Los feligreses que acudieron ayer al Puig de Missa para celebrar la festividad de la patrona de la localidad escucharon íntegra (al finalizar, aplaudieron) la carta que el obispo Vicente Juan Segura ha remitido a Su Santidad con motivo de su renuncia, en la cual hay varias menciones a estas islas: «Sepa que en Ibiza y Formentera le querremos, rezaremos por usted y progresaremos verdaderamente acogiendo sus enseñanzas e imitando sus ejemplos».

En esa misiva, el obispo pide a Joseph Ratzinger que «bendiga una vez más» la diócesis, y anuncia que justo cuando «concluya su servicio como Pastor de la Iglesia universal» visitará Roma junto a sacerdotes, religiosos y fieles de Ibiza: «Estaremos en el Vaticano para renovarle nuestro afecto y adhesión, nuestra cercanía y nuestra estima con la que ayer, hoy y siempre puede contar», leyó de un tirón el secretario del obispo, José Martínez, sin que pareciera molestarle cómo las puertas del recinto sagrado repicaban sin parar como consecuencia de las rachas de 70 kilómetros por hora que desde el norte batían el Puig de Missa. El obispo estará en Roma el día 26 y, si no hay cambios, el Papa lo recibirá (la audiencia está concedida) el 27, un día antes de que abandone la silla de Pedro. En principio, los fieles ibicencos, que hacen este viaje cada puente del 1 de marzo, esperaban verlo en la plaza de San Pedro el domingo 3 de marzo. Lo tendrán difícil este año.

Santa Eulària en boca del Papa

Precisamente, debido a esos viajes anuales, el obispo recordó en su homilía que Benedicto XVI ha pronunciado en varias ocasiones el topónimo Santa Eulària. En una de ellas, en 2006, estaba presente el actual alcalde, Vicent Marí, que acudió allí con motivo de la confirmación de su hijo y grabó, «emocionado», en palabras de Vicente Juan, con su teléfono el momento en que el Papa mencionó a la localidad. Un año después era elegido alcalde de la Villa del Río.

Durante la homilía, el obispo hizo un repaso exhaustivo de la ficha histórica del recinto sagrado: su fundación «set segles fa», la aportación de Joan Baptista Calvi, cómo Abad i la Sierra la convirtió en parroquia... Todo ello para concluir en un agradecimiento al párroco actual, Vicent Ribas Prats, y al Consistorio por la construcción de las rampas de acceso, a las que solo faltan unos detalles por pulir para estar definitivamente acabadas. «Se han hecho gracias a Vicent Ribas y a la colaboración eficaz del Ayuntamiento, que busca estar al servicio de todos sin excluir a ninguno, superando los obstáculos que en el pasado se pusieron a esta obra», mentó el obispo mientras el portavoz del grupo PSOE-Pacte, José Luis Pardo, presente en la misa, tragaba saliva. El propio párroco de Santa Eulària agradeció luego al Ayuntamiento cómo les ayuda para «el mantenimiento» del edificio, por ejemplo a la hora de pintarlo.

El obispo, sin entrar en detalles escatológicos, rememoró los tormentos padecidos por la adolescente Santa Eulalia a manos de sus verdugos paganos y el descaro de aquella lozana vecina de Barcino: «El cristiano, como ella, no ha de tener miedo a vivir su propia fe», señaló, aunque en su caso pagó caro cómo defendió su libertad religiosa.

La salida en procesión de las imágenes (con San Vicente y San Mariano, con su paloma en la zurda, a la cabeza, seguidos de la Madre de Dios de la Asunción -adquirida el pasado verano-, Santa Teresa, San Juan Bautista, la Madre de Dios del Rosario y, cómo no, Santa Eulalia con la cruz en forma de equis a sus espaldas) del templo fue recibida por la gélida ventisca, un biruji al que buena parte de los integrantes de la colla Es Broll se enfrentaron sin calcetines, con las alpargatas como única protección en sus pies, imperturbables.