Opinión

Dan (damos) un poco de vergüenza

«Seguimos gritando a quién benefició el 11M pero seguimos sin saber por qué ha sido aunque el juicio aclaró el quién y el cómo»

192 muertos y unos 2.000 heridos han quedado sepultados estos días en las trifulcas políticas y mediáticas alrededor de los atentados del 11-M. Todo ha girado entorno a la victoria de Zapatero y a las mentiras de Aznar. En nuestra cobertura nos hemos centrado en los testimonios de los supervivientes y en los escenarios de la tragedia. Pero hemos quedado desbordados por el follón creado en torno al supuesto veto de una entrevista con Bush en TVE y por el comunicado del que entonces era presidente del Gobierno desde la fundación que preside. Un follonero y un resentido han robado la voz y las portadas a los 192 muertos y a los 2.000 heridos.

El onanismo político-mediático es monumental y nos aleja de la conversación cotidiana de la gente. Los ciudadanos siguen sin saber qué fallos hubo en la inteligencia española o en la política de seguridad que no detectaron los movimientos de preparación de los atentados, ni tampoco si la implicación en la guerra de Irak fue el detonante, aunque años después, con las tropas retiradas, vinieron los atentados de Barcelona y de Cambrils. Seguimos gritando a quién benefició pero seguimos sin saber por qué ha sido aunque el juicio aclaró el quién y el cómo.

Tampoco sabemos si hoy estaríamos en mejores condiciones de procesar unos atentados como aquellos porque hayamos conseguido un cierto consenso en política internacional. Y menos si los directores de diarios serían más resistentes a una llamada del presidente del Gobierno diciendo «ha sido Al Qaeda». Seguimos anclados en los desafortunados discursos de Aznar aquellos días y en aquel «este país se merece un Gobierno que no mienta» de Rubalcaba. Una clara violación de la jornada de reflexión.

Mientras, los muertos siguen ahí.

Silenciados, maltratados 20 años después, sin que ni siquiera por un día, Gobierno y oposición, oposición y Gobierno se puedan aunar para rendirles memoria. Los políticos dan y los periodistas damos vergüenza.

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