Opinión | Una ibicenca fuera de Ibiza

La reina se ha sentado

Hago lo que puedo, llego a lo que llego y no es sano que me exija tanto. Duelen los enfados y las malas caras cuando fallo en algo, pero duele más cuando no valoran que lo has intentado. Y lo estoy intentando, perdón si no alcanzo, pero ¿por qué han pensado que lo haría bien todo el rato?». Arrancaba la reina Letizia glosando al rapero El Chojin el pasado octubre durante el acto institucional del Día Mundial de la Salud Mental.

Pero perfectamente podría servir de respuesta a la prensa que, durante su último viaje de Estado a Países Bajos, ha interrumpido los titulares habituales que ignoran los currículos de ambas reinas —la anfitriona, licenciada en Economía, y nuestra consorte, licenciada en Ciencias de la Información y máster en Periodismo— para reducir su presencia a ‘duelo de estilos’: «La reina Letizia derrocha elegancia con tocado, vestido de tweed y esmeraldas en su primer duelo de estilo con Máxima de Holanda»; «Máxima de Holanda sorprende con un escote bardot y un vestido azul claro en la cena de gala con la reina Letizia». Pero no hubo diamantes y perlas en la tiara de la cabeza real capaces de eclipsar el titular del día siguiente a ambos lados del charco: «La reina se sienta durate el besamanos que precedió a la cena de Gala»; «Waarom moest koningin Letizia nu gaan zitten bij het handen schudden?» (¿Por qué la reina Letizia tenía que sentarse al estrechar la mano?). Respondido en este otro: «Er zijn grenzen aan wat een koningin kan verdragen op hakken» (Hay límites a lo que una reina puede tolerar con tacones). En concreto 12 centímetros de tacón absolutamente incompatibles con la patología que sufre la reina: una metatarsalgia crónica en ambos pies y un neuroma de Morton en el izquierdo provocado y agravado por el uso continuado de tacones.

En la reciente película de Greta Gerwig, ‘Barbie’, la icónica muñeca descubre que algo no va bien cuando confiesa a las otras Barbies que sus talones han empezado a tocar el suelo. Horrorizadas, gritan: «¡Tienes los pies planos!»

Porque el juguete estrella de Mattel y estereotipo de la mujer perfecta, cuenta con dos evidentes anormalidades: ausencia de vagina y unos pies de puntillas moldeados para absolutamente nada más que lucir zapatos de tacón. No en vano, esa ‘desdeformación’ de sus pies es la clave de la trama de la película. Cuando su mundo rosa se tambalea, la muñeca decide pedir consejo a la ‘Barbie rara’ —excluida en Barbielandia por su aspecto desaliñado de muñeca desgastada—. «Puedes volver a tu vida normal o puedes saber la verdad sobre el universo. La elección es tuya ahora». Como si de Matrix se tratara, solo que en lugar de una pastilla roja y una azul, Barbie rara le da a elegir entre unos bonitos zapatos de tacón de aguja y unas chanclas cómodas, pero feas. De esas que los alemanes acostumbran a llevar con calcetines mientras comparten un cubo de sangría. ¡No es germanofobia! Las sandalias Birkenstocks son literalmente ‘Hergestellt in Deutschland’ (hechas en Alemania) aunque su primer y más popular modelo sea el ‘Madrid’, lanzado en 1963 y que para celebrar su 60 aniversario se ofrece en edición limitada y… con calcetines a juego.

Alerta ‘spoiler’: la reina se ha sentado, Barbie eligió el confort a tanta tontería y las Birkenstocks lo petaron, agotando en primer lugar —¡cómo no!— el modelo piel natural, plantilla de corcho y suela EVA en color rosa. Las búsquedas en Google de ‘sandalias Birkenstock para mujer’ aumentaron tras la película en un 346%. Birkenstock, que vende la friolera de 25 millones de pares de zapatos al año —más conocidos como ugly sandals (sandalias feas)—, y cotiza desde el pasado año en la Bolsa de Nueva York, ha firmado alianzas con marcas de lujo como Christian Dior o Valentino. El primer modelo en colaboración con Manolo Blahnik se vendió en menos de una hora de su lanzamiento.

Corren buenos tiempos para los feos… ¡Y para sacar pecho de la fealdad! La marca de calzado ha sacado junto a investigadores del New York Times una mini serie documental con un título que no deja lugar a dudas: ‘Feo por una razón’ donde exploran la importancia de la salud y por qué un zapato saludable no se parece en absolutamente nada a los que acostumbran a calzar las reinas en las cenas de gala. Y deberían.

El último episodio de la serie se titula ‘Repensar el calzado, redefinir la estética’. No tan distinto del encuentro que la muñeca Barbie tiene al final de la película con su creadora, Ruth Handler: «Quiero ser parte de las personas que aportan significado, no lo que fabrican. Quiero imaginar, no ser la idea, ¿tiene sentido?». Lo tiene, vaya que lo tiene, y que la ‘aportación de significado’ pasa por la salud queda clarísimo en la última frase de la ex Barbie, ya Bárbara Handler, cuando entra como humana y con sus zapatos, quizá feos, pero cómodos, a la recepción de un edificio y al preguntarle dónde va responde con una sonrisa de oreja a oreja: «¡Estoy aquí para ver a mi ginecólogo!».

@otropostdata

Suscríbete para seguir leyendo