El Ayuntamiento de Vila aprobará en el próximo pleno, 15 meses después de la entrada en servicio de la nueva contrata de la limpieza, el documento que permite evaluar la calidad de su trabajo. El teniente de alcalde, Alfonso Molina, considera que «la ciudad está claramente más limpia» que antes de que Valoriza asumiera esta concesión. También admitió que «no está lo bien» que le gustaría al equipo de gobierno.

Entre otras cosas, según declaró ayer al presentar el informe con las directrices para aplicar un baremo a la eficacia de Valoriza, porque el pliego de condiciones que rigió el concurso era «manifiestamente insuficiente para las necesidades de la ciudad». Otra de las graves carencias estriba en que no se detalló el tipo de control al que se debería someter su trabajo. Según Molina, por la «absoluta inconcreción» del pliego.

Así que el Ayuntamiento tuvo que encargar la elaboración de un documento que proporciona los elementos para «medir objetivamente» la calidad de una contrata que supone anualmente un desembolso cercano a los dos millones de euros. El 10% de esa cifra se determina, precisamente, en los informes semestrales que deben evaluar la calidad del servicio de Valoriza en base a unos criterios de calidad que, hasta el documento que se llevará al pleno, no figuraban en ningún sitio.

Según explicó Molina, estos baremos se aplicarán retroactivamente al resultado de los informes semestrales que se han elaborado hasta la fecha. Sin querer concretar su resultado, el edil admitió que la calidad del servicio «no llega al 100%», aunque ha mejorado entre la primera y la segunda evaluación.

Precisamente, una de las objeciones que planteó la empresa al primero de estos informes alegaba que no había unos baremos para evaluar su trabajo, como recordó Molina.

«Se trata simplemente de simplificar el trabajo de los técnicos y de la empresa» porque, a partir de su aprobación, dispondrán de unos instrumentos «objetivos» para valorar el estado de limpieza de Vila, insistió Molina.

Este documento de directrices es muy detallado y cuantifica desde el número de frecuencias con que se debe recoger cada fracción de residuos hasta la periodicidad con que debe lavarse cada contenedor. Asimismo, recoge hasta el mínimo detalle qué se considera una calle limpia o un contenedor vacío, para que no haya lugar a confusiones para ninguna de las partes.