eivissa | José manuel piña

Xico Ribas Tur está contento y no lo disimula. También lo están su padre y su profesora, Nélida Bonet Bufí. El muchacho, de doce años, ganó este fin de semana el primer premio del Concurso Internacional de Música de la localidad catalana de Sant Andreu de la Barca en la modalidad de piano. «Ha sido el momento más feliz de mi vida», asegura el orgulloso progenitor, también aficionado al piano aunque tuvo que abandonar sus estudios cuando su familia empezó a crecer. «En casa había un piano viejo en el que yo practicaba y Xico comenzó a tocar por diversión cuando era muy pequeño», evoca el padre del artista. Mientras, su profesora destaca que, además de los 300 euros del premio, el joven pianista logró también una beca de 1.200 euros que se entregaba al más destacado de todos los participantes.

«Creo que sí tengo voluntad», se autoanaliza el propio Xico cuando toma el turno de la palabra. Esa manifestación tan categórica, dicha con mucho desparpajo y ninguna pedantería, está justificada. El muchacho estudia actualmente sexto curso de primaria en el colegio Sa Graduada y el cuarto curso de piano del grado elemental del Conservatorio de Eivissa. «A final de curso Xico tendrá que enfrentarse al examen de acceso para acceder al grado medio, que es el grado máximo que impartimos en el Conservatorio y del que saldrá con el título profesional. Luego puede seguir estudiando, pero ya fuera», aventura Nélida Bonet.

Por su parte, Xico asegura no estar en absoluto preocupado por el futuro y no se ha planteado todavía la elección entre la música y las matemáticas, la asignatura que más le gusta de las que recibe en Sa Graduada. «Matemáticas no creo porque no quiero pasarme la vida contando, pero tampoco quiero ser profesor de música. Quizá concertista...», fantasea sentado al piano. Es un buen estudiante, especialmente cuando tiene que aprender una música que le gusta, «sobre todo Bach y Mozart», especifica. «Ésta será la tercera vez que salga en el Diario de Ibiza. La primera fue durante un concierto de jóvenes intérpretes que dimos en Can Ventosa y otra en que no vino la profesora de música y me hicieron simular que dirigía el coro del colegio. Yo sólo movía las manos así y así», gesticula Xico, con un movimiento que resultaría imposible de seguir para coro alguno. Todavía dura la embriaguez del premio catalán. «El nivel era muy alto en su categoría, en la que participaban once pianistas. Yo creí que podía haber ganado cualquiera», relata el padre, más realista.