Sin jóvenes no hay futuro

La brecha generacional entre los mayores y los más jóvenes se agranda en España. El Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas y la Fundación BBVA acaban de poner cifras a la diferencia en una investigación dada a conocer esta misma semana. Las personas de 16 a 29 años -el 14,8% de la población- que se han incorporado al mercado laboral tienen mayoritariamente contratos parciales y cobran un 35% menos que la media de los asalariados. Están más expuestas al ciclo económico y 5 de cada 10 sufren para llegar a fin de mes.

Equiparar su salario al del resto de la población les costará siete años más que a sus padres y abuelos, lo que provocará retrasos en su emancipación y en la natalidad, así como peores condiciones de jubilación. A pesar de que este colectivo no es homogéneo y existen diferencias relevantes en función del nivel de estudios y de la situación laboral, aparecen patrones comunes y su vulnerabilidad respecto a los más mayores se ha disparado en la última década. Lo ha hecho, primero, por las consecuencias de la crisis económica de 2008 y, después, por la pandemia del coronavirus, que frenó en seco el proceso de creación de empleo que se había iniciado en 2014.

Los autores de la investigación aciertan al poner el foco en esta brecha generacional que, de no corregirse, puede dejar cicatrices muy profundas. Acortar el camino de los jóvenes a la prosperidad es urgente y obliga a todos, desde el Estado a los partidos políticos, el sistema educativo, los empresarios, los jefes y hasta los compañeros de trabajo más sénior, que deben facilitar el desarrollo profesional y personal de los más jóvenes.

Conseguirlo obligará a realizar una serie de reformas estructurales que no serán fáciles ni rápidas, pero que hay que empezar a consensuar cuanto antes, tanto en el ámbito público como en el privado, especialmente en el mercado laboral, la oferta educativa y la reforma de las pensiones. Sin jóvenes, no hay futuro.

Suscríbete para seguir leyendo