Al compás de los vientos y tambores de la Banda Municipal d´Eivissa, los últimos rezagados salieron de Vara de Rey alrededor de las siete de la tarde de ayer en volandas de los más animados temas pachangueros hasta sa Berenada, en es Soto. Allí debían sumarse al ritual, esencia de la vilaridad, de tomar algún refrigerio el mismo día que penetraron las tropas catalanas en la Yebisah musulmana.

Tras superar la selectiva prueba de llegar al umbral del dolor por el atronador tableteo de las percusiones en el túnel de es Soto, se accedía a la zona en la que desde siempre se realiza la comilona de confraternidad.

Y desde hace unos cinco años, según recuerda Carmen Frígols (y con la pausa obligada por la crisis de 2010) ella se ocupa de preparar la paella €que paga Vila€ para los que no se traen el senalló de casa. Lo que pasa es que estos cada vez son más, y la tradición de llevarse la comida y compartirla ha entrado en franco peligro de extinción.

De hecho, Frígols explicó que este año su reto era elaborar una paella para «600 raciones», cien más que el año anterior, «porque mucha gente se quejó de que no hubo para todos». Para ello, hizo una regla de tres con su receta y elevó los ingredientes a 50 kilogramos de arroz y 110 de carne, patas de cangrejo y gambas. El resultado, una paella «de estilo valenciano» con ingredientes ´a la ibicenca´.

Para hacer tiempo, se pudo practicar el tiro con arco, la confección de calatrecs €soniquete de diseño local elaborado con cañas€ o el tir amb bassetja; incluso adquirir una camiseta de JERC con la que contribuir a pagar las multas de los que protestan contra Bauzá. Los mas valientes €contados con los dedos de una mano€ hasta se lanzaron al agua.

Fiambreras en vías de extinción

La escasa presencia de neveras portátiles y fiambreras, y la enorme cola formada desde mucho antes de las ocho para degustar la paella de la señora Frígols, prueba que entre los cientos de indígenas presentes y decenas de otros que no lo son cada vez cunde más el mismo ejemplo: que sea el Ayuntamiento el que les ponga el arroz.

La alcaldesa, Marienna Sánchez-Jáuregui, apareció oportunamente cuando el trabajo de cocinarlo había terminado y tocaba empezar a servir platos. Casualmente, un equipo de televisión realizaba una conexión en directo en ese momento y la edil se quedó, allí esperando con su plato hasta que esta acabó, con la esperanza tal vez de salir en algún plano que no llegó.

Y delante de toda la escena, la cola que esperaba poner a prueba los cálculos de la señora Frígols para las raciones de paella: «Yo quería hacer dos, pero no había otra», decía, por si acaso.