Un tribunal de la Audiencia Provincial de Balears dejó visto para sentencia ayer un juicio celebrado en Ibiza contra cinco hombres acusados de perpetrar un robo muy violento la madrugada del 4 de septiembre de 2012 en un chalé situado en una zona aislada de es Cubells. La fiscal y el letrado de la acusación particular piden condenas que oscilan entre los 12 y los 16 años de prisión para los encausados, cuatro jóvenes españoles y un marroquí. Según relataron las víctimas, entraron encapuchados en la casa a las tres de la madrugada, les maniataron con bridas y al hombre, que algunos procesados aseguran que era su camello, le propinaron una brutal paliza. Incluso, llegaron a meterle una pistola de fogueo en la boca y dispararon, aunque el cargador no tenía balas.

Según sostienen las acusaciones, estos cinco individuos entraron en el chalé sobre las tres de la madrugada. Llevaban una bolsa con bridas, una porra extensible y el arma. «Rompieron la cristalera con una pistola y dijeron que eran la Guardia Civil», recordó la víctima, atemorizada, por videoconferencia. «Mi novio me dijo poco antes que los perros ladraban mucho. Cuando me di cuenta de lo que pasaba me puse muy nerviosa», añadió.

Patadas, puñetazos y porrazos

Uno de los asaltantes cogió una escopeta de perdigones, que estaba en una habitación, apoyada contra una pared, mientras el otro empuñaba en tono amenazante la pistola de fogueo de 9 milímetros. Según relata la fiscal, P. J. M. S. golpeó al hombre con la culata mientras que sus supuestos compinches G. G. R., O.M. L. y N. A. G. comenzaron a darle patadas y puñetazos y a golpearle con una porra extensible. El quinto hombre, el magrebí D. Z., no participó pero tampoco hizo nada para impedir la agresión, según las acusaciones.

Algunos de los encausados se llevaron a la mujer a otra habitación, donde la ataron de pies y manos con las bridas y la amordazaron. «No se te ocurra denunciar», le dijeron, mientras empezaban a buscar objetos de valor en el chalé.

En otra estancia N. A. G. sacó las balas del cargador de la pistola y encañonó al hombre, al que acusaron de engañarles al venderles droga de baja calidad: «Entrégame el dinero o te mato [en referencia a una supuesta deuda]». También amenazaron con cortarle varios dedos y con violar a su novia. Después, le golpearon con la escopeta de perdigones y uno de ellos llegó a meterle la pistola en la boca y disparó, pero sin munición.

Antes de irse robaron un ordenador, dos teléfonos marca iPhone, varios relojes, cinco kilos de perlas de diferentes tamaños, 300 gramos de plata, 1.750 euros en efectivo y diversos objetos más.

En el registro posterior en el piso en el que residían dos de los acusados la Guardia Civil encontró 87 gramos de cocaína, 154 gramos de sustancia para cortar la droga e instrumentos y útiles para su preparación para la venta. Por este motivo, la Fiscalía también les acusa por un delito contra la salud pública por tráfico de estupefacientes.

El Ministerio Público solicita, además de las penas de prisión, multas e indemnizaciones que la acusación particular eleva hasta cifras que rondan los 110.000 euros para el perjudicado y 50.000 euros para su novia. Por último, la fiscal pide que se imponga a los cinco acusados la prohibición de aproximarse a menos de cien metros y comunicarse por cualquier medio con las víctimas durante diez años.

17 puntos de sutura

Como consecuencia de la agresión, el hombre fue atendido en Can Misses de numerosas lesiones. Sufrió hemorragias y le aplicaron 17 puntos de sutura en una de las heridas. Además, le quedan cicatrices como secuela. Su novia también requirió atención médica y padece todavía problemas de estrés y de ansiedad.

«La pareja abandonó la isla por miedo. Los acusados estaban de acuerdo desde el principio y mantuvieron sus planes», dijo la fiscal, que tachó como de «contradictorias» las declaraciones de los cinco hombres. Efectivamente, los procesados no se pusieron de acuerdo y ofrecieron versiones diferentes de lo sucedido.

Sus abogados solicitaron la absolución e introdujeron peticiones alternativas de condena, inferiores a las que piden las acusaciones. Pidieron además que se introduzcan en algunos casos las circunstancias atenuantes de la confesión, de la reparación parcial del daño (algunos han devuelto parte del dinero robado) y de la adicción a las sustancias estupefacientes. Uno de los argumentos que utilizaron es que estaban drogados, por lo que tenían mermadas sus facultades en el momento de los hechos.

«No quiero declarar porque tengo miedo», dijo la novia de uno de los procesados. La magistrada Francisca Ramis, presidenta de la Sección Primera de la Audiencia Provincial, le dijo que la comprendía pero que tenía la obligación de explicarse. Esta mujer apuntó que los hombres llegaron a su apartamento ensangrentados y que dijeron: «Nos hemos pasado, se nos fue de las manos».

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