Opinión | una ibicenca fuera de ibiza

Des-Ahuciados

La reflexión no es mía, sino de Antonio Izquierdo, un usuario de esa red social que seguimos llamando Twitter: «Es llamativo que el término ‘desahuciar’ esté tan de moda y que su antónimo ‘ahuciar’ sea un verbo en desuso según la RAE. Ahuciar significa esperanzar o dar confianza. Nos desahucian de nuestras casas. Desahucian nuestros árboles, nuestras plazas. ¿Quién nos ahucia?».

Me la crucé de casualidad justo cuando estaba tomándome la molestia de responder a quien no buscaba respuesta, sino tener razón. En una portada —polémica— del diario Sur en que el alcalde de Málaga desde el año 2000, el popular Francisco de la Torre, posaba bajo el sol de julio pero con americana y corbata con una sonrisa difícil de interpretar en el contexto del titular: «No expulsamos a nadie, pero tener que irse a vivir fuera de Málaga tiene una importancia relativa». Que sería, con el vocabulario nuevo bien fresco: «Desahucio ninguno pero ahucio tampoco». Si los malagueños, en vez de vivir en Málaga, «donde la vivienda es más cara», se tienen que ir, la cosa tiene una importancia «relativa». Este giro tan inesperado sobre la relatividad desde la boca de un alcalde debe tener a Einstein revolviéndose.

Normalmente paso de largo por Twitter y las provocadoras respuestas de los usuarios. Las leo, pero rara vez interactúo. O interactúo bloqueando al que expulsa bilis, que a docenita diaria, oigan, el mundo queda una ‘pechá perita’ por utilizar una expresión malagueña. Pero alguien respondía a de la Torre con otro titular de La Opinión de Málaga: «El centro de Málaga tiene ya más pisos turísticos que vecinos censados», añadiendo: «Los inmigrantes y okupas iban a quitarnos las casas pero resultaron ser los invasores capitalistas», y otra señora que pasaba por ahí replicaba: «De hecho, de tu casa no te podría echar ni yo ni nadie. Los okupas te echan de tu casa y encima tienes que financiarlos, los inversores hasta donde yo sé las compran en el mercado». Y aunque con esta calor podría haber soltado el móvil y servirme un vino de Málaga bien frío, le respondí enviándole los datos de okupación: «No. A los okupas los echas tú. La ley te protege. El año pasado hubo 850 condenas en total por allanamiento de morada en TODA España. Calcula el porcentaje que tendrá Málaga, que lo que sí tiene son 41.038 viviendas turísticas —récord de España, enhorabuena al alcalde— solo a febrero de este año». Sin embargo, el runrún de las tertulias y la oposición a pachas con los vendedores de alarmas ha calado y un 34% de los participantes en una encuesta de la OCU consideraba la ocupación ilegal un problema «grave o muy grave» en su zona de residencia.

Otro malagueño que pasaba por Twitter se dirigía especialmente a todos los ‘papafritas’ —por seguir con el hermoso dialecto—: «¿Y tú? ¿Qué HABITACIÓN te podrías permitir alquilar en Málaga?». Ilustrado con anuncios de tristes camas en Idealista, desde los 1150 a los 1.600 euros que, oigan, ¡llámenlo Málaga, llámenlo Ibiza…! ¡Será por abusos! Mientras, a la tercera fue la vencida y por fin se había perpetrado el desahucio de una mujer en Lavapiés y su hijo de 8 años del piso en el que vivían desde hacía más de diez años y por el que pagaban un alquiler de 380 euros. El actual propietario de esta y otras veintisiete viviendas lo va a reconvertir —cosas del mercado—, mientras ella, con incapacidad total permanente y desde 2018 en lista de espera para adquirir una vivienda social, se queda sin alternativa habitacional, que es lo mismo que ser desahuciada muchas muchas veces. El Sindicato de Inquilinas trató de ahuciarla en un intento desesperado, con uno de sus miembros colgándose con un sistema de cuerdas por el patio interior que lo harían caer al vacío si se intentaba tumbar la puerta. Como si fuera un gato, enviaron a los bomberos a descolgarlo y ahora se encuentra detenido. Por eso hoy, como siempre, los titulares malditos en los periódicos hablan de «Otra familia desahuciada», y en ningún lugar, ¡en ninguno!, hablan de los intentos de ahuciar a un ciudadano aquí o allá. No hay primicias televisivas que narren cómo a primera hora un gran despliegue policial cortó las calles del barrio para ahuciar a una anciana; de un juzgado que ordenó de urgencia el ahucio de una familia, ni hay portadas de alcaldes anunciando henchidos de orgullo y dignidad que ahuciarán a sus vecinos por encima de todas las cosas.

Ahuciar (Mapa de diccionarios de la Real Academia);

1780: Confiar, esperanzar.

1817: Esperanzar o dar confianza.

1884: Dar esperanza, confianza o seguridad de alguna cosa.

1992: Esperanzar o dar confianza. EN DESUSO.

Desahuciar; de des y ahuciar;

1. Quitar a alguien toda esperanza de conseguir lo que desea.

2. Dicho de un médico: Admitir que un enfermo no tiene posibilidad de curación.

3. Dicho de un dueño o de un arrendador: despedir al inquilino o arrendatario mediante una acción legal.

Hay verbos que no merecen ser conjugados.

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