mano», concluyó.

La víctima no explicó lo ocurrido ante el tribunal. Según dijo, sufre amnesia y no recuerda el altercado en la discoteca ni el golpe recibido, aunque señaló que había llegado al establecimiento unas nueve horas antes y que estuvo bebiendo champán.

Relató que estuvo varios meses hospitalizado. Desde entonces, padece graves secuelas. «No tengo amigos y casi no salgo de casa. Estoy jubilado porque en Alemania me han incapacitado para trabajar. He estado ingresado varias veces en clínicas psiquiátricas por intentos de suicidio», contó el hombre, para quien la Fiscalía de Ibiza reclamaba 400.000 euros de indemnización por las lesiones y las secuelas.

El ministerio público sostiene que, a raíz de la agresión, la víctima sufrió un traumatismo craneoencefálico severo con hemorragias internas. Estuvo un centenar de días hospitalizado y tardó 520 en recuperarse.

Como secuelas, dice la Fiscalía en su escrito de acusación, le han quedado síndromes psiquiátricos y neurológicos, trastorno de la personalidad, deterioro de las funciones cerebrales y una grave limitación para casi todas sus funciones.