Opinión | Desde la mola

Pongamos que hablo…

Este título de Joaquín Sabina podemos situarlo en el Madrid del novio de Ayuso a quien la Agencia Tributaria y los medios afines a Bolaños le están «matando» el amor o por el contrario, lo podemos ver a través de la densa niebla que rodea por tierra, mar y aire a nuestras Pitiusas en la Formentera del vodevil ‘Córdoba’ con la aparición estelar de Alcaraz y la señora Prohens… Pero he de decirles que el tema empieza a estar caducado por cansino y que tiene a mi buen colega Carmelo en estado de atención máxima porque el devenir de los acontecimientos cambia cada día, aunque las palabras dimisión, cese, apoyo, etc, suelen ser la comidilla diaria de los mentideros de la ‘corte’ en el Consell. Desde antes de ayer, o el viernes si me piden la fecha exacta, un grupo de técnicos y funcionarios del departamento del señor Córdoba, siete según lo publicado, han solicitado a recursos humanos de la administración local un traslado de departamento que les permita recuperar la tranquilidad laboral y poder ejercer su profesión con total garantía, sin las presiones que están padeciendo en estos últimos tiempos, confusos en lo político y que afecta a su trabajo. Desconozco cómo acabará la situación personal y profesional de estos siete, que no son ni por asomo los ‘siete niños de Écija’ sino honrados ciudadanos que ejercen en un departamento tan tensionado que supuso la caída electoral del govern anterior (GxF y PSOE) y el ascenso a los cielos del govern actual (Sa Unió). No se descarta que también provoque la caída de los actuales (dicen lenguas interesadas). En el fondo, lo que se discute en tertulias ciudadanas, radio, bares y bancos públicos en las zonas concurridas desde donde se vigilan las andanzas vespertinas de los niños en torno a un pilla-pilla o un partidillo de futbol a las puertas de la iglesia. Allí donde se mezclan edades de los canguros ocasionales, padres comprometidos o abuelos con nómina de la seguridad social. ¿Habrá o no quioscos este verano? Incluso hay quien confía en recuperarlos antes del veranillo de San Martín. Me chivan, voces autorizadas, que sería legal la autorización temporal a los viejos quiosqueros, pero que el trámite puede ser largo, farragoso y sorprendente, en cualquier caso. La fisonomía, diferente a la conocida, porque deberá adaptarse a la normativa de la concesión y que habrá que decidir entre adjudicatarios del concurso o nuevo concurso. Nueve meses para un parto o un ‘sanramonnonato’. A modo particular les confesaré que (ojalá me equivoque) el entuerto se decidirá en los juzgados.